Narváez se malicia que para Podemos la prensa "es ya la culpable" de sus contradicciones
Me va a permitir, amigo lector, que este 26 de junio 2015, dé una limosna al Gobierno como quien se la da a un menesteroso: ha estado muy bien sacar el nombramiento del nuevo ministro de Educación por la noche, cuando los periódicos de papel ya no podían sustituir con él la imputación a dos antiguos presidentes del PSOE, Manuel Chaves y José Antonio Griñán.
Así se ha conseguido que ningún columnista se escaquee y escriba apresurado sobre los cafés que se tomó con Íñigo Méndez de Vigo. La mayoría de las columnas versan sobre Pablo Iglesias y la corrupción en Andalucía.
Ignacio Camacho (ABC) considera que el auto del Tribunal Supremo reivindica a la juez Mercedes Alaya.
Un sistema ilegal, un vicio de origen. La tesis de la jueza Alaya sobre el fraude de los EREs como ejercicio desviado de poder ha triunfado de pleno ante el Supremo. Al margen de la responsabilidad concreta de los ex presidentes de la Junta y sus consejeros, que sólo podrá dilucidar la correspondiente sentencia, el instructor del Alto Tribunal ha aceptado la teoría minuciosamente elaborada por la magistrada sevillana y sostenida contra la protesta y hasta el acoso del régimen socialista andaluz.
La descomunal malversación de millones de euros, las apropiaciones indebidas, las tramitaciones irregulares o las comisiones abusivas partieron, pues, de una prevaricación original, de un método viciado, de un procedimiento pervertido. Alaya tenía razón: La Junta no era la víctima sino el delito.
PREGO: PP Y PSOE, EMPATADOS EN CORRUPCIÓN
Victoria Prego (El Mundo) sostiene que ahora los dos grandes partidos están empatados en corrupción.
Muy difícil va a tener ahora Pedro Sánchez seguir vendiendo la regeneración democrática que su partido representa frente al «partido de la corrupción», que en su lenguaje es sólo el PP. Ya no podrá adornarse el PSOE con la bandera de la honestidad. Todo lo más podrá hacer lo que el PP está intentando poner en pie para que los ciudadanos lo compren: que han cambiado y que nunca más va a suceder lo que estamos sabiendo ahora que ha sucedido.
Por lo tanto, puede decirse que los dos grandes partidos nacionales se han puesto a la par en lo que a engaño y a estafa a los ciudadanos se refiere. Y, a partir de ese desdichado punto de salida, tendrán que afinar sus propuestas para intentar que los electores que les han abandonado vuelvan a depositar sus papeletas en las urnas de noviembre. (…) Pero de eso aún no hemos visto nada. Los dos grandes partidos llegan gravemente heridos a la batalla de noviembre.
Ernesto Ekaizer (El País) señala que, según el auto judicial, la Junta socialista engañó al Parlamento.
El juez Barreiro hace una radiografía de una orgía política que solo puede explicarse a lo largo del dominio durante tantos años del poder de un partido, el PSOE, en Andalucía. Aunque el magistrado no le pone nombre, sí lo describe: «Se estaba haciendo un ejercicio arbitrario del poder que tenían atribuido como integrantes del Consejo de Gobierno, poder que se desviaba hacia unos objetivos que tenían un componente claramente ilícito por el sistema arbitrario aplicado», señala.
Aunque el magistrado es contenido a la hora de explicar las relaciones de la Junta con el Parlamento andaluz viene a decir que este fue engañado (inducción al error) al aprobar las transferencias de financiación para canalizar las subvenciones.
Y Luis Ventoso (ABC) firma un panegírico del PP:
El PSOE está extremadamente preocupado, por lo que tiene en casa y por las secuelas de la brillante idea de convertirse en socio preferente de Podemos. Las elecciones están claras: o más marianismo con unas gotas de colonia Rivera, o un combo de PSOE-Podemos y nacionalistas presidido por un Sánchez en minoría. No hay que ser la vidente Adelina para prever el resultado.
