Ruiz Quintano enumera las grandes mentiras europeas: "nadie fue franquista en España y todo el mundo fue resistente en Francia"
Este 14 de julio de 2015 es otro de los días en que la prensa digital vence a la prensa de papel. La noticia del día, la derrota del ministro español para la presidencia del Eurogrupo, entra a duras penas en las páginas de los diarios de papel y no atrae el interés de los columnistas, que tratan de desenredar la crisis de Grecia.
En el papel, Carlos Segovia (El Mundo) se ocupa del batacazo de Mariano Rajoy, al que achaca flojera para promocionar a su candidato entre los demás líderes europeos.
En el reparto de altos cargos internacionales es importante la valía del candidato, pero es crucial la presión negociadora del jefe. (…) ¿Ha trabajado Rajoy lo suficiente en el tablero internacional? La respuesta la dio ayer el propio De Guindos, que dijo haber compartido con el presidente del Gobierno «la convicción de que en la vida siempre hay que pelear más».
El contraste con Holanda es sangrante y un batacazo para Rajoy. No sólo un holandés preside el Eurogrupo, sino que otros dos ocupan la vicepresidencia primera y la secretaría general de laComisión Europea. En suma, tres puestos clave en la maquinaria de Bruselas.
Rajoy ya dio muestras de debilidad negociadora cuando permitó en 2012 que un luxemburgués ocupara la silla española en el consejo ejecutivo del Banco Central Europeo. «Cuando llegué, estaba ya decidido», se disculpó ayer el presidente. La presidencia del Eurogrupo no estaba decidida y no la ha logrado.
En los diarios digitales, encontramos dos análisis con un enfoque parecido: la culpa es de Rajoy. Carlos Sánchez (ElConfidencial.com):
La torpeza es aún mayor si se tiene en cuenta una información crucial que el Gobierno maneja, pero que ha omitido a la opinión pública: Alemania (aunque formalmente apoya a España) no tiene ninguna prisa en relevar a Dijsselbloem. Entre otras cosas porque está discutiendo algunas cosas con el ministro holandés de Finanzas que afectan a su país, y hasta que no se cierren esas negociaciones no habrá cambio en la presidencia del Eurogrupo.
Más allá del ‘caso Dijsselbloem’, sin embargo, lo relevante es la torpeza de la diplomacia española a la hora de hacer política. Fundamentalmente, en estos minutos de la basura de la actual legislatura, en los que la mayoría de los miembros del Ejecutivo parece estar más preocupada por preparar las próximas elecciones que por culminar con éxito cuatro años de Gobierno.
Y Pablo Montesinos (Libertaddigital.com):
Rajoy pierde la batalla de su ministro, pero también acusa su papel secundario en el rifirrafe mantenido con Alexis Tsipras, el primer ministro griego, en las últimas semanas. Tras los Consejos de Bruselas, los líderes europeos ofrecen comparecencias. En la de Rajoy, una inmensa mayoría de periodistas españoles. En las de Tsipras, Merkel y François Hollande, toda la prensa internacional. Ellos han sido los actores clave, los que se han reunido en los aledaños a las citas formales y han llegado a pactos.
El presidente ha telefoneado a Merkel en varias ocasiones, pero no ha estado en la foto. El domingo del referéndum, confesó que no iba a convocar un gabinete especial ni a mantener contactos al más alto nivel. Lo que hizo fue esperar acontecimientos y dejar hacer a Guindos, su hombre clave, el que le mantenía informado en todo momento.
Jaime González (ABC) viene a decir que la derrota de Luis de Guindos es una bagatela.
Los más conspicuos exégetas tratan a esta hora de alumbrar las ocultas razones que han llevado a morder el polvo a Luis de Guindos. No hagan ni puñetero caso; en realidad, lo que ha ocurrido es que la diplomacia de la Unión Europea se basa en un complejísimo juego de intereses en el que los hilos visibles cuentan mucho menos que los hilos invisibles. No nos engañemos: en el Eurogrupo juegan dieciocho y, como en el fútbol, lo único seguro es que siempre gana Alemania.
¿Pero no apoyaba el Gobierno de Berlín al candidato de Madrid, como publica tu propio periódico, Jaime?
A Enric Juliana (La Vanguardia) le dio tiempo para meter unos párrafos en su confusa columna habitual. Es el único que sostiene que Rajoy ha ganado en la votación que ha perdido Guindos. ¿A que usted le entiende, amigo lector?
