Empleo, la corrupción catalana o el programa económico de PSOE son los temas principales que este 23 de octubre de 2015 puede encontrar en las columnas de opinión de la prensa de papel.
Comenzamos precisamente con los líos que se traen Artur Mas y sus mariachis y lo hacemos en ABC con la gracia y la ironía que le pone Carlos Herrera al asunto, un catedrático en esto de hablar de la pasión de catalanes. Deja a toda esa pandilla que han malbaratado la prosperidad de Cataluña de auténtica cloaca:
Ahora no se trata de una declaración exculpatoria acerca de la organización de un referéndum ilegal en la que puedes culpar a los voluntarios y salir del juzgado con los cuatro deditos por delante y tu característica sonrisa de lerdo. Ahora se trata de explicar a la sociedad si le has robado o no dinero para engrosar las cuentas de tu partido y quién sabe si de tu bolsillo y los de otros. Ahora tienes que explicar lo que se recoge en los asientos contables de tu partido, el que tiene la sede embargada, el que ha sido involucrado en procesos con nombre en clave, el que aparece en los cuadernos de cuentas de empresas a las que has concedido obras públicas, el que lleva gobernando el oasis desde que se plantaron las palmeras del mismo. Ahora se trata de dar explicaciones acerca de cuándo se borraron los límites que enmarcaban la moralidad pública, de dónde provenían los millones en donaciones que abigarraban las cuentas de las fundaciones puestas en marcha para albergar la «generosidad» de empresarios catalanes que, a lo que se ve, no querían quedarse fuera del reparto del festín público. Ahora tienes que explicarles todo eso al fiscal y, antes o después, a los catalanes a los que, como toda aclaración, les has balbuceado que eres víctima de caza mayor.
Insiste en que:
Ahora se trata de ver si todo el engranaje de financiación irregular era también la manera que tenía una administración del Estado para financiar el proceso de voladura del mismo. Es ahora cuando las palabras se hacen mayores, de la misma manera que se hicieron ciclópeas para Pujol y sus Pujolets cuando hubieron de reconocer que escondían dinero de la mirada del fisco. Ahí quiero ver al tío, al que se ríe en las pitadas al himno, al que celebra las humillaciones al Rey, al que presume de ser el instigador del proceso independentista que ha fracturado Cataluña en dos. Ahí le quiero ver, silbando con la mirada puesta en el techo del juzgado cuando le pregunten por los millones de Teyco.
Es la hora de juzgar a las élites. Al establishment catalán que de forma tan personal ha establecido el peligroso juego de la independencia. Ahora es cuando tienen que aparecer todos los aduladores de los aprendices de moisés. Ahora es cuando hay que dar cuenta de las décadas de corrupción llevada a cabo por élites sociales al servicio del secesionismo. Es el momento de ver pormenorizadas cada una de las reacciones de los que han estado ahí, de forma activa o pasiva. Ahora entenderemos el porqué de la confluencia de dos fuerzas políticas antagónicas en una lista llamada Junts pel Sí nacida para salvar in extremis a uno de los actores de la movida.
Y remata:
Ahora comprobaremos si es efectiva la consabida técnica de envolvimiento en la «senyera» con la que el nacionalismo septentrional ha querido resolver todos los asuntos relacionados con la mangancia tan dada por esas tierras. Es el momento de comprobar si los palanganeros de ERC van a seguir colaborando en la lista única cara a las próximas elecciones generales o si van a dejar que Convergencia se cueza en su misma salsa miserable, así como si la célebre CUP va a encontrar una excusa creíble para apoyar al muy honorable y beocio president.
Habida cuenta de que esto es lo que dicen los protagonistas de la independencia que la independencia iba a evitar, el robo al que se somete a Cataluña, habremos de ver si son capaces de prestigiar la revolución en la que han involucrado a propios y, también, a algunos inexplicables extraños. A la cloaca parece habérsele acabado la impunidad. Ahora es la hora de dar la cara. Ara es l´ hora, catalans.