ALBERTO GARZÓN SE HA QUEDADO HASTA SIN NOVIA
Pasemos a Podemos. Raúl del Pozo (El Mundo) da la exclusiva del día al contar en su columna la conversación que ha mantenido con el Vengador de los Indignados. Raúl debe de ser el único periodista al que Iglesias no riñe.
Para empezar le pregunto si cree posible un adelanto electoral a septiembre. «Para eso tendría que convocar a primeros de julio. El otro día me encontré en el aeropuerto con Pepe Blanco y me comentó que no hay que descartar un adelanto electoral. Y pensé, «si yo fuera Rajoy adelantaría», porque si en Cataluña Ciudadanos supera ampliamente al PP, y también al PSC, el panorama ante las generales sería dramático para el partido del Gobierno. Es muy posible que el electorado se fragmentara en cuatro partes, y en el caso Podemos, con 23% podía hasta ganar».
Y luego se enreda con el reparto de la herencia marxista.
Ahora le digo al dirigente de Podemos si no teme alborotar a la gente de IU con esas palabras de desprecio. Responde: «Respeto y admiro a Garzón, tengo lazos de afectividad con IU, muchos de sus cuadros están en Podemos, pero no creo que la suma de siglas sea buena idea. Para cambiar este país hace falta una mayoría transversal. Ellos nos han acusado en el último año de ser del Ibex 35».
Un dirigente de IU, de cuyo nombre no quiero acordarme, declara: «El objetivo de Pablo Iglesias es acabar con el PCE y con IU. Quiere ser el único gallo en el gallinero; la izquierda no es prepotencia, sino humildad. Su estrategia es la de la provocación».
No observo en Iglesias, como les decía, el resentimiento del hereje, pero es muy extraño que se considere marxista y desprecie al único partido marxista que hay en España. Él se reafirma en las declaraciones que ha hecho donde se resiste a ser «el típico izquierdista tristón, aburrido, amargado… la lucidez del pesimismo».
David Gistau (ABC) alaba a Pablo Iglesias por haberle quitado todo a Alberto Garzón, incluso la novia.
A Alberto Garzón se le trasvasó a Podemos hasta la novia. Lo cual añade un matiz de crueldad a la descomposición de IU, porque recuerda lo de la «groupie» que abandona al cantante que no pasa de telonero, limitado por su afán de pureza poco comercial, y se sube al autobús de la banda que llenará estadios con un «show» pensado para atraer masas. Iglesias versus Garzón: las guerras del «grunge»
Es lógico que Podemos no quiera fusión con IU. Ya le robó cuanto tenía, los votos, el prestigio de la militancia, el discurso y hasta las «groupies», y no va ahora, por acoger un escombro, a arriesgar su simulación transversal ni el eje vertical con el que finge moverse entre paradigmas antes sociales que ideológicos. Pero tampoco hacía falta, tratándose de amigos que tienen en el recuerdo un saludo en la estación con el que empezaron muchas cosas, que Iglesias citara a Garzón en su sede sólo para humillarlo, despreciarlo ante las cámaras y ahondar aún más la triste imagen de muchacho al que roban la merienda en el recreo que Madrid ha ido imponiendo al pobre Garzón desde que bajó de aquel vagón para pedir toro. Hasta como «killer», Iglesias es un político en serio que no se apiada ni de los afectos personales.
Pedro Narváez escribe sobre el trato que da la tropa de Podemos a los periodistas que no les entrevistan arrodillados.
Esta izquierda que se dice renovada torna cada vez más sus mensajes en amenazas al estilo Maduro, macarrismo ilustrado que lo mismo defiende unos tuits impresentables que a un presunto criminal que cargaba con explosivos. En el fondo son buenos chicos, cachorros que han crecido antisistema y ahora están fuera de la ley, en el limbo de una resaca. (…) Se lanzan al ataque como bestias acorraladas. He ahí a Pablo Iglesias en cuanto se le menciona a la ETA. He ahí a Tania Sánchez contra la subdirectora de La Razón Pilar Gómez (…). Le faltó decir: «Sé dónde vives», apuntando con dos dedos a los ojos en una caricatura de un Soprano. Imagínense si un político de otro color responde así a las preguntas de un periodista.