Aunque el papa Fracisco tenga buenas palabras para Alexis Tsipras, el mensaje urbi et orbi es este: «Con los adoquines de las viejas soberanías nacionales no se pueden levantar altas barricadas contra el orden europeo; quien lo intente, sucumbirá».
Siendo este el mensaje, uno de sus principales redactores, Jeroen Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas, no podía perder ayer la presidencia del Eurogrupo. Hubiese sido interpretado como una enmienda a la totalidad.
Mariano Rajoy gana con el duro final de partida para Grecia. Gana de manera indiscutible. Ya tiene la campaña electoral de noviembre perfectamente esbozada. «O nosotros o el caos». Luis De Guindos no es presidente del Eurogrupo, «parce que la Grèce ne doit pas devenir la CGT de l’Europe». Hay días que no se puede ganar dos veces.
LA SEGURIDAD SOCIAL, INVENTO FRANQUISTA
Para comprender cuál es el nivel de los debates políticos e intelectuales en España, le recomiendo, amigo lector, la lectura de la última de La Razón, en la que Alfonso Ussía arremete contra la Ley de la Memoria Histórica socialista, mantenida por Rajoy y resucitada por los alcaldes podemitas.
Añade un argumento llamativo en defensa de los franquistas: no robaron.
En ese afán cainita de recordar la Historia reciente con una parcialidad y un sesgo deleznables -Zapatero inauguró la etapa del odio nuevo cuando la Transición cerró los tiempos de los enfrentamientos antiguos-, la Ley de la Memoria Histórica se ha convertido, en la práctica, en la Ley de la Venganza.
La Ley de la Memoria Histórica, si en verdad desea tener memoria, podría haber revisado y prohibido la Seguridad Social, la más avanzada de Europa, creada por Franco.
El franquismo cometió innumerables errores, y no supo ser piadoso en los primeros años. Tan alejado de la piedad como la Segunda República desde 1934, que pasó de ser un régimen legal a un régimen oficialmente asesino. La Guerra fue consecuencia del golpismo del Frente Popular en las elecciones de 1934.
En el régimen de Franco España se desarrolló. Y a partir del decenio de los sesenta la Guerra parecía tan lejana como la de Cuba o Filipinas. Se han empeñado en remover una parte de ella. Y olvidado que España, a la muerte de Franco, era una nación con ilusiones y un tejido industrial y laboral admirable.
Con grandes obras públicas culminadas. Con livianos impuestos a los trabajadores. La más justa conclusión respecto a la Memoria Histórica de aquel tiempo, es que no se robó. Sencillamente.
El euro en peligro y nosotros volvemos a si Franco era malo o peor. No me diga si no es para echarle coñac al café de la mañana.
Abel Hernández (La Razón) escribe que los nuevos cambios en los callejeros de los municipios españoles anuncian los planes de los populistas.
La purga del callejero de Madrid no es más que un tímido anticipo de lo que viene. La democracia popular, con constantes apelaciones emocionales y consultas directas a la gente, prevalecerá sobre la democracia representativa, o sea sobre la verdadera democracia conocida. Será todo un cambio de sistema. ¡Y traerá la ruina, te dicen, mira Grecia! El truco, bien conocido por dictadores y demagogos, consiste en utilizar a la gente tranquila o indignada como instrumento revolucionario.
Una actualización de la Ley de Memoria Histórica es la campaña de la Zeja para unir a toda la izquierda contra el PP, que es de derechas…
La risa hace que se me atragante el café. Arcadi Espada (El Mundo) se ceba con Pedro Almodóvar en una columna titulada ‘Unidad de la neurona popular’. Para el escritor catalán la sintaxis es herramienta de cohesión social.
Hace unos días Almódovar dio este titular a Vozpópuli: «No me queda una neurona para algo más que el rodaje.» Se ha comprobado fatalmente. Almodóvar es la primera firma de un manifiesto titulado Mover ficha por la Unidad Popular, que enviaron ayer a los periódicos y a las masas hambrientas, y que está firmado por 121 intelectuales y chics.
Entre ellos: Pilar Bardem, Coque Malla, El Gran Wyoming, Rosa María Mateo, Javier Mariscal o Isaac Rosa. Esta es la frase que sigue al infinitivo radiofónico: «Los que nos dedicamos a la cultura somos muy conscientes del valor de lo simbólico y la importancia que tiene romper muros de pensamiento para crear nuevos espacios y nuevas fronteras.» Todo pringa. Dedicarse a la cultura. El muy. El cero cociente. La preposición asesinada. La importancia que tiene romper muros para crear nuevos muros.
El texto tiene 495 palabras. Todas están infectadas, incluyendo las conjunciones copulativas. Hay momentos de gran comicidad: «…que supieron aunar lo mejor de todas y todos aquellos que trabajan por el cambio.» Hay erratas que demuestran que la redactora salió de casa sin ducharse: «…tomos somos conscientes.» «… cuatro años más de desahucios, precaridad y desigualdad.» «… una política diferente al servicios de la gente.» Sevicia.
La sintaxis no es nunca una anécdota. Y, desde luego, nunca en la política. Pero en este caso hay algo más. La evidencia de hasta qué punto esa escritura monstruosa trabaja por el desahucio y la desigualdad de los hombres a los que tan fatuamente pretende redimir.
Otro que pide la unión de la izquierda contra el PP es el banquero Jaime Botín. Ramón Pérez-Maura (ABC) replica una tribuna que su tío (sic) publicó en El País el sábado pasado en que exponía la necesidad de derrotar al PP, al que equiparaba a Putin y a los republicanos de EEUU.
Descalifica sin piedad a Rajoy y su Gobierno por haber apoyado en las elecciones de enero la alternativa al desastre de Syriza y afirma que «la ideología de derechas no permite» ver con simpatía el caso griego. Me pregunto entonces si Luis de Guindos, que se ha pasado más de una semana defendiendo sin parar la continuidad de Grecia en el euro, es de izquierdas o resulta ser el (tapado) ministro de Economía de Croacia.
Grecia no puede pagar a sus acreedores y hay que seguir fiando, explica quien fue banquero. Me pregunto si en sus dieciséis años como presidente de Bankinter nunca se ejecutó el desahucio de quien no pudiera pagar su crédito. ¿Ponía él por delante de los intereses de sus accionistas los de sus clientes? Si no fue así, pero este es el fruto de su paso por la Escuela de Filosofía, agradecería que, como accionista de referencia de Bankinter que aún es, informe a la junta de accionistas de su nuevo criterio para que los modestísimos copropietarios del banco podamos decidir qué hacer con nuestros títulos.
RAÚL DEL POZO: LA DEUDA GRIEGA ES IMPAGABLE
Pasemos al tema del día, que es el análisis de lo pactado en Bruselas y sus consecuencias en la política española.
Hermann Tertsch (ABC) teme que la rendición de Tsipras no desanime a sus aliados y admiradores españoles.
En todo caso, sí queda claro el resultado primero y más evidente de las largas negociaciones de domingo y lunes. Y es la derrota absoluta de los intentos de chantaje a todos los miembros de la zona euro por parte de un partido extremista llegado al poder en Grecia con esa intención.
No hace ni diez días y parece que hace meses ya de ese referéndum cuyo resultado celebraban con frenesí patriótico en una macabra fiesta de bienvenida al desastre. A los griegos, que sufren desde hace cinco años enormes privaciones y angustia por la caída de su nivel de vida, aún se les pueden perdonar la sinrazón, la locura y su demencial desprecio a los demás, su nacionalismo y victimismo agresivo. A quienes no se les puede perdonar lo habido es a todos los que los han jaleado desde fuera, por ejemplo desde España, para animarlos a no cumplir, a equivocarse y hundirse y perseverar en el error.
España ha demostrado estar alarmantemente saturada de entusiastas del desmán político, del delirio populista y del abuso que han protagonizado Tsipras, Varufakis y demás. Ahora que ellos se han estrellado, habrá quien piense que entrarán aquí en razón.
Pierdan toda esperanza. Si vemos los éxitos de público de nuestros propios demagogos totalitarios, hay que temer que aquí nadie escarmiente en cabeza ajena.
Xavier Vidal-Foch (El País) es uno de los pretorianos que defienden la UE y el euro, cuando en su periódico se admiten a la vez tribunas en contra de la moneda única europea.
En su columna de hoy justifica el acuerdo con argumentos propios de un partidario del ‘austericidio’. ¿Qué dirán Joaquín Estefanía o Paul Krugman?
Es, quizá, la mayor novedad del pacto: el Fondo al que Grecia abocará bienes públicos a privatizar, por 50.000 millones de euros, para avalar el nuevo crédito del tercer rescate. ¿Es la «venganza» del Norte contra el díscolo del Sur? (…) supone, sobre todo, un mecanismo para rellenar la brecha que abrió en la confianza mutua.
