Escribe este 16 de julio de 2015 una columna de opinión en La Razón titulada ‘Si fuera posible que parece que no’ que arranca así:
Sorprendente. Los coletas de Grecia se niegan a aceptar las condiciones de la Unión Europea. Organizan un «referéndum» de alta velocidad. Lo ganan. Y con la victoria, clamorosamente celebrada por los coletas de España, acceden al rescate, el tercero, en condiciones mucho más duras que las originales.
Continúa:
Pero es divertido ser espectador de las decepciones de los coletas de aquí por el desastre demostrado de los coletas de allí. Los de allí no salen de su asombro y los de aquí se manifiestan profundamente enfadados. La gente no es tonta. La política de los coletas de aquí se limita a vejar símbolos, cambiar calles, eliminar huellas, prometer lo incumpible y ensuciar estética y éticamente la armonía social.
Finaliza:
No para humillar la cerviz ante culturas extrañas y fronterizas con la barbarie del siglo XI. Si fuera posible, que parece que no, que nuestro dinero no vaya a Grecia, porque a mí, personalmente, el problema griego no termina de preocuparme. Si hubieran trabajado, producido, y no derrochado lo que no tienen, ese problema no existiría.
Siempre que fuera posible, que parece que no.