LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Ignacio Ruiz Quintano deja sin cuerda a Pablo Iglesias: «Está fundido como un reloj daliniano»

"Snchz tiene una obsesión, la Educación, y una idea (sacada de oír en un «agarrao» a Gabinete Caligari), que Antonio Machado es de Soria"

Ignacio Ruiz Quintano deja sin cuerda a Pablo Iglesias: "Está fundido como un reloj daliniano"
Pablo Iglesias, melancólico.

La tristeza de Pablo Iglesias, por más que él quiera vender lo contrario, las ocurrencias de Pedro Sánchez o el baño de masas que lleva dándose Mariano Rajoy desde el 22 de octubre de 2015 con la celebración del congreso del Partido Popular Europeo en Madrid son los temas esenciales que podrán hallar en las columnas de opinión de la prensa de papel de este 24 de octubre de 2015.

Arrancamos en ABC y lo hacemos con Ignacio Ruiz Quintano que reparte a diestro y, sobre todo, a siniestro:

Con Pablemos fundido como un reloj daliniano y Rivera siempre corriendo como el conejo de Alicia detrás de los expertos (para las collejas Florentino tenía a Valdano, y Rivera tiene a los expertos, que son Garicano), de lo emergente, que en una sociedad devastada como la española ya sólo puede ser el corcho, sólo nos queda Snchz, luz del «Ramiro» y martillo de curas y putas.

Y empieza el festival de palos al líder del PSOE:

Snchz tiene una obsesión, la Educación, y una idea (sacada de oír en un «agarrao» a Gabinete Caligari), que Antonio Machado es de Soria. Para enseñar eso, necesita todo el día, y quita la religión, sin darse cuenta de que huero de religión no se puede entrar, sin ser un zombi, no ya al Vaticano, al Louvre o al Prado, sino al Museo del Jamón (que la «arabista» Gema Martín Muñoz le explique por qué), por no hablar de la sauna «Adán».

-En el rostro equívoco de Rimbaud se confundían Adán y Eva -escribe Ruano-. Él era adámico y ávi-co. La geografía hizo de serpiente, y su propio corazón, de manzana.

El secreto de la vida de Rimbaud se le reveló a Ruano tomando café en un noviembre madrileño: que el ángel fue Rimbaud, que se sedujo a sí mismo, que se ofreció el pecado con un gesto femenil y hubo de caer en el pecado con la ingenuidad del hombre.

Se hace la siguiente pregunta:

¿Cuál es el secreto de Snchz? ¿Quién (y no me miren a «la Lozano») su ángel?

El consenso (cuando el consenso entra por la puerta el Derecho sale por la ventana) es Educación Pública y Gratuita (la paga un mago, dicen en Twitter) y Religión Privada y de Pago.

Para Antonio Machado, precisamente, Adán fue el único poeta feliz, porque él sí estrenó, de veras, las palabras. Pero, sin religión (los tontacos útiles que hablan de «religión privada» no saben que la anti-Ilustración, con su pancismo, su cerrilidad y su superstición, le fue arrebatada a la Iglesia, hace tiempo, por la Universidad), nuestra educación pública sólo da para que sus hijos, al pasar por delante de un cartel de «Adán», lo tomen por un bar de Mourinho.

Ramón Pérez-Maura se parte la caja, literalmente, con el nuevo partido de izquierdas surgido en España y que no deja de ser otro conglomerado más de pequeños partiditos. Aquí confluyen Baltasar Garzón, Beatriz Talegón o Federico Mayor Zaragoza:

No paramos de mejorar. Baltasar Garzón, que sigue empeñado en salvar al mundo entero, apadrina ahora una candidatura llamada simplemente La Izquierda. Tan genérico y amplio nombre incluye a grupos como Convocatoria Cívica, del propio Garzón, y Somos Izquierda, de Beatriz Talegón, de quien la última vez que tuvimos noticia militaba en el PSOE. Partido que con la llegada de Irene Lozano ya no debe de ser «La Izquierda» mismamente, sino otra izquierda. La gran aspiración de esta La Izquierda es sumarse a Izquierda Unida, que también es otra izquierda. Es decir, sus aspiraciones son modestas, porque, si su pretensión es unirse a una coalición que está al borde de quedar como extraparlamentaria, es que sus sueños de grandeza son francamente limitados. Realismo puro.

Explica que:

Mas cuando uno averigua un poco más, descubre que en realidad La Izquierda aspira a pescar en todos los segmentos políticos, porque entre sus padrinos está nada menos que el valeroso falangista Federico Mayor Zaragoza, que llevaba tanto tiempo de bajo perfil que algunos creíamos que se había quedado mudo. Esperemos que a la presentación de La Izquierda don Federico acuda luciendo en la solapa su venera de la Orden de Cisneros. Esta es una orden que fue creada por decreto del 8 de marzo de 1944, durante la oprobiosa. Con ella se decidió premiar los servicios de quienes hubieran demostrado un «alto espíritu de entrega en las tareas de engrandecimiento de la Patria» durante el régimen del general Franco. Él mismo, como Jefe Nacional del Movimiento, era el Gran Maestre de la Orden y Jefe Supremo de la misma.

Hace una semblanza de quién es en realidad Mayor Zaragoza:

Mayor Zaragoza, leal hasta el final, recibió la Orden de Cisneros en el último minuto del partido: 17 de julio de 1975, según atestigua el Boletín Oficial del Estado, con la firma del mismísimo Francisco Franco y el refrendo del ministro secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz. Sería entrañable que Mayor Zaragoza acudiera el próximo lunes a la presentación de La Izquierda luciendo esa venera que está formada por una cruz, entre cuyos brazos se abren haces de cinco flechas y en el centro el Águila de San Juan apoyada sobre el yugo de los Reyes Católicos. A lo mejor, en ese momento, sus compañeros de La Izquierda podrían aprovechar la presencia de los medios de comunicación que tanto ansían para aplicar a Federico Mayor Zaragoza la Ley de la Memoria Histórica que puso en marcha su admirado José Luis Rodríguez Zapatero.

Y ya puestos, Baltasar Garzón, el precursor de la justicia universal, podría pedir a su íntima amiga la juez argentina María Romilda Servini de Cubría, que dedica algunas de sus horas a perseguir a cualquier ser vivo que fuera franquista en su día, que se apareciese en la presentación de La Izquierda acompañada de la Policía judicial y procediera a la detención de Mayor. Lo que más le puede importar a Garzón, la notoriedad pública, estaría garantizada. Para Mayor Zaragoza el arresto sería un sacrificio menor, tras todos los que él hizo por la democracia. Se sacrificó para ser rector de la Universidad de Granada denunciando por comunistas a los candidatos que le habían derrotado en la eleccion. Aceptó el nombramiento como subsecretario de Educación que le hizo Cruz Martínez Esteruelas y, con harto dolor de su corazón, cerró la Universidad de Valladolid todo el curso 1974-75 porque ¡habían tirado un huevo al rector!

Y remacha:

Esto de La Izquierda nos puede dar grandes tardes de gloria. Por favor, una foto de Garzón y Mayor Zaragoza con la Orden de Cisneros…

Ignacio Camacho comenta el baño de masas que se está dando estas jornadas Mariano Rajoy en el contexto del congreso de los populares europeos y asegura que luego le va a costar someterse al particular criterio del votante español, poco acostumbrado a estas muestras de lisonjear a un dirigente político:

Han tenido que venir los conservadores europeos para que Rajoy escuche piropos que jamás ha cosechado en España. El grito de «¡Viva Mariano!», proferido por su colega irlandés, no lo ha oído el presidente español ni cuando avanzaba imparable a recoger el poder entre los escombros de Zapatero. Nuestro primer ministro es un político que puede merecer confianza por sensato, por templado o por paciente, virtudes que lo llevaron al Gobierno y hasta quizá le valgan para una apretada reelección; lo que jamás ha despertado entre sus compatriotas, si siquiera entre sus conmilitantes, es entusiasmo. Por eso la aclamación foránea, justo al final de su difícil mandato, ha debido sentarle como una sesión de baño y masaje. Bien es verdad que era el anfitrión de una reunión de partidos homólogos pero después de una legislatura tan amarga el espaldarazo palmoteador de Merkel, Sarkozy y compañía le habrá resultado confortante. En política el halago nunca debilita, sobre todo cuando es infrecuente.

