Mucha Cataluña es lo que encontrarán este 2 de septiembre de 2015 en las columnas de opinión de la prensa de papel. Entre las elecciones del próximo 27 de septiembre de 2015 y el nuevo caso de corrupción de los nacionalistas, el famoso 3% que nunca muere, los articulistas tienen tajo del bueno. El viaje de Rajoy para visitar a la canciller alemana Ángela Merkel es de los pocos temas que se sale del discurso mayoritario.
Empezamos con Jaime González, jefe de opinión de ABC y ya reincorporado al diario tras sus vacaciones agosteñas. En su primer texto del curso le pinta la cara a Ada Colau y al resto de populistas que pululan por nuestra geografía:
Adau Colau es la encarnación de esa izquierda anacrónica e hiperdogmática que se ha encaramado al poder por un puro movimiento reactivo. De tanto en tanto, las urnas se convierten en aliviaderos de ira y desencanto para mostrarnos el rostro de esa democracia compulsiva que emerge siempre cuando se agrieta el suelo del sistema. Entre las múltiples formas que adopta el populismo, la alcaldesa de Barcelona optó por el modo justiciero en su versión más silvestre y primitiva: se vistió de heroína y practicó el «escrache» a troche y moche, un método de rebeldía, pelín bruto, que suele dar resultados en tiempos de crisis y decadencia institucionales.
Y añade que:
Ada Colau es el paradigma de esa perversión democrática que ha llevado a las minorías a gobernar contra las mayorías en numerosas ciudades de España, un fenómeno legal a tenor de los pactos pero contrario a las reglas del juego. Ada Colau -el populismo en su modo más primario- es el resultado de la suma de todas las crisis, una suerte de ciclogénesis política que obliga a ponerse a cubierto.
Ignacio Camacho se fija en el viaje del presidente Rajoy a Alemania para entrevistarse con la canciller Merkel. Cree que la foto no le reporta réditos electorales directos, aunque prefiere esa instantánea a otros que prefieren hacerse el retrato con el manirroto dirigente heleno de Tsipras:
A Mariano Rajoy le gusta retratarse con Angela Merkel; se diría que esos encuentros le proporcionan seguridad, aplomo, confianza. Y ello es así en primer lugar porque la sintonía merkeliana supone el espaldarazo europeo a sus políticas y un reconocimiento -acaso más simbólico que explícito y más formal que sincero- del peso específico de España. Pero también, y tal vez eso sea para él incluso más importante, porque la canciller alemana encarna el modelo marianista de liderazgo político: seria, solvente, fría, disciplinada, austera, fiable. Mucho más eficaz que empático, su estilo algo acartonado de responsabilidad sin ornatos representa el espejo de respeto en que al presidente le gustaría mirarse y ser mirado. Una gobernante que triunfa no por su retórica sino por su sensatez; no por su carisma sino por sus resultados.
Precisa que:
Parece improbable, sin embargo, que Merkel obtuviese el mismo éxito en España. Éste es un país emocionalmente socialdemócrata, adherido por una rutina de siglos a una mentalidad proteccionista de enorme arraigo. Sólo los franceses pueden disputarnos en Europa la hegemonía de ese sentimiento social de apego al Estado.
Añade que:
La derecha no ha encontrado el modo de competir contra ese efecto de amparo. Sus escasas victorias son paréntesis coyunturales provocados por errores de la izquierda, que además ha sabido etiquetarla con el ficticio marchamo de la herencia del franquismo para generar en torno a ella un aura de antipatía colectiva. Rajoy no es desde luego un fenómeno de cercanía carismática pero ha estabilizado una economía en quiebra partiendo de una situación aterradora.
Y remata que:
No está claro, pues, que las fotos con la canciller le devenguen réditos electorales al marianismo, tan reo de sus errores como de una fobia social desproporcionada. Favorecen la caricatura lacayuna de una derecha ventrílocua del neoimperialismo germánico. Claro que otros prefieren los retratos con Tsipras; ante el objetivo de la Historia cada cuál posa con el correlato que tiene a mano.
Luis Ventoso le zurra la badana al socialista Patxi López por criticar las propuestas del PP para frenar el avance secesionista y, en cambio, quedarse callado ante las bravatas de Artur Mas:
Francisco Javier López Álvarez, Patxi López para el mundo, es un tipo majetón. Sin duda puede resultar una compañía grata para salir de potes por Bilbao y charlar un poco de música pop, materia que domina, con devoción por los bardos rasposos Tom Waits y Springsteen, pero también con paladar para opciones nuevas y selectas, como los Fleet Foxes. Sin embargo, cuando vino al mundo en Portugalete no le fue concedido el don de un gran cerebro político, más bien lo contrario.
Recuerda a Pedro Sánchez, líder de los socialistas que:
Junto a Maragall y Montilla, el bueno de Patxi encarna el error histórico de los socialistas cuando lograron desbancar a los nacionalistas: una vez en el cargo, en lugar de ventilar la casa de aires sectarios y antiespañoles, que era lo que se esperaba de ellos, se acomplejaron y se entregaron al filo nacionalismo. ¿Resultado de tan brillante idea? Los votantes que querían más España les dieron la espalda y acabaron retornando al poder los de siempre, pues para nacionalistas ya estaban los originales. El Partido Socialista va en moto hacia abajo en las elecciones vascas y catalanas desde que comenzó a pastelear con el separatismo. Se trata de un hecho empírico, basta con ver las cifras, pero Sánchez no ha captado la idea.
