Mucha Cataluña en las columnas de opinión de este 9 de septiembre de 2015 a poco más de 40 horas para el arranque de campaña de las elecciones catalanas, a celebrar el 27 de septiembre de 2015. Y dentro de esta pasión de catalanes, que diría Carlos Herrera, tenemos el enésimo lío de Felipe González, un especialista en decir que donde dijo digo, digo Diego, con su entrevista en La Vanguardia y donde vino a decir que estaría por la labor de definir a Cataluña como nación, desdiciéndose así de lo dicho el 30 de agosto de 2015 en El País.
Arrancamos en ABC. Su jefe de opinión, Jaime González, aborda este paso para delante y dos para detrás del socialismo con respecto a Cataluña:
Puestos a aceptar pulpo como animal de compañía, Cataluña puede ser una «nación» entendida como una realidad cultural, histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa, pero una Nación en sentido jurídico-constitucional (que es de lo que se trata) solo hay una: España. En consecuencia, el único titular reconocido de soberanía es el pueblo español (el pueblo catalán no puede adoptar ninguna fórmula jurídica, porque jurídicamente no existe como tal).
Si la «Tercera Vía» lo que pretende es otorgar sentido jurídico a la «nación» catalana -aunque ahora Felipe González diga que no dijo lo que dice que dijo «La Vanguardia»-, la apuesta socialista de una España federal como remedio al desafío soberanista tendría que pasar indefectiblemente no solo por la reforma del Título Octavo de nuestra Carta Magna (organización territorial del Estado), sino por el artículo 2 de su Título Preliminar, que consagra la «unidad e indivisibilidad» de la Nación española.
Entiende que con esa óptica, la Carta Magna se quedaría desfasada:
Si así fuera, la Constitución perdería su actual fundamento, sentido y razón de ser para convertirse en un cajón de sastre o en la catapulta para que Cataluña y el resto de territorios provocaran una implosión a la carta de lo que entendemos como Estado español. Si la parte se antepusiera al todo, España sería un concepto ambiguo y difuso -una realidad sentimental más que una realidad jurídica- a merced de la voluntad individual de sus distintos territorios. Y si González no dijo lo que dice «La Vanguardia» que dijo, no tengo claro por qué un modelo de Estado federal serviría para que el soberanismo se sintiera más a gusto si lo que le incomoda es España con independencia del modelo de Estado que elijamos.
Y exige tanto a González y Sánchez que se aclaren sobre su idea de España:
Lo que tendría que hacer el socialismo es aclararse, porque entre los desmentidos de Felipe González no desmentidos por Pedro Sánchez (ya van dos en diez días), el PSOE va a necesitar más de tres vías para aclararnos qué quiere hacer con España.
Ignacio Camacho habla sobre el proceso abierto en Cataluña:
La gran ventaja de los soberanistas sobre el resto de los españoles -y por supuesto sobre el resto de los catalanes- consiste en que ellos tienen muy claro el concepto de nación que desean. La construcción nacional es su proyecto unívoco, su bandera emocional, su obsesión histórica: el elemento casi mitológico que da sentido a su acción política. Frente a ese impulso creciente de redentorismo iluminado, España ha ido perdiendo cohesión respecto de su identidad, envuelta en una eterna discusión sobre su estructura territorial, su modelo de Estado y hasta sobre el propio concepto de sí misma. La nación que existe duda más que la que no. Y hasta se siente culpable.
Considera como una anormalidad que los dos grandes partidos, PP y PSOE, discutan sobre el modelo de nación:
Ese interrogante interior de España queda plasmado en el debate de su clase dirigente. En una democracia estable es normal que los dos grandes partidos de gobierno discrepen sobre el modelo de sociedad, pero resulta una anomalía que lo hagan sobre el de nación y aún más que este desajuste esencial quede mediatizado por enfoques ideológicos. En este momento la comunidad española está mucho mejor cosida con lazos afectivos que políticos. Sin embargo un Estado no es un artefacto sentimental sino un sistema administrativo y jurídico. Organizado en torno a unos valores comunes que hoy por hoy, a tenor de los reparos a la Constitución, no parecen del todo definidos.
Y asegura que los separatistas han aprovechado esa grieta para colarse:
El desafío secesionista ha aprovechado esa fisura. Por razones de mala conciencia o sesgada interpretación histórica, la izquierda ha asimilado la idea de unidad nacional a un resabio de la dictadura en vez de a un criterio de igualdad ciudadana. Se la ha regalado a la derecha en vez de disputársela y se ve obligada a compensar esta carencia a base de piruetas intelectuales y ensayos retóricos de fórmulas mal resueltas. Desde el federalismo a la nación de naciones. Los más radicales coquetean con el derecho de autodeterminación sin concretar si lo desean para los pueblos, los territorios o las personas. La campaña catalana parece, en el bando teóricamente constitucionalista, un catálogo de variantes a la carta en el que la coincidencia de principios básicos requiere matices diferenciales vergonzantes y autoexculpatorios. Los soberanistas no necesitan de tornasoles ni terceras vías porque sólo tienen una y tan resuelta que han tirado a la basura el billete de retorno.
En realidad se trata de una cuestión psicológica de remordimiento colectivo. Mientras el independentismo siente orgullo de su fe identitaria al calor del mito de la emancipación, falta una conciencia unionista liberada de complejos. El titubeo de la socialdemocracia ejemplifica ese temblor desasosegado, casi contrito, ante una españolidad integradora y un Estado-nación igualitario. A la vuelta del tiempo ha acabado cuajando con seriedad la broma canovista de que la condición de españoles sólo rige en España para quienes no pueden ser otra cosa.
Ignacio Ruiz Quintano le echa toneladas de fina ironía al enchufe del padre de Rita Maestre en el Ayuntamiento de Madrid:
Dicen que en los Ayuntamientos de Podemos uno nunca sabe si está en un pleno municipal o a la mesa de los novios en una boda en Salones Hiroshima.
Para entender el ambientazo familiar en el Ayuntamiento de Madrid con la abuela Carmena, hay que leer «Familia y vida cotidiana de una elite de poder», un estudio de Ana Guerrero sobre los regidores madrileños en tiempos de Felipe II, período de aristocratización del municipio.
Recuerda el primer gran dedazo de Carmena, su sobrino político:
Don Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, Sobrino Mayor de Cibeles y Campo de las Naciones, Gran Manitú de Pregoneros, Almotacenes, Alarifes y Porteros, ¿qué ha de envidiar del regidor Bernardo de Sosa, sobrinazo de doña Ana de Henao?
Como los de ahora, eran de pocas lecturas («ni siquiera de obras relacionadas con el desempeño de sus funciones»), pues lo suyo era «tejer esa red endogámica que conformaba la oligarquía concejil madrileña».
La partidocracia iba de los Alba a los Éboli, de cuyos juegos salió el poder municipal en Madrid que, de 1560 a 1606, se repartió entre las familias Vargas, Vozmediano, Mendoza, Fernández y Barrionuevo. Como hoy los Maestre.
-Por quanto mi hijo queda tan pobre que con la hacienda que le dexo no podrá pasar, y que es abil para papeles, pido le haga merced de ocupalle…
Y detalla los atributos que ‘ennoblecen’ al clan de los Maestre:
Los Maestre se ennoblecen desde su posición privilegiada en el Ayuntamiento por la tea de Rita («¡Arderéis como en el 36!»), portavoz municipal que presume de «partisana» (?) y que en virtud de la «libertad de expresión» que le otorga la alcaldesa, jueza de España, profanó un lugar de culto despechugada como la libertad de Delacroix, costumbre, la de mostrar los pechos, que chocó al mexicano fray Servando Teresa de Mier, que se encontró aquí a las chonis del 800 con ellos fuera y «con anillos de oro en los pezones». -La familia que reza unida permanece unida -dijo el padre Peyton.
Rita buscando cargos con su tea como Diógenes hombres con su linterna. «Y para papá, Hacienda». A ver, curas, esos cepillos.
En La Razón, Julián Cabrera asegura que hoy el gran problema de Europa no es resolver las ocurrencias separatistas de Mas, Junqueras o Colau, sino la crisis de los refugiados:
No es Artur Mas el principal problema de la Unión Europea; tampoco Oriol Junqueras, ni las ocurrencias de los equipos de Colau o Carmena, ni Bárcenas, ni los «eres», ni la fecha de las elecciones generales entre otros asuntos de nuestro más doméstico día a día. El gran problema con el que se encuentra una hoy más que nunca «Europa fortaleza» es el tsunami de decenas o cientos de miles y puede que en el futuro millones de personas sin la condición de «ciudadanos» que huyen de la miseria o de la guerra.
Apunta que:
En tan sólo unos meses el cuento ha cambiado para quienes desde cómodos cafés de Estocolmo, -incluida la ex comisaria europea Alstrom- fiscalizaban la actuación de la Guardia Civil española en las fronteras de Ceuta y Melilla; ahora el flanco apunta al Este y a la imagen asimilada de los subsaharianos se ha sumado la de cadáveres de niños vestidos como el que nos encontramos en el parquecito de barrio.
Y plantea dos cuestiones que entiende que son fundamentales:
Toda una prueba moral para los hipócritas que en Europa y en España sólo contemplan la foto fija del problema pero no se atreven a atajarlo en su origen y a los que sería idóneo por ejemplo formular dos preguntas:
Una, si estarían dispuestos a ahuecar espacio en su preciado Estado del Bienestar en pos de una causa solidaria mayor. Y dos, si asumirían con todas las consecuencias la necesidad de una intervención en Siria u otras zonas dado que ahí está el origen del problema, porque eso conlleva la inevitable llegada de ataúdes propios. Sería bueno que quienes se rasgan las vestiduras ante la catástrofe humanitaria expliquen a los niños arrumbados en playas, estaciones de tren y cayucos que lo «guay» es el «no a la guerra». Hipócritas.
