David Trueba titula ‘Entre el ruido y la esencia’ su columna de este martes 28 de julio en El País y que comienza así:
La retirada del busto del rey Juan Carlos de la sala de plenos de la alcaldía de Barcelona ha generado momentos de delirio grotesco. Esa caja, esos bedeles arriba y abajo y ese día siguiente con el representante del PP alzando de puntillas un retrato del rey Felipe dan para una comedia bufa.
Continúa:
A la monarquía española no le debe gustar demasiado que su presencia simbólica se la disputen unos partidos contra otros y menos oportunismo zafio. Aunque si somos sinceros, el valor real de la Corona en España viene muchas veces dado por la incapacidad de los políticos para representar, incluso cuando alcanzan responsabilidades institucionales, a algo más que su partido, su bancada, sus filias.
Finaliza:
En Madrid, por ejemplo, nada se dice del Gobierno de Cifuentes, y más tras saberse que el anterior ha sido centro irradiador de una trama de corrupción enorme, pero queremos conocer el esfuerzo para llegar al final de la madeja y destuir a tanto cargo infectado, pero tampoco sabemos nada de la nueva actitud frente a los desmanes con el sector público o el agujero de Telemadrid. Entre tanto seguimos en la anécdota y el ruido.