Es sólo el principio. La Prensa es ya la culpable de las contradicciones de la extrema izquierda y los periodistas unos lacayos del poder. Y luego hablan de mordazas.
José María Carrascal (ABC) ve los toros desde la barrera y se ratifica en que lo mejor para desarmar a Podemos es el gobierno.
Pablo Iglesias está con un pie en cada bando, haciendo equilibrios. Es lo bastante inteligente para saber que, solos, no logrará su sueño de un mano a mano con Rajoy, por lo que necesita ayuda. Pero se da cuenta también de que su capital son sus principios y, como los ignore, quienes les han seguido les considerarán un partido más. Así que, de momento, se ha inventado un patriotismo sui géneris, que sin envolverse en la bandera tampoco le hace ascos. En fin, que se ha metido en un buen lío. Por algo les decía que hay que dejarles gobernar… en las ciudades. Los experimentos, con gaseosa.
¿POR QUÉ PILAR MANJÓN APOYA A UNA VÍCTIMA DE ETA?
Y ahora nos vamos del Supremo a la Audiencia Nacional.
Santiago González (El Mundo) recuerda al concejal Zapata que en países menos democráticos y progresistas que España, como Francia, estaría a punto de recibir una sentencia de cárcel.
La Audiencia imputó al concejal de Madrid Guillermo Zapata por humillación de víctimas del terrorismo a partir de sus famosos tuits. En Alemania habría ido a la cárcel. En Francia, a Dieudonné, que es un payaso profesional, no aficionado como Zapata, chistes más inocuos sobre el atentado contra Charlie Hebdo (Charles Lebó, al decir de Carmena) le costó una condena de dos meses. Los regeneradores de Podemos creen que la Justicia no es ecuánime, que alguna gente no tiene sentido del humor y que algunos delitos son distintos que otros.
Depende de quien los cometa, porque la antigua candidata a primera dama, Tania Sánchez, abogaba por Zapata mientras ella misma está imputada por tres delitos característicos de la corrupción: prevaricación, malversación y tráfico de influencias. Pero la corrupción son los otros, dijo más o menos Jean Paul Sartre.
También en El Mundo, Federico Jiménez Losantos carga no contra los tuits de Zapata, sino contra la Audiencia Nacional y el juez Pedraz, que ha reclamado una fianza de 20.000 euros a Dignidad y Justicia para personarse en el proceso.
Pero vuelvo a Pedraz y a lo que, en mi opinión, es la humillación de una víctima del terrorismo -Irene Villa- que parece elegida para facilitar la impunidad del tal Zapata. Y no hablo como simple ciudadano, sino basándose en mi experiencia como víctima del terrorismo en la Audiencia Nacional, teatro en el que las víctimas deben revivir su calvario para disfrute de los terroristas y ante la burocrática indiferencia de jueces y fiscales.
Y si encima el juez es un izquierdista como Pedraz, cabía esperar lo que ha hecho: poner una fianza astronómica como castigo a Portero y colocar a Irene Villa en la disyuntiva de hacerse simpática a los matones podemitas o ser injuriada por ellos y que luego absuelvan a Zapata. No la culpo por creer que Madrid es Estocolmo. En la dictadura podemita a la que nos dirigimos, lo terrible es que un juez se haga el sueco en vez de cumplir con su obligación de aplicar las leyes, sin más. Por cierto: es la primera vez que Pilar Manjón se ofrece a actuar como familiar de una víctima del terrorismo etarra. ¿Cree ahora que fue ETA la del 11M? ¿O está creando la Audiencia Nacional la figura de víctima oficial para machacar a la víctima real?
Otro personaje político que aparece en las columnas es Soraya Sáenz de Santamaría, a la que Ignacio Ruiz Quintano (ABC) encuentra una ventaja.
La frase parlamentaria de la legislatura acaba de soltarla, en medio de un «speech», María Soraya:
-Deje de insultarme, que le leo los labios.
Por fin, alguien del gobierno que presume de leer algo que no sea el «Marca». Y a los cronistas parlamentarios les bailan los ojos como dos bolitas de alcanfor, a lo Marujita Díaz.
