El País propone la "reinterpretación" de los monumentos que no se puedan derribar
Una vez que han tomado el poder, gracias al PSOE, los alcaldes de Podemos y sus marcas blancas se han olvidado de los niños desnutridos y en riesgo de pobreza de la campaña electoral y se dedican a la reconstrucción de las mentalidades.
El anuncio de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, famosa por haber asaltado una capilla católica de la Universidad Complutense, de que esta institución va a depurar el callejero de la capital de los nombres que desagradan a los paladines de la ‘memoria histórica’ es motivo de que ABC y El País publiquen sendos reportajes al respecto.
El periódico dirigido por Bieito Rubido añade un editorial, titulado ‘Vuelven las heridas de la memoria histórica’, en el que arremete contra el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que en sus años de Gobierno recogió esta propuesta de la extrema izquierda y la incorporó al programa del PSOE y a su acción de gobierno.
El País propone «reinterpretar» muchos de esos monumentos o símbolos, como el Valle de los Caídos y el Arco del Triunfo en Madrid, en función de la doctrina de la izquierda: una República angelical aniquilada por unos militares y unos fascistas sangrientos.
Poco han tardado los gobiernos populistas en resucitar el revanchismo en algunos ayuntamientos a cuenta de la memoria histórica. La alcaldesa de Madrid va a revisar el callejero para eliminar todo «estigma» del franquismo, y ha anunciado que levantará un «museo de la paz y la memoria» en el solar de la antigua cárcel de Carabanchel. Iniciativas similares habrá en La Coruña, Cádiz o Zaragoza. Al igual que ocurrió durante la etapa de Zapatero, volvemos a un revisionismo de parte. Se reabren heridas con una relectura de la historia condicionada por la extrema izquierda, y basada en la identificación de bandos o en fracturas ideológicas que la Transición, con un generoso esfuerzo de todos los españoles, dio por superadas en aras de la convivencia.
Empeñarse en mirar al pasado desde el comunismo como credo es condenarse a no ver el futuro. Perforar cicatrices es una vieja obsesión de la izquierda más dogmática y destructiva. El Gobierno socialista lo hizo de modo irresponsable, aprobando leyes demagógicas que a la hora de la verdad, y más allá de gestos puramente simbólicos, eran imposibles de cumplir, como se ha demostrado con las complejas investigaciones de las fosas de la Guerra Civil. Otra vez se trata de generar un caldo de cultivo bajo el pretexto de recuperar la dignidad cívica, «hacer justicia» a la historia, provocar una convulsión anímica y movilizadora en una parte de la sociedad, y hacer creer que España aún no está en paz consigo misma. Pero la sociedad ha madurado mucho. Si la izquierda radical se siente cómoda en el enfrentamiento es solo para generar combustión social.