Carlos Herrera: "Que no le cuenten cuentos, no hay culpables colectivos. Y a ese niño no lo ha matado usted"
Entre Cataluña, el anuncio, con fórceps, de que las elecciones generales serán el próximo 20 de diciembre de 2015 y la estampa recogida por todos los medios de ese niño ahogado se dividen este 4 de septiembre de 2015 las columnas de opinión de la prensa de papel.
Arrancamos en La Razón con Pilar Ferrer. La articulista del diario de Planeta no se muestra muy satisfecha con Albert Rivera, al que cree que debe aportar algo más que el ser meramente una cara bonita:
Le quedan siglos para llegar a ser cómo Adolfo Suárez, aunque exhibe aires de predicador contra la corrupción y agallas en su política de pactos. Tras unas municipales, vale. Pero no después de unas generales. España no está ya para caras bonitas y frases limpias, necesita gestores brillantes y resultados concretos. Este campeón de natación que militó en el PP habrá de enseñar sus cartas, porque no se puede quedar bien con todo el mundo al mismo tiempo. Es amable, educado y vende un cambio tranquilo, pero los votantes quieren hechos y no dobles varas de medir. De momento, tras un auge inusitado, las encuestas empiezan a darle algo la espalda. Tal vez, por esa indefinición según convenga.
Ferrer desvela que Rivera reconoce tener muchos puntos de encuentro con Pedro Sánchez (PSOE), aunque no termina de convencerle ni su acercamiento a Podemos ni como los socialistas se están comportando en Cataluña:
En privado, confiesa tener muchas cosas en común, generacionalmente, por edad y hasta por físico, con el líder socialista, Pedro Sánchez. Pero también critica sin tapujos su entrega absoluta a los radicales de Podemos y, sobre todo, sus veleidades en Cataluña donde al dirigente de C´s el discurso contra la independencia le ha dado muchos réditos. Albert Rivera, avezado nadador, deberá sincronizar la jugada. De lo contrario, puede ahogarse sin remedio. Sin salir a flote.
Pedro Narváez habla sobre el cadáver del niño aparecido en una playa turca y considera que el debate se difuminará en nada:
Ha venido a remover nuestras conciencias ñoñas cuando se derrumban los castillos de arena del verano. El niño varado en la orilla ha cambiado la pachanga por un solo de violín. El «selfie» por una pintura negra. Sorolla por Picasso, No llevaba bañador ni cubito de playa. Todavía esperamos que se mueva cuando le alcanza la ola pero el mar es ya un banco de cadáveres a la espera de un pescador de imágenes. Material fresco. El debate periodístico es tan aburrido como un consejo de ministros, papel mojado. Hemos visto tantas series que ansiamos convertirnos en protagonistas cuando somos actores secundarios y hasta extras de un filme B. Aquí hay un solo héroe que ya está muerto cuando empieza la película.
Asegura que:
La política de buenas intenciones dura lo que una videoconferencia de jefes de Estado. Pero cuando despiertan el niño sigue ahí y no se mueve por más titulares emocionales que podamos parir. Entre tanta vía muerta sólo hay una que puede llegar a un destino incierto pero posible: pasar a la acción.
Jaime González, en ABC, destaca que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, empieza a coger forma de cara a la próxima cita con las generales, el 20 de diciembre de 2015:
A grandes rasgos cabe subrayar que su movilidad coxofemoral es aceptable, si bien durante dos tercios largos de la legislatura exhibiera síntomas evidentes de rigidez articular en la cadera, lo que en el argot popular se conoce como falta de cintura. Obsesionado con el gesto técnico de la acción del glúteo, Mariano Rajoy se entregó con denuedo a la ortodoxia (apoyo con el talón, impulso con la punta del pie), lo que pronto le valió las críticas de sus rivales.
Apunta que el presidente se mantuvo firme ante las críticas cuando decidió imponer la austeridad:
Imperturbable, el jefe del Ejecutivo marcaba los tiempos con rigor prusiano; unidos contra la acción del glúteo presidencial, la izquierda acusó a Rajoy de poner a España en posición de decúbito supino -tendida y boca arriba- por cumplir a machamartillo el catón de la austeridad. Y aunque en ocasiones el hueso coxal del presidente dio síntomas de romperse, lo cierto es que sigue en carrera -siempre con un pie en tierra- apurando los últimos metros de una prueba en la que ha exhibido más resistencia que flexibilidad.
