LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Ignacio Camacho dice que «este pulso exige vencedores y vencidos» y «es evidente que España no puede salir derrotada»

"Por tanto, no basta con desactivar el golpe; es menester que no quede impune"

Ignacio Camacho dice que "este pulso exige vencedores y vencidos" y "es evidente que España no puede salir derrotada"
Artur Mas. CT

Cataluña acapara portadas, editoriales y columnas de la prensa escrita este 10 de noviembre de 2015.

En la portada de El País reza el siguiente titular: «La mitad de Cataluña rompe con la democracia española». Y es acompañado de un editorial que dice ‘Firmeza y política ante la insurgencia’.

ABC apuesta en su primera plana por ‘La hora de la ley’ y el editorial es ‘Una traición que exige respuesta’ mientras que El Mundo se decanta por ‘El Estado responderá a Mas ‘solo con la ley, pero con toda la ley».

La portada de La Razón es muy simple: ‘Estado de Derecho’. Y aglutina los primeros párrafos de su editorial.

En la portada de La Vanguardia se puede leer: ‘Mas consuma la ruptura para conseguir el apoyo de la CUP’ y acompaña dicho titular con el editorial ‘Por la rectificación’.

Por columnistas, Victoria Prego en El Mundo titula ‘No podemos perder ni siquiera un poco’

Por lo tanto, el Gobierno no tiene que ocuparse más que de tomar las medidas que logren frenar un disparate que cabalga sobre la mentira, la fantasía y la manipulación. Un ejemplo de esto último fue el discurso del presidente de la Generalitat, que se enfangó en promesas impropias de una intervención de esta naturaleza y se puso a hacer promesas absurdas con el único propósito de engatusar a los de la CUP y ablandar su negativa cerrada a votar su investidura.

[…] Mas necesita seguir sacando la cabeza fuera del agua como sea pero el agua ya le llega a la barbilla. Y ayer se le vio chapoteando al tiempo y suplicando el socorro de aquellos a los que no hubiera dirigido ni una triste mirada hace no tanto tiempo, pero que pueden ser su salvación. Estamos ante una operación desesperada de supervivencia.

[…] Pero también estamos ante una amenaza evidente para la continuidad de la nación española como el espacio que ampara a unos ciudadanos libres e iguales. Y aquí entra la incógnita suprema de qué va a ir haciendo el Gobierno en respuesta a un duelo que ha hecho más que empezar. El Estado no puede salir derrotado, ni siquiera herido, de este lance. No puede porque, de ser así, se hundiría y España desaparecería entonces como la nación que lleva cinco siglos existiendo y que desde hace 40 años ha ido alcanzando uno de los momentos más provechosos de su Historia. Por eso la tarea del Gobierno es delicadísima. Y no sabemos cómo la va abordar, con qué posibilidades de éxito y con qué costes para todos los españoles. Contengamos el aliento porque esta es una batalla que no podemos de ninguna manera perder. Ni siquiera un poco.

Casimiro García-Abadillo titula en su Hoja de Ruta ‘Camino de espinas’:

Mas prometió ayer en su discurso de investidura un «camino de espinas» a los catalanes, horas después de que 72 de los 135 miembros del Parlament aprobasen una declaración de «inicio del proceso de creación de un estado catalán en forma de república».

Buena parte de su intervención estuvo destinada a prometer una Cataluña con mejores servicios, educación, cultura, transportes, infraestructuras, empleo… etc. si se pