Este 9 de julio de 2015, escribe Jorge M. Reverte en El País una columna titulada ‘Cruce de calles’ en la que arranca diciendo:
Con un poco de retraso respecto a las leyes y, sobre todo, respecto a la sensibilidad de muchos de nosotros, pueblo soberano que habita nuestras ciudades, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido cambiarle el nombre a muchas calles que todavía mantenían alguno que ofende.
Añade que:
La alcaldesa Carmena ha dicho que va a montar debates vecinales para ver qué nombres nuevos poner. Le puede salir el tiro por la culata y, por ejemplo, que en el barrio de Salamanca le permitan quitar a un franquista para meterle a un franquista doble. ¿Y si quiere poner a Dolores Ibarruri y le meten otra vez a Yagüe? Lo mejor será tomar el ejemplo de Setenil, dejarse de guerras civiles, y trabajar los deseos colectivos. Un poner: «Avenida del crecimiento sin inflación», o «Calle del pleno empleo».
Y concluye que:
Yo propongo a Odón de Buen, científico y desconocido por tanto. Tampoco estaría de más poner gente que fuera ejemplar de verdad, porque, bien pensado, hasta lo de Gibraltar da sus problemas. ¿Era don Julián un traidor?