El poso de confianza en Grecia se convirtió en pozo de desconfianza por culpa del (legítimo y nefasto) referéndum. En la tesitura de tener que desembolsar con cargo a los contribuyentes no griegos al menos otros 50.000 millones, ¿con qué prenda garantizaba Atenas ese tercer rescate? Agotada la fe en Grecia como contrapartida, quedaba solo o la generosidad sin garantías, que algunos Parlamentos (ay, también soberanos) habrían rechazado, o el retorno a las prendas reales. Serán difíciles de aportar.
Yorgos Papandreu quiso privatizar por esa cuantía, pero no disponía ni de catastro. Bajo su difuso carácter, pues, late el valor del compromiso inmaterial que le supone al Gobierno de Atenas pasar esa dolorosa medida (reverso de su programa) por el cedazo de su Parlamento. Nada es gratis.
Raúl del Pozo (El Mundo) subraya algo muy simple: la deuda griega es impagable.
Le digo a un sabio de la teoría económica. «Yo creo que no se arregla el agujero, sino que se ahonda. Grecia nunca va a poder pagar lo que debe». Contesta: «Japón debe más que Grecia, siete billones de euros, el doble de su PIB -España y Estado Unidos también deben-. Lo que va a ocurrir a partir de ahora es que el BCE va a ser más duro en la vigilancia; no se va a creer como antes todo lo que le decían los griegos».
Éstos no han recordado que Grecia es el violín de la humanidad y exigirán más control para una deuda que no se pagará hasta las calendas griegas, una fecha imposible.
Félix de Azúa (El País) pasa de Grecia a Venezuela con escala en España.
En política sucede lo mismo: cuando nos percatamos de que no sabemos hacer nada, entonces exigimos tirar al vertedero la máquina social y comprar otra en Venezuela. No teniendo ni atisbo de cómo mejorar la vida de nuestros semejantes, reivindicamos una revolución. Por suerte todo suele quedar en un cambio del callejero. Así ha sido en Grecia.
Syriza se presentó como un partido capaz de arrasarlo todo y comenzar de cero. El lío griego era de tal magnitud que parecía preferible tirarlo a la basura y volver a empezar como si nada. Al final han acabado por llamar a los expertos europeos a ver si saben poner en marcha la maquinita. Los de Bruselas parece que tienen algunas ideas sobre lo que se puede hacer cuando uno ha fracasado en la reparación de la tostadora. Sobre todo porque la tostadora es suya. Por fortuna para los griegos, ni siquiera Tsipras es tan tonto como para creer sus propias simplezas. Suponemos que fue un duro golpe ver cómo le aplaudían llenos de fervor Pablo Iglesias y Marine Le Pen. En ese momento se le hizo la luz. «Debo de haber dicho una estupidez», pensó para sí al ver a la pareja arrebatada por el entusiasmo. Y llamó a reparaciones urgentes. Un poco tarde, ¿verdad?
Màrius Carol (La Vanguardia) me asombra al ponerse de lado de los deudores en la crisis griega.
A los helenos se les deja coger aire, pero con respiración asistida, y sin apenas margen para ejercer su soberanía en materia económica. Asimismo, algunas referencias del acuerdo final son una concesión innecesaria a los países más intransigentes. Tsipras lo tendrá complicado para evitar una crisis política en su país con este escenario. Grecia ha sido tratada como un deudor y no como un socio. Y eso no es fácil de explicar, por lo que supone de humillación a un país en las últimas.
Me pregunto si el conde del Godó tiene algún problema de morosidad, ahora que el Ayuntamiento de Barcelona ha cancelado un programa de colaboración.
Ignacio Camacho también me sorprende al decir que ha faltado «generosidad» con Grecia.
El acuerdo es mucho peor para Syriza que el de antes de la ruptura. Lleva un IVA añadido, un impuesto a la desconfianza sembrada por la actitud de Tsipras. El Parlamento de Atenas tendrá que aprobar, a instancias del mismo Gobierno que las rechazaba con énfasis, las reformas exprés que condicionan el crédito. Es la derrota de la demagogia, la vía muerta para la alternativa populista. Si acaso ha faltado algo de generosidad final porque una vez sentada la importancia primordial de los intangibles ya no merecía la pena regatear dinero.
¡Ignacio, que los españoles les vamos a dar otros 10.000 millones de euros!
Bieito Rubido (ABC) advierte de que votar «comunismo-friki no sale gratis».
