Escribe este 16 de julio de 2015 Luis Ventoso una columna de opinión en ABC titulada ‘Se acabaron las vacaciones’ que arranca así:
Que pena, se acabaron las vacaciones. Concluida, o más o menos, la tragedia griega, vuelve por sus fueros -nunca mejor dicho- el más clásico de nuestros géneros teatrales, el entremés separatista.
El argumento de la obra es siempre el mismo y se resume en aquello de la montaña que parió un ratón.
Continúa:
Al PSOE poszapaterista le da un tembleque ante tan verosímil profecía de Mas y Junqueras y responde que la culpa es del lamentable inmovilismo marianesco, que ya está bien, que hay que desmontar los cimientos del Estado de inmediato para dar satisfacción a los sediciosos. La prensa y la radio del progreso exigen diálogo en unos ponderados editoriales, que ningún español al uso comparte, porque la verdad inconfesable es que a estas alturas la España de a pie, de Lugo a Almería, está saturada e incluso asqueada de los desafíos, insultos y permanentes tergiversaciones por parte de un nacionalismo fanatizado.
Finaliza:
Porque la verdad es que Cataluña jamás se va a separar de España, pues va contra la lógica económica e histórica y supondría un triunfo aberrante de la intolerancia y la insolidaridad. Pero sobre todo porque los catalanes, un pueblo admirable desde muchos siglos, son cualquier cosa menos unos suicidas.