Y da por seguro no sólo el triunfo de Rajoy en las urnas, sino que además puede incrementar la ventaja que lleva en la actualidad:
Quienes presagiaron su derrota abandonaron o siguen por detrás, observando cómo Rajoy ha incrementado el ritmo sin perder la figura; su movilidad coxofemoral es mejorable, pero ahí está: apoyándose con el talón e impulsándose con la punta del pie sin abandonarse a otra estrategia que la de cumplir sin miramientos el gesto técnico de la acción del glúteo, la clave fundamental de un marchador para alcanzar la meta. Se lo han intentado patear, pero está a punto de entrar en el estadio y aún sigue en cabeza. Queda la recta final.
David Gistau se centra en la penúltima chifladura de los independentistas catalanes:
La última proeza de la auto-indulgencia catalana ha sido atribuir la naturaleza cleptocrática de sus élites a un contagio español que se solucionará con la «desconexión». Una vez que eso ocurra, en Cataluña nadie tendrá la tentación de delinquir, pues volverán la sangre y el alma a ser puras como en el soplo original. Las cárceles se quedarán vacías, las puertas de las casas permanecerán siempre abiertas, los cuerpos policiales serán disueltos.
Añade que:
Esta mamarrachada es la que permite al líder del partido del 3%, las sedes embargadas y los viajes a Andorra postularse como paladín erradicador de la corrupción, que no es sino una cizaña introducida por España para hechizar catalanes. Los Pujol todo lo hicieron hipnotizados, confundidos como buenos salvajes sioux a los que se dio a beber aguardiente para liquidar su cultura. Antes de España, ni conocían el dinero, todo lo hacían por trueque.
Y concluye que:
Las fantasías acerca de cuán perfecta sería Cataluña fuera de España han sido tan audaces que se llegó a decir que descendería el índice de mortandad por cáncer. Se ve que España también es una radiación nuclear. Más allá de las tragaderas del electorado nacionalista, ajeno a cualquier introspección que ponga en riesgo su festín del destino manifiesto, los independentistas no son conscientes de los beneficios terapéuticos que aporta España.
Carlos Herrera habla también sobre ese niño aparecido muerto en las costas turcas:
Tras ver la foto de ese ángel dormido a la orilla de la muerte, se me despertó la incorrección política ante el exceso de ayes teatralizados y demagógicos de este Occidente en permanente búsqueda de la autoinculpación por todo lo que ocurre más allá de nuestras soberanías personales. No pude por menos que pensar en la machacona insistencia en crear culpables colectivos que tiene buena parte de la biempensante sociedad de este lado de las guerras o de la miseria. Pareciera que usted, bien individualmente, bien de forma conjunta, fuera el culpable de la muerte de un pobre chiquillo, su hermano y un puñado de personas más.
Señala a Siria como culpable directo de esta tragedia:
Convengamos de partida que ni usted, ni yo, ni Europa en su conjunto somos responsables de la espiral de destrucción a la que se ve sometida Siria o Iraq. Usted no es el Daesh, ni forma parte de las mafias que acarrean personas a cambio de muchos dólares en embarcaciones abarrotadas camino a ninguna parte. Usted no es El Assad, ni es la resistencia Siria, ni ha invadido aquél país con cuchillos degolladores, ni es el malo de la película. Usted tiene bastante con salir adelante cada día y escudriñar el futuro en busca de oportunidades. Pero usted, como yo, como todos, no puede dejar de estremecerse ante la visión descarnada de la tragedia. Eso no debe llevarnos a diagnosticar equivocadamente el monto de las culpas: no es el fracaso de Europa, como machaconamente se repite de forma simple e impostada, es el fracaso de Siria, en todo caso.
Y apela a la responsabilidad de todos para evitar otra estampa similar:
Europa, tan estupenda, debe hacerse a la idea de que los ejércitos no son oenegés con pistolas, ni son meros instrumentos de «misiones de paz». Y los Estados Unidos, aunque vea de lejos el problema de los refugiados masivos, no debe mirar para otro lado y pretender que sea Irán quien saque las castañas del fuego sirio. A algunos les costará diferenciar entre malos y muy malos y puede que haya que tragar con la presencia en aquél escenario de un asesino compulsivo como el dictador sirio, pero antes o después habrá que tomar posiciones. Eso o abrir las puertas para que entre un país entero y sea deglutido por sociedades agotadas como son la mayoría de las europeas. Evidentemente, a los cristianos de aquellos lares hay que protegerlos de la voracidad criminal de los fanáticos islamistas, pero también a no pocos musulmanes igualmente víctimas, y a paseantes y a descreídos, a grandes y pequeños. Vayamos haciéndonos a la idea.