Y no entiende como el vigor del que fuera lehendakari (2009-2012) para arremeter contra el PP se difumine y se extinga con Artur Mas:
Desde hace tres años es un clamor en toda España que Artur Mas y su Gobierno se ponen las leyes por montera. Mas burla las normas con aparente impunidad, al tiempo que amenaza con romper nuestro país siendo el máximo representante del Estado en Cataluña. En este contexto, se aplaude que el partido del Gobierno promueva una reforma para que el TC pueda multar e inhabilitar a quienes no acaten sus sentencias (aunque el PP lo haya hecho por claro apremio electoral y de una manera chapucera, pues debió haber guardado las formas y proponer previamente la idea a los otros partidos contrarios al separatismo).
Ante la iniciativa del PP, el PSOE podía haber criticado las malas formas de su adversario y responder que a pesar de todo estudiará la idea, pues la unidad de España está amenazada y toca reaccionar. Pero no. A la una de la tarde ya estaba el gran Patxi dando la respuesta oficial socialista, que consistió en acusar al PP de «utilización partidaria de las instituciones», «sobreactuación electoral» e idea «aberrante». Es tristísimo consignar que los argumentos de Patxi López Álvarez coincidieron literalmente con los que ofreció a la misma hora la portavoz del Gobierno sedicioso de Mas.
Pasando a La Razón, Julián Cabrera se centra en el estallido del nuevo caso de corrupción en Cataluña, el inclino 3% de los comisionistas y lo relaciona con el tortazo demoscópico que se puede dar el 27 de septiembre de 2015 la lista unitaria de Artur Mas:
La encuesta publicada hace escasos días por este periódico, en la que se mostraba un más que notable descenso de las expectativas soberanistas sin llegar a la mayoría absoluta de escaños y anterior a los registros de la Guardia Civil en la sede de Convergència, viene a evidenciar lo que puede ser una primera muestra de hartazgo en la sociedad catalana tras dos incompletas y absurdas legislaturas marcadas por el fracaso, especialmente en las políticas sociales y por una gestión de gobierno sobre la que es imposible rendir cuentas toda vez que la convocatoria del 27-S se reviste de un carácter exclusivamente plebiscitario.
Desde la formación que lidera Artur Mas se ha lanzado el espantajo de la injerencia del Estado en la precampaña, pero seamos claros, lo que resultaría realmente preocupante es lo contrario, una actitud de inanición frente a la cada vez más evidente corrupción para no influir en la dinámica política.
Recuerda que:
Aquel arrebato de sinceridad de Maragall hace unos años que dejaba helados a Cataluña y a toda España a propósito del tres por ciento de comisiones ilegales para la federación convergente cobra ahora una vigencia que ha triturado definitiva e ineludiblemente una no escrita norma de «Omertá» del pasado sobre el tránsito de según qué dineros. Nada es casual, la deriva independentista de Mas tiene mucho que ver con el hecho de eludir responsabilidades como mínimo políticas por los numerosos casos de corrupción.
Y cree que la encuesta de La Razón demuestra que hay un hartazgo más que considerable:
Las jornada del 27-S -y vuelvo a la encuesta de LA RAZÓN- puede tornarse de «mascletá» plebiscitaria soberanista en un primer gran síntoma de hartazgo social. No es tan complicado atisbar que lo que sería malo para la totalidad de España sería además específicamente desastroso para Cataluña. Es parte del beneficio que acarrea el fin de la «Omertá».
En El Mundo, Victoria Prego sanciona con dureza al Gobierno de España por la dejadez mostrada desde hace décadas con Cataluña y que ahora le entren las prisas por evitar lo que parece inevitable:
Que hayamos tenido que llegar hasta aquí y que, a estas alturas, un gobierno democrático se vea en la necesidad de reforzar aprisa y corriendo la capacidad sancionadora del tribunal constitucional de su país, sólo demuestra la inadmisible lenidad en la que han incurrido sistemáticamente todos nuestros responsables políticos desde que la Transición se culminó.
Porque en el resto de las naciones civilizadas con las que España se relaciona en términos de igualdad no se producen desafíos como el que los independentistas catalanes han lanzado al Estado español. Pero es que en los países que pudieran correr un riesgo, aunque remoto, de ruptura de la cohesión y unidad nacionales, esta eventualidad está prevista, afrontada y resuelta en la legislación desde el minuto uno de la aprobación de sus constituciones.
Recuerda que los socialistas derogaron el recurso previo de inconstitucionalidad:
Pero en España no. En España un gobierno socialista derogó el recurso previo de inconstitucionalidad, que estaba vigente en la legislación española. Veinte años más tarde nos encontramos con que un Estatuto rechazado por el principal partido de la oposición y recurrido ante el Tribunal Constitucional, era votado en referéndum antes de que ese Tribunal emitiera sentencia sobre la constitucionalidad de ese texto estatutario. El sistema democrático había quedado deliberadamente debilitado ante conflictos que eran posibles en el 85 y que fueron reales en 2006.
Más tarde, en 2003, un gobierno popular introdujo como ahora, es decir, deprisa y corriendo, una modificación del Código Penal por la que se sancionaba con penas de cárcel e inhabilitación a la autoridad que convocara un referéndum careciendo de competencias. En 2005 esa modificación fue derogada por un gobierno socialista con el argumento de que «no está en juego la protección del Estado de Derecho frente amenazas secesionistas». Y así nos vemos ahora.
No se podía haber hecho peor. Pero hay que decir que ésta, igual que otras tantas medidas que puedan paliar la indefensión de nuestra democracia ante los ataques desde dentro de sus enemigos, son tan necesarias como exigibles.