Le ha caído la del pulpo a un jugador del Real Jaén por llevar una camiseta de Franco. Sin embargo, el columnista de ABC Salvador Sostres le da la vuelta a la tortilla y asegura en su artículo de este 30 de julio de 2015 –La camiseta de Franco– que si hubiese comparecido con una camiseta del Che o Castro no le hubiese pasado nada.
Así arranca la pieza de Sostres:
Continuamos obsesionados con Franco. La izquierda impotente y perdedora que tuvo que ver cómo el general moría en la cama, la izquierda casposa y rabiosa que nunca ha pedido perdón por su truculenta adscripción al comunismo, intenta matar a Franco en cualquiera de sus fantasmagóricas apariciones y el ridículo que hace es estrepitoso.
El portugués Nuno Silva se ha presentado como nuevo jugador del Jaén vistiendo una camiseta de Franco. Y la izquierda y su tropa inframental han soltado a los perros de su indignación total. Los que tendrían que estar indignados son los franquistas, porque Franco nunca llevó camiseta y su atuendo fue mucho más adecuado.
Es la vieja historia de siempre. Si este chico se hubiera presentado con una camiseta del Che, de Castro, o con una camisa de cuello «mao», -insignes asesinos, que tanta miseria y muerte causaron- nadie habría dicho nada. Si este chico hubiera vestido una gorra de La Pasionaria, o con una estrella roja, o con la hoz y el martillo, habría recibido toda clase de comentarios cómplices y simpáticos sin que por ninguna crítica tuviera que preocuparse.
Prosigue que:
Pero la moneda cayó y salió Franco, y la indigencia mental española se puso toda a correr hacia el lecho de Franco, con el absurdo sueño de que todavía estuviera vivo, para matarlo.
Las dictaduras no son deseables pero no puede decirse que la Guerra la ganara el peor bando. Fueron preferibles 40 años de franquismo que el comunismo que habríamos tenido que padecer si los rojos hubieran ganado. El franquismo hizo la transición a la democracia y nuestra izquierda continúa siendo prebélica y no tiene una idea clara, ni saludable, de lo que es la libertad.
Franco ganó, Franco mandó, Franco murió y cuando Dios se lo llevó, la izquierda hizo el ridículo como siempre, sin novedad. Y algo más, no menos importante: cuando Franco dijo que lo dejaba todo atado y bien atado se refería a la democracia. Dudo mucho que la izquierda antifranquista, articulada principalmente alrededor del Partido Comunista, quisiera la democracia para España. Tuvimos mucha más suerte de lo que pensamos.
Y remacha que:
Al chico de la camiseta le han dicho de todo y el odio ha sido la nota dominante. Un odio que nunca comparece cuando se hace apología de la ideología más mortífera de la Historia, que es la izquierda en sus múltiples y sangrientas versiones.
Llevar una camiseta de Franco no es peor que llevar una de Companys, de Carrillo, de Durruti, de Dolores Ibárruri o de la interminable lista de actores, cantantes y supuestos intelectuales españoles que no sólo no les han repudiado sino que reivindican su legado.
Lo peor de la camiseta de Franco es la camiseta. Las personas de bien solían vestir corbata.