Si la democracia es un sistema imperfecto, con la extrema izquierda es, sencillamente, perverso. Ellos están instalados en el NO. Son gobierno «anti». No, a los toros; no, a las procesiones; no, al tapeo de las fiestas; no, al turismo; no, a los vuelos que nos unen con otros países; no, a los cajeros; no, a las inversiones extranjeras; no, no y no. Este programa de gobierno, improvisado en demasiados casos, viene a mostrar el embrión de totalitarismo que se guarece en el alma de esta clase política, a la que algunos llaman «nueva». Será por trasnochada y antigua. Ya empieza a demostrarse que votar comunismo-friki no sale gratis, te van al bolsillo, son intrusivos en las vidas particulares y no respetan las creencias de los otros.
LAMETAZOS DE ANSON A IKER CASILLAS Y SARA CARBONERO
Como hoy es el aniversario de la toma de la Bastilla, Ignacio Ruiz Quintano le dedica su folio en la última de ABC.
Aunque ahí estaba ya la crítica de Platón a las mentiras en Homero, la industria europea (excluida Inglaterra) de la mentira en serie nació en París tal día como hoy de 1789, con los sucesos de la Bastilla.
En su soberbia disección de la Revolución Francesa, Trevijano concluye que la toma de la Bastilla es el ejemplo más notable del tipo bastardo de mito moderno.
El pánico del rey y de los líderes de la Asamblea hizo el resto, y con un «Te Deum» conjunto en Notre Dame quedó consagrado el mito de la Bastilla que institucionalizaba una Revolución presidida por el rey (ejecutivo y judicial) con el apoyo de la Asamblea (legislativo), cuyo legado sería, tras del Terror, la frivolidad del Directorio y el militarismo de «le Petit Caporal».
Hasta llegar a las grandes mentiras contemporáneas: nadie fue comunista en Rusia, nadie fue fascista en Italia, nadie fue nazi en Alemania, nadie fue franquista en España y todo el mundo fue resistente en Francia.
El socialista Joaquín Leguina desmonta otra mentira en una tribuna en El Mundo: los millones de niños desnutridos y las docenas de millones de españoles en la pobreza.
Antes de entrar en el análisis de la pobreza, conviene tener en cuenta que existen organizaciones diversas de carácter caritativo o humanitario que -muy meritoriamente- tienen como objetivo solucionar o, al menos, paliar las carencias que sufren ‘los pobres’.
Estos administradores de la pobreza propenden a suministrar a los medios de comunicación datos e informes que, lógicamente, tienden a enfatizar o, simplemente, a exagerar el problema. Pero lo malo no está ahí, sino en la forma acrítica con la cual los medios de comunicación trasladan estos datos al público.
Por otro lado, en España está muy mal visto que alguien ponga en duda los datos de pobreza o de paro, y si alguien se atreve a romper ese tabú lo más probable es que sea tachado de derechista o incluso de desalmado.
¡Qué cursis se ponen los ateos ante la muerte! David Trueba (El País) escribe una elegía a Javier Krahe de tal intensidad que uno se pregunta avergonzado quién era este señor que apenas conocía.
El mundo es peor sin Javier Krahe. Este es el triste diagnóstico del día de hoy. Cuando él reinaba en los rincones marginales de la realidad, siempre existía el recurso de ir a escucharlo a un local o recordar uno de sus versos cantados a voz sin grito. Toser y cantar eran sus oficios declarados, aunque algunos quisieron ver en él un peligro mayor del que representaba. Siempre pensar por uno mismo termina por ser delito. Si te remontas a la España en la que un personaje como Javier Krahe adquirió la limitada relevancia que le garantizó la pervivencia y la fidelidad de una parroquia de las que pocos pueden presumir, tienes que reconocer una cosa: la vida pasaba en los bares y en la tele.
Pues eso, para los progres la vida pasaba en los bares y la tele; para Rajoy, la vida pasaba en las sobremesas del Tour.
Luis María Anson (El Mundo) desempolva el diccionario de sinónimos para despedirse de Iker Casillas. Como ya hiciera hace unos años, con motivo de la aparición del ‘caso Nóos’, cuando calificó a Iñaki Urdangarín de «hombre inteligente, muy simpático, solidario siempre con los desfavorecidos», da un lametón a Iker Casillas y Sara Carbonero.
Aun así, el mayor éxito en la vida del guardameta no ha sido el deportivo sino el personal: enamorar a una periodista sencilla, simpática, buena gente y de alto nivel profesional, Sara Carbonero. Iker, que es un hombre serio, muy inteligente, sin presunciones ni altiveces, razonable y sincero
Hala, don Luis María, te mando el premio a la columna ridícula del día a la Academia.