Pero guarde firmemente un convencimiento: que no le cuenten cuentos, no hay culpables colectivos. Y a ese niño no lo ha matado usted.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, señala que la situación del PSOE en Cataluña pasa por refundar el partido:
Ya he comentado aquí el artículo de González contra Juntos por el Sí, los separatistas arrejuntados por La Vanguardia, ahora Antiespañola. Y también dije que sin pedir un frente de partidos políticos, con el PSOE a la cabeza, para frenar el separatismo, me parecía sólo un modo de pedir otra televisión para Cebrián. Más importante es el artículo de Guerra en Tiempo, que repite literalmente lo que algunos venimos denunciando hace décadas: «Las autoridades catalanas vienen practicando una suerte de golpe de Estado a cámara lenta, con la complacencia de los partidos políticos, los medios de comunicación, los sindicatos y la patronal y hasta de alguna entidad deportiva».
Resalta que:
Lo del «golpe a cámara lenta» confirma que Guerra lee EL MUNDO o Libertad Digital. Pero va más allá, exactamente al punto del que yo partí para escribir Lo que queda de España-¡en 1979!- al decir: «La izquierda tiene también su responsabilidad, pues no se ha atrevido a parar un programa que representa el viejo proyecto de la burguesía catalana. Sobrecoge observar cómo los sindicatos bailan el agua a Artur Mas y sus monjas coadyuvantes». Por decir eso se han hartado de insultarme Guerra, González o Montilla, el presidente de una Generalidad tan nacionalista como ésta, pero que Guerra, como González, no cita.
Y finalmente dice que si el PSOE en Cataluña no se refunda, que Guerra y González dejen de estar dando consejos:
Lo del «golpe a cámara lenta» confirma que Guerra lee EL MUNDO o Libertad Digital. Pero va más allá, exactamente al punto del que yo partí para escribir Lo que queda de España-¡en 1979!- al decir: «La izquierda tiene también su responsabilidad, pues no se ha atrevido a parar un programa que representa el viejo proyecto de la burguesía catalana. Sobrecoge observar cómo los sindicatos bailan el agua a Artur Mas y sus monjas coadyuvantes». Por decir eso se han hartado de insultarme Guerra, González o Montilla, el presidente de una Generalidad tan nacionalista como ésta, pero que Guerra, como González, no cita.
Casimiro García-Abadillo, ex director del diario de Unidad Editorial, avanza los tres posibles escenarios postelectorales tras el 20 de diciembre de 2015 (Carlos Herrera dixit en su entrevista a Mariano Rajoy en COPE el 3 de septiembre de 2015):
1º. Un gobierno de coalición PSOE/Podemos, al que podrían sumarse, si es necesario, otros partidos como ERC, Compromís, etc.
En Moncloa se da por hecho que si a Pedro Sánchez le salen los números, incluso aunque el PP logre una ventaja apreciable en escaños, gobernará con el apoyo de Pablo Iglesias.
En ese escenario, el Congreso del PP (previsto para principios de 2016) será movido e implicaría una renovación completa del partido, con la salida de Rajoy incluida.
2º. Gobierno del PP con el apoyo de Ciudadanos. Este es el llamado «escenario central», el más probable, o al menos el más deseado, para el Gobierno. Si se produce, significaría que los populares habrían obtenido en torno a 150 escaños y un 34% de los votos.
La cuestión radica en la capacidad de Albert Rivera para imponer sus condiciones. Y si entre ellas estará, como ha avisado en varias ocasiones, que Rajoy no siga siendo presidente.
La composición del grupo parlamentario del PP va a ser, por tanto, más relevante que nunca, porque podría darse la circunstancia de que los populares gobernaran pero con un presidente que no fuera el número uno de la lista.
3º. Imposibilidad de formar gobierno si no es con un pacto PP/PSOE. En estos momentos, las encuestas dan justamente esa situación. Lo que ocurre es que, al menos de forma explícita, ni el PP ni el PSOE están por apoyar esa gran coalición.
Y avanza que no sería descabellado encontrarnos en una situación de tener que repetir las elecciones:
De no alcanzarse un pacto que, abiertamente, sí ha defendido Felipe González, nos encontraríamos en una situación inédita: habría que volver a convocar elecciones en primavera.