Precisa que:

Si las elecciones de diciembre fuesen en Europa, Rajoy saldría proyectado como indiscutible favorito. En la esfera comunitaria, de dominante mentalidad tardocalvinista, prevalecen muchos de los valores que encarna y defiende: la disciplina fiscal, el control del gasto, las reformas liberales. Ahí afuera le ven como un líder capaz de afrontar la crisis con orden y método, y contemplan con satisfacción sus números macroeconómicos sin meterse en detalles. Un gobernante que transforma una pavorosa recesión en un crecimiento del tres por ciento (ejem, no hablamos de Cataluña) merece indiscutido aplauso entre la clase dirigente de la UE. Lo reelegirían sin dudar un ápice. El problema es que donde se presenta candidato es en España y, como señalaba ayer con zumba aragonesa Luis del Val, España está llena de españoles.

Y añade que a Rajoy se le considera en España de muchas maneras, salvo de ser alguien popular:

Y los españoles se gustan a sí mismos considerándose de izquierdas. Lo dicen los estudios del CIS desde la Transición: la mayoría se autoubica en el centro-izquierda, el espacio de la socialdemocracia. Entre el 4,5 y el 4,7 de una escala de 10… en la que sitúan al PP cerca del 8, derecha-derecha. Eso para empezar. Luego resulta que somos gente quisquillosa, que si encuentra trabajo o ve disminuir el paro piensa que se trata de empleo de baja calidad. Aquí tiene fuerte arraigo la idea del Estado proveedor, la protección social, y lejos de considerar la austeridad una virtud tendemos a tomarla por una catástrofe. Además, nos van los liderazgos carismáticos, mesiánicos, empáticos y demás esdrújulos telegénicos. Por último, hemos visto de cerca cómo afloraba una corrupción que en cualquier país europeo hubiese tumbado a más de un Gabinete. Resultado: Rajoy sería mucho más valorado si ocupase el puesto de, por ejemplo, Juncker. Porque de popular, lo que se dice popular, esta ingrata legislatura no le ha dejado a su partido más que el nombre.

En La Razón, Juan Ramón Rallo le ajusta, y nunca mejor dicho, las cuentas a Podemos y sus cálculos fiscales:

El programa económico de Podemos prevé incrementos gigantescos en el gasto público: revertir los recortes de los últimos años, rebajar la edad de jubilación a los 63 años,aumentar la contratación de empleados públicos, acrecentar la inversión pública o implantar un amplio sistema de rentas mínimas de inserción; todo lo cual implicaría un coste anual de unos 100.000 millones de euros, lo que equivale a casi el doble de lo que recaudamos por IVA. ¿De dónde pretende extraer Podemos semejante cantidad de recursos sin saquear todavía más a la población?

Revala que:

Esta semana nos lo reveló uno de sus asesores económicos más destacados: el profesor Vicenç Navarro. Según afirmó Navarro, «si los súper ricos españoles pagaran tantos impuestos como en Suecia, recaudaríamos 150.000 millones de euros». Albricias: apenas forzando a nuestros avariciosos milmillonarios patrios a que pagaran como en Suecia, incluso nos sobrarían varias decenas de miles de millones. ¿Cómo no se nos habrá ocurrido antes? Tal vez, porque las cuentas son totalmente erróneas: en 2015, el Estado español logró unos ingresos equivalentes al 37,7% de su PIB, mientras que el Estado sueco ordeñó una recaudación del 48,5% del PIB. Estos 10,8 puntos de diferencia entre todos los ingresos estatales de Suecia y de España (no sólo los referentes a los súper ricos) equivalen a unos 120.000 millones de euros: por debajo de los 150.000 que imputaba Navarro sólo a los ricos.