Un poco tarde, Quevedo (ElConfidencial.com) se une a la multitud que aplaude a Cristina Cifuentes. Los cambios en el PP son guays porque los nuevos saben tuitear.
La nueva presidenta de la Comunidad de Madrid emerge como el nuevo referente del PP, y detrás suyo lo hacen los nuevos rostros que se sientan en el Comité de Dirección de este partido y que están llamados a liderar el inevitable cambio al que está obligado el PP si quiere ganar las elecciones: Pablo Casado, Andrea Levy, Javier Maroto, Jorge Moragas y Martínez Maillo. No son los únicos. En el propio equipo de Cifuentes gente como Ángel Garrido o la diputada autonómica Isabel Díaz Ayuso -que además ha trabajado codo con codo con Pablo Casado-, representan también lo que ya se define como el ‘nuevo PP’.
¿Cuál es la diferencia con el viejo? Básicamente una mayor penetración de sus líderes en las redes sociales y en los medios audiovisuales, y un discurso más abierto a cambios y reformas que hasta ahora parecían impensables.
A cuenta de la ruptura de CiU, Xavier Vidal-Foch (El País) reflexiona sobre el destino de Artur Mas.
¿Un triunfador, Mas? ¿Un genial estratega? Es él y solo él quien ha convocado a los catalanes a votar tres veces en cinco años. Para no dirimir nada ni gobernar un ápice. Es él quien en tres años ha cambiado su gran objetivo: del autonomismo al «pacto fiscal», de este al «derecho a decidir», y ahora, a la secesión. A su lado, cualquiera resulta un tipo previsible y fiable.
HIDALGO PROPONE AL PP RENUNCIAR A LA CORBATA Y LA CAMISA
Hermann Tertsch (ABC) añora las buenas formas que se están perdiendo, lo que tiene como consecuencia un trato más desagradable entre las personas.
Salvo reductos privados o en círculos muy específicos y selectos de la administración o la sociedad, el trato habitual hoy en día es algo mucho peor que informal.
El tuteo es hoy en España una peste descontrolada que contribuye como pocos factores a la aridez, acritud y zafiedad en el trato público. Siempre hay ideología en los cambios de trato.
Ahora mismo pagamos ya, muy especialmente en España, triste avanzada en el deterioro, esa política de desprecio a las formas en el trato entre nosotros y a nuestros símbolos. Con un grave deterioro de la civilización, nadie sabe si irreversible. Algunos que de pequeños nos creíamos torturados por nuestros mayores por su puntillosa atención a las formas, celebramos contar con los elementos para valorar y entender el decisivo sentido de las formas.
El respeto a las formas lleva a la capacidad de gratificación e identificación que está en el entender del significado de la liturgia en toda la vida del mortal con sentido trascendente.
Junto a esta columna coloco la de Manuel Hidalgo (El Mundo), que recuerda que Lenin llevaba corbata.
Los emergentes -que se dice- han introducido el sincorbatismo, que ya usaron los líderes sindicales y bastantes políticos de izquierdas. ¿Y para qué? Ahora podemos hacernos la pregunta: ¿para qué, si Lenin llevaba corbata?
Los populares han dado un paso, sí, pero, como cabía esperar de ellos, es un paso reformista. Hasta que Casado, Maroto y Moragas -que son los Padilla, Bravo y Maldonado del momento- no aparezcan en camiseta, el PP no estará lo que se dice al día. No les veo, ciertamente, con una camiseta negra con la lengua afuera de los Rolling, pero, no sé, para empezar, sí podrían ponerse una camiseta de Los Ramones, que es discreta y ya está asumida.
Carlos Herrera cuenta las consecuencias que tendría en Andalucía la propuesta del Papa de celebrar la Semana Santa en unos días fijos todos los años.