Iñaki Zaragüeta pone negro sobre blanco las mentiras del presidente catalán Artur Mas:
Josep Goebbels sigue siendo actualidad en el quehacer político del presidente de la Generalitat, Artur Mas, a juzgar por la proliferación de falsedades lanzadas en sus peroratas. Da la impresión de que se está dejando influir cada vez más por algunos de los once principios de propaganda de aquel ministro alemán para la Ilustración Pública y Propaganda. Uno de ellos, el principio de orquestación, el más conocido, «si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad» está vigente, como demostró en su entrevista con Carlos Alsina en Onda Cero, en la que se hartó de repetir que nadie de la UE había dicho que Cataluña saldría de ella si proclamaba la independencia.
Añade que:
Si para él no son nadie Juncker, Cameron, Merkel y demás líderes que han dejado claro ese punto, será que sólo cuentan la opinión de los grandes estadistas Oriol Junqueras y el resto de componentes de «Juntos por el sí». Pero aquella figura clave del régimen alardeaba también del principio de orquestación «cargar sobre el adversario los propios errores o defectos». España es la culpable de todos los males de Cataluña. El Gobierno central es responsable del escándalo de los Pujol. Madrid es el autor del asunto del tres por ciento de Convergència. González, Aznar, Zapatero y Rajoy son los causantes de que Convergència haya bajado de escaños en cada convocatoria electoral con Mas de candidato, descenso que, al estar previsto, pretende enmascarar el día 27 emboscado en la lista única secesionista.
Y remacha que:
Por mucho que cubra los ojos, se tape los oídos -la boca no la cierra- la realidad es como es. Esta vez, tiene garantizado un nuevo fracaso. Así es la vida.
En El Mundo, Raúl del Pozo se centra en las elecciones generales previstas para el 20 de diciembre de 2015 y avanza que se está conformando entre bastidores la gran coalición PP-PSOE:
Con Pablo y César-coadjutores de los sumos líderes, cogujadas con moño de canto melodioso- da gusto hablar. Son inteligentes y humildes quizás porque entraron a mandar sabiendo obedecer. Pablo Casado -de Palencia- y César Luena-de Bobadilla, La Rioja- son los dos maquinistas de la espantosa locomotora electoral que se aproxima. A ellos les consulto, como al oráculo, cuando septiembre pasa deprisa.
Hace un perfil del elegido por el PP para llevar el peso de las elecciones:
El diputado por Ávila, doncel de Mariano Rajoy, paje de Aznar -como aquel joven Adolfo Suárez-, quizás no sea capaz de comulgar sin ganas para ser presidente del Gobierno, pero le puede caer el gordo de Navidad si las estrellas se trastocan. Nació en Palencia; espigado y anguloso, no tiene pinta de haber abusado del lechazo o el cochinillo. Trabajó en un banco suizo, se casó bien. Es discreto, fotogénico y liberal. En los vices -Pablo, Andrea, Maíllo y Maroto- manda el de la moto, Moragas, aunque el cantante del grupo vocal es Pablo. Sustituyeron a Cospedal. María Dolores ha pasado muy buen verano; mientras, su marido Ignacio jugaba al dominó con José María García. No es verdad -me dicen- que Mariano Rajoy le haya prohibido a María Dolores salir en los medios. «Ésas son filtraciones de Moragas, que le gusta organizar enredos», sopla un duende de Génova.
«Pedro Arriola-le digo a Pablo Casado-, el sherpa del presidente, ha comentado que la crisis se llevó por delante a un gobierno y puede llevarse a otro. En todo caso, pronostica que nadie va a sacar mayoría absoluta». «Hay -reconoce- una competición abierta y está en marcha, Soemos, la cocina fusión de la tortilla y la pijota, Pedro y Pablo. El PSOE está dispuesto a pactar con el lucero del alba». Le pongo a Pablo ante un gobierno de coalición aunque no esté en él la lista más votada. «Eso no ha ocurrido nunca en España. Siempre ha gobernado el partido con más votos». «Ha ocurrido en Italia -contraataco- durante 40 años». «Pero en Italia -contesta- el presidente de la República manda mucho. Si Podemos se desploma, el PP puede beneficiarse. El reparto de D’ Hont es laberíntico. La ley es muy cabrona. Los terceros y cuartos no rascan en las circunscripciones grandes y eso puede beneficiarnos».
Y asegura que el socialista ve clara una victoria de los suyos:
A César del PSOE le anuncio lo mismo: «Pedro Arriola ha dicho que las elecciones van a ser muy abiertas. ¿Quién crees que va a ganar?». César o nada, responde. «El PSOE. No hay ninguna encuesta solvente que no dé al PSOE el primer puesto en la intención de voto». Le digo lo de la pijota y la tortilla y él responde: «Más vale que se preocupen de su campaña. En Génova es un clamor que el candidato Mariano Rajoy no tira, mientras Pedro Sánchez es el político más valorado. Se va fraguando una victoria del PSOE; la gente no quiere seguir en el lugar donde sigue parada».
Sin embargo, anuncia a ambos que mientras se retan en el duelo demoscópico, por detrás se está forjando una alianza postelectoral entre sus partidos:
Los dos políticos, Pablo y César, se miran como los pistoleros en la explanada, sin imaginar que alguien está maquinando, en la fragua de herrar a los caballos, el forjado de la Gran Coalición. Desde los establos, escondidos.