Ignacio Camacho también pone la mira en el famoso 3% de las corruptelas catalanas:
El 3 por ciento era una tarifa ajustada. Podían haber cobrado más; el trabajo de liberar al pueblo cautivo es caro y el clientelismo requiere muchos gastos. La tarifa media constituía un regalo si se considera que concedía a los empresarios el privilegio de colaborar con el destino manifiesto de Cataluña. Cualquier patriota sabe que no se puede construir una nación decente con calderilla. La pena es que por culpa de la opresiva legislación española el nacionalismo tuviese que recaudar recursos a escondidas: una causa tan honorable merecía que sus contribuyentes recibiesen al menos un certificado de reconocimiento a sus aportaciones fundacionales.
Apunta que estas prácticas eran más que conocidas por el pueblo que luego iba a las urnas a votar:
Todo el mundo lo sabía, por demás, entre otras cosas porque se trataba de un hábito. En los últimos treinta años de régimen convergente los catalanes se dividían en dos: los que pagaban comisiones y los que las cobraban. Había, sí, una gran mayoría que pagaba sin saberlo porque el importe de las mordidas acababa cargado al presupuesto de los servicios contratados, de tal forma que en la práctica constituyesen una derrama a escote. Así funciona siempre la cosa. Las licitaciones públicas son como las salchichas, que la gente no debería ver cómo se fabrican. En todo caso, a juzgar por la anuencia que buena parte de la ciudadanía catalana concede a sus dirigentes arropando su queja victimista, no parece que existiese mucho desacuerdo con el método. Al menos entre los que consideran que las operaciones judiciales forman parte de una represalia del Estado contra los valientes adalides del prusés soberanista.
Y precisa que estas mangancias se hubieran perpetuado en el tiempo si Artur Mas, en su mesianismo alocado, no hubiese traspasado la barrera del rupturismo:
Tal vez estos tengan cierta razón, en el fondo. Durante décadas el nacionalismo ha utilizado su hegemonía para financiarse mediante un sistema de cohecho y extorsión en el sobrentendido de que existía una suerte de tolerancia -el célebre oasis- condicionada al mantenimiento del statuquo. El acuerdo tácito, que arrancó del escándalo pujolista de Banca Catalana, requería mantener la reivindicación de independencia como un mero horizonte retórico, y tenía vigencia mientras se respetase la línea de ruptura. Sucede que Mas la ha atravesado; envuelto en el delirio mesiánico de la emancipación olvidó que gobernaba bajo cláusulas no escritas. Ha sido él quien ha incumplido ese ominoso trato que el Estado respetaba con la lealtad pragmática de un código mafioso. Y ahora le toca a él y a los suyos hacer frente a las facturas (penales) amontonadas. Pactasuntservanda.
El suyo ha sido un error de soberbia. Ha minusvalorado al adversario creyendo que el demarraje secesionista le permitiría esconder la basura bajo un multitudinario tremolar de banderas esteladas. Cálculo equivocado: el antiguo paradigma moral de la política está hecho trizas y se ha acabado el tiempo de la inmunidad consentida. Ante una corrupción tan evidente ya no hay mitología bajo la que acogerse a sagrado.
Jaime González pone de vuelta y media a un Pedro Sánchez que trata de vender como nuevo un producto como su programa económico que llevaba más tiempo precocinado que las palomitas de maíz:
El «periódico global» abrió ayer su portada con el programa económico del PSOE. Las exclusivas -como la tierra, que diría Emiliano Zapata- son de quien las trabaja. Cuando te pisan una información tan relevante, lo más noble es felicitar al rival e invitarle a seguir profundizando en el periodismo de anticipación, la clave de la supervivencia de un oficio que -de un tiempo a esta parte- abusa demasiado de los precocinados.
El papel de Pedro Sánchez consistió ayer en releer en alto la información que el «periódico global» había conseguido en voz baja, tras arduas negociaciones con el mensajero. No lo hizo mal del todo el secretario general, aunque se limitara a hacer de pregonero. Al fin y al cabo, dijo lo que el «periódico global» dijo que diría. O lo que el «periódico global» le dijo que dijera. O lo que Pedro Sánchez le dijo que dijera al «periódico global» para poder decir «no tengo más que decir».
Detalla que:
Como no es cuestión de perderse en minucias formales, lo mejor es ir al grano. Si lo hubiera, porque el grano del programa económico del PSOE está más inflado que el maíz de las palomitas. Sánchez recuperará el impuesto sobre el patrimonio que eliminó Zapatero por considerar que perjudicaba a las clases medias y subirá los impuestos a las grandes empresas, medida que el socialismo incluye por defecto en todos sus programas electorales desde el comienzo de la democracia, pero no ha terminado nunca de llevar a puerto. La lucha contra el fraude es otro de sus grandes pilares. Como en las elecciones de 1977, 1979, 1982, 1986, 1989, 1993, 1996, 2000, 2004, 2008 y 2011. Sin duda, un pilar de peso muerto con el que Pedro Sánchez vuelve a sorprender por su audacia.
Y sentencia que las propuestas económicas del PSOE son tan previsibles como viejunas:
Los programas económicos del PSOE son tan previsibles como el nuevo periodismo de anticipación. Abusan demasiado de los precocinados. Al menos, podría haber aderezado al plato. En materia económica, el socialismo presume de «socialdemocracia, modernización y reformismo». O sea, grano inflado. Palomitas de maíz. Alberto Chicote lo diría a su estilo: «¡Estas tablas de cortar son tan antiguas que fueron usadas para rodar cabezas durante la Revolución Francesa!».
La Razón dedica un amplio editorial al empleo aprovechando la EPA publicada el 22 de octubre de 2015 y que tan buenos réditos le ha dado al Gobierno de Mariano Rajoy:
El presidente del Gobierno tiene razones para sentirse satisfecho por el balance global de su política económica y de las consecuencias sobre el empleo en la legislatura que toca a su fin. Cogió un país casi quebrado, en recesión y a un paso del rescate, y lo deja, tras cuatro años al frente de la gestión pública, a la cabeza en crecimiento de las principales economías de nuestro entorno y en una dinámica claramente positiva en la lucha contra el paro. Pese a los agoreros y los tergiversadores, los resultados son los que son y no los que unos cuantos inquisidores de la labor de Mariano Rajoy querrían que fueran. La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre, que se conoció ayer, resumió en cifras el resultado de un trabajo bien hecho en una de las etapas de mayor adversidad de nuestra reciente historia de la democracia.
Recuerda que:
Como siempre es positivo comparar la herencia recibida con la que se entrega, es de justicia apuntar que, pese a las pésimas circunstancias financieras, especialmente las del primer año de gobierno del PP, España cuenta hoy con 147.200 parados menos que cuando el presidente Rajoy llegó a La Moncloa a finales de 2011. El número de desempleados se redujo en 298.200 personas entre julio y septiembre de este año hasta dejar la cifra total en 4.850.800 parados, lo que ha supuesto bajar de los cinco millones por primera vez en cuatro años, además de representar la mayor caída en un tercer trimestre de toda la serie histórica. El descenso interanual fue de 576.900 personas, lo cual supuso también el mayor retroceso en este periodo de todos los registrados. Si la lucha contra el desempleo fue histórica en esta EPA, la creación de empleo no lo fue menos. La cifra de ocupados aumentó en 182.200 personas respecto al trimestre anterior, hasta alcanzar los 18.048.700 trabajadores, el mayor incremento en este periodo desde 2006, además de superarse la barrera de los 18 millones, lo que no se lograba desde 2011.
Destaca que:
En este punto, hay que ponderar que se hayan generado más de medio millón de empleos en los últimos doce meses. Lo hasta aquí relatado son hechos y no palabras, cifras de las que se han beneficiado personas, familias, y no buenos deseos e ilusorias promesas. Que ayer los responsables socialistas reivindicaran los resultados de la política económica de la última Administración del PSOE hasta contraponerlos con los del actual Gobierno sólo pudo ser una broma de mal gusto, un insulto a la inteligencia de los españoles o un ejercicio de lealtad ridículo. La izquierda política y sindical tuvo ayer el descaro de reprochar al Gobierno los resultados de la EPA, pasando por alto un balance muy positivo de menos parados, más ocupados, menos paro juvenil y de larga duración o menor número de hogares con todos sus miembros sin trabajo.