Usted podrá decir: ¿Y qué más le da que eso ocurra en día fijo que que pase en día móvil? Usted podrá ir igualmente a añorar a Curro Romero con la única diferencia de que eso acaecerá, como muy pronto, el día 8 de abril (si es que yo he entendido bien al Santo Padre). Ya. Sí. Pero es que no solo es eso. También el Lunes de Pentecostés deberá entonces tener fecha más o menos fija. Si son cincuenta días, echen cuentas: las carretas al Rocío echarían a andar en Sevilla (y no calculo desde otros muchos lugares) en la segunda quincena de mayo. Pero es que, además, el Corpus -lo que el maestro Burgos llama «sacar a Dios a cuerpo a la calle»- sumen diez días más, vendría a ser siempre el 20 de mayo como muy tarde. Y hasta ahí, si me apuran, todo bien.
Por nosotros no hay demasiado inconveniente. Pero otra cosa me da a mí que son los intereses económicos, turísticos y sociales que conlleva esa elección en lugares sensibles a la concurrencia, como mi ciudad, o como los miles de destinos turísticos y religiosos que en España son. Y que en el mundo son. La Semana Santa, por demás, también condiciona hacia atrás: ¿qué pasa con los Carnavales? ¡con lo que le gusta a un agnóstico progre un carnaval (y a mi también) y su interpretación pagana! Vamos también a tener fecha fija para las eliminatorias del teatro Falla en Cádiz y para disfrazarnos de mamarracho en cualquier ciudad de nuestro país. Lo cual me da que ya toca otras sensibilidades. El debate es apasionante, pero menudo alboroto acaba de levantar Francisco.
Jesús Cacho (Vozpopuli.com) titula su columna ‘Empezamos a estar hartos de los griegos’.
Claro que la culpa no es solo de Tsipras y del Gobierno de Syriza. Esa culpa está también, y en gran medida, en quienes en la UE han permitido semejante estado de las cosas. En realidad, y si de apelar a la franqueza se tratara, habría que admitir que lo que estos días ocurre en Bruselas poco o nada tiene que ver con políticas económicas o fiscales, sino con la necesidad de salvar la cara de quienes permitieron a Grecia formar parte de la Eurozona, y de los burócratas de Bruselas que han seguido soltando la pasta durante años para mantener esa ficción. Grecia nunca debió entrar en el euro; para lograrlo maquilló sus cuentas públicas y engañó a todo hijo de vecino: ahora está pagando las consecuencias. Las pagamos todos.
Antonio Robles (Libertaddigital.com), que en sus años mozos y maduros se choteaba de la bandera nacional, ahora rectifica y declara que se siente protegido por ella.
Nunca di mayor importancia a los símbolos y sus trapos, hasta que su ausencia me hizo caer en la cuenta que allí donde ondea la bandera española siento a salvo mis derechos. Sin bandera constitucional, sin Constitución, hoy Cataluña sería una sociedad totalitaria. Reparen.
Enric Juliana (La Vanguardia) sigue empeñado en analizar el presente con anécdotas cotillas de hace 30 o 40 años. Así analiza la investidura de Ximo Puig como presidente de la Generalitat valenciana.
Una anécdota con aliño. Después de las elecciones de 1977, Alfonso Guerra convocó en Madrid a Manuel Agramunt y Alfons Cucó para negociar la integración en el PSOE del Partit Socialista del País Valencià, grupo de sesgo valencianista, de alguna manera equivalente al PSC, que había querido ir solo a las primeras elecciones, obteniendo magros resultados. (…) La negociación concluyó con una cena, en la que Guerra pidió de postres una naranja troceada, con aceite, sal y pan. La condimentó y empezó a mojar pan en el plato. Cucó y Agramunt se lo miraron con sorpresa. «Así es como los proletarios andaluces se comen las naranjas, no cómo los burgueses valencianos», les dijo. En la mentalidad de Guerra, los burgueses eran ellos.
Veinte años después, Ximo Puig, director del gabinete de la presidencia en tiempos Puig expuso ayer su programa integramente en lengua valenciana (con acento de Morella). Discurso socialdemócrata con la fuerte reivindicación de una mejor financiación para Valencia. El mismo día, una resolución del Tribunal Supremo provocaba la dimisión y caída de la vieja nomenclatura socialista andaluza. Guerra, jubilado, sigue mojando pan en la naranja.
¿Usted ha entendido algo, amigo lector? Seguro que también coincide conmigo en volver a darle a Juliana el premio a la columna ridícula del día.