Y concluye que:

Claro que podría pensarse que, si la mayor parte de esa recaudación adicional procede de sablear a los más acaudalados, todavía sería posible arrancar un buen pellizco de capital a los ricos. La realidad, sin embargo, es muy distinta: si trasladáramos la fiscalidad sueca a España, el «capital» pagaría 30.000 millones de euros menos en impuestos, los consumidores tendrían que abonar unos 45.000 millones más en impuestos (en Suecia la mayoría de productos están gravados con un 25% de IVA); y el resto correría a cargo de todos los trabajadores (incluidos los parados), quienes soportarían entre un 8% y un 12% más de impuestos sobre sus salarios. No por casualidad, la OCDE considera que el sistema fiscal sueco es uno de los menos progresivos del mundo (incluso menos que el de EEUU): el 10% más rico de la sociedad sueca se queda con el 25% del PIB y paga el 25% de los impuestos. Proporcionalidad total. En definitiva, los 150.000 millones de euros que aspira a recaudar Podemos son un completo unicornio fiscal.

Enric González, en El Mundo, da por amortizado a Mariano Rajoy. Según su criterio, el presidente tiene ojos de Bambi, sabiendo que sin mayoría suficiente su destino está fuera de la Moncloa:

Mariano Rajoy empieza a poner ojitos de Bambi. Es extraño. Tal vez me equivoque, tal vez sea una impresión errónea, pero creo percibir un cierto parecido entre el Rajoy de ahora y el José Luis Rodríguez Zapatero de 2011: la mirada de estupefacción, la sonrisa congelada, el aura de la soledad en torno a un cuerpo levemente encogido, los aplausos impostados alrededor, el gesto furtivo de los acompañantes, la prisa, entre solícita y fastidiada, de los colaboradores. Es extraño, insisto. Debe ser que me equivoco.

La de Zapatero fue una agonía lenta. Soportó, y tuvimos que soportarle en ello, una legislatura completa en estado de shock, arrollado por la realidad, atónito ante un desastre que probablemente consideraba ajeno a su propia actuación. La crisis le pasó por encima. No de forma tan devastadora como pasó por encima de millones de ciudadanos, por supuesto, pero Zapatero se llevó lo suyo.

Insiste en que:

Lo de Rajoy, ya digo, es extraño. El hombre lo tenía todo previsto: inicio de la recuperación a finales de la legislatura, presupuestos con trampa (los nuevos recortes quedan para el próximo Gobierno), despeje de los juicios por corrupción hasta el año próximo, debilidad del PSOE y una campaña electoral tan sencilla como efectiva: aquí Mariano Rajoy, el hombre que salvó España de los hombres de negro. (Por causa sobrevenida, intentará también que se le vea como el hombre que salvará España de los separatistas.)

Ha sufrido imprevistos, cierto. Bárcenas no entraba en los planes. Tampoco Rato. Pero, en fin, ha hecho lo previsto. Lo que le han mandado. Los resultados no son buenos, ni en desempleo, ni en deuda; por otra parte, está fuera de duda que España respira un poco mejor que en 2012. Los sondeos indican que ganará.

Y saca a relucir su hipótesis:

Entonces, ¿por qué la mirada de Bambi? Avancemos una hipótesis. Cabe suponer que el PP no obtendrá una mayoría suficiente y que necesitará el apoyo de Ciudadanos o del PSOE. Cuesta poco aventurar que el PP tendrá que ofrecer algo a cambio del apoyo. ¿Qué puede ofrecer? Podría pagar los votos parlamentarios con poder, pero eso implicaría algún tipo de coalición y, por consiguiente, de desgaste para el partido prestatario. Podría ofrecer un cambio en las políticas gubernamentales; en la práctica esa opción resulta improbable, dado que desobedecer las consignas de Bruselas y Berlín conduce al despeñadero. Lo más fácil podría acabar siendo, para el PP, pagar con la cabeza del propio Rajoy. Con esos ojitos de Bambi.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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