Y concluye en que las recetas aplicadas por el equipo de Rajoy han dado su fruto:
Obviamente, el problema estructural del desempleo no ha desaparecido tras la última EPA y estamos lejos de una situación que podamos dar por asumible. El propio Gobierno ha eludido la autocomplacencia, que es la mejor actitud para quien pretende resolver problemas tan serios. Pero la sobreactuación de la izquierda sólo retrata su irresponsabilidad. Lo que queda por delante es un desafío de enorme calado en el que el país se juega buena parte de su futuro. Que el país sea capaz de mantener este ritmo de crecimiento y de creación de puestos de trabajo será determinante. Que se perpetúen las recetas que lo están haciendo posible será clave y en ese sentido el partido en el gobierno ha sido el único que ha demostrado su capacidad para aplicarlas.
Santiago González rebautiza a la llamada lista de Juntos por el Sí, la de Mas, Junqueras y Romeva como Juntos y Revueltos. Faltaría añadir que enfangados y enlodados por el famoso 3%:
Quico Homs se expresa con lenguaje adolescente: Convergència y ERC piensan comparecer el 20-D con una fórmula nueva, guay. «Seremos súpercreativos», dijo. Se van a poner súpercreativos y megaoriginales, pero no se han molestado en pactarlo con sus presuntos socios. De hecho, ni siquiera se lo habían comunicado, porque Junqueras niega conocer esa «fórmula súperimaginativa». Sólo comparando a esta pareja o al trío que forman con Mas puede entenderse que a Junqueras le llamen «el profesor».
Hay más. Juntos y Revueltos va a romper la lógica geográfica de los parlamentos desde la Revolución francesa. Izquierda y derecha fueron así llamadas por su distribución en la Convención. El Parlament va a ser otra cosa. Los 62 diputados de Juntos por el Sí van a ocupar todo lo ancho del Hemiciclo, de izquierda a derecha, en las tres filas siguientes al banco del Gobierno. La oposición tendrá que sentarse a partir de la quinta fila, lejos de Dios, lejos de donde pasan las cosas. Un ejemplo: el jefe de la oposición en el Congreso en la legislatura que agoniza, el joven Sánchez, tendría que sentarse tres filas más atrás, en el escaño de Cayo Lara. No sólo son transversales; también totalitarios.
Rememora que:
Mañana se cumplen 10 años y ocho meses de aquel 24 de febrero de 2005 en que el presidente Maragall espetó a Mas: «Vostès tenen un problema, i aquest problema es diu tres per cent». Mas intervino cabreado como un mono. «Vostè ha perdut completamente els papers (…) Vostè, senyor president, acaba d’engegar la legislatura a fer punyetes». Ninguna de estas dos afirmaciones describía la situación, ni expresaba una posición moral, como casi nada en Mas. Era sólo un tanteo, un ensayo del pacto de no agresión en el sillón del dentista. Diez años largos después, quien había perdido los papeles al meterlos en la trituradora era Andreu Viloca. No contaba con la capacidad de reconstrucción de los especialistas de la Guardia Civil. La segunda aseveración no era cierta. Maragall se la envainó y aquí pau i després glòria.
Lo que es supercreativo en CDC son las mañas. Mas, Homs y los suyos no son gentes inteligentes ni brillantes, según patrones convencionales, pero disfrazan su mediocridad con crueldad e instinto. Ahora hemos llegado al meollo del asunto, al 3%, el epicentro del muladar. Como habría dicho Lee Marvin en El emperador del Norte, el estercolero ha dejado de ser acogedor, porque «hasta la basura de este país se ha convertido en una porquería».
Y termina asegurando que:
Aquel 24 de febrero, el presidente había hecho un disparo al aire, quizá sin pruebas. Ahora, más claro todo ante el último truco de esta tropa, comparecer ante la Diputación Permanente en el último día hábil -a cencerros tapados, podíamos decir si me aceptan la metáfora semoviente-, todos los portavoces de la oposición deberían acordar una intervención común, como sus editoriales: «Senyor president, senyors de Convergència: vostès tenen un problema i aquest problema es diu tres per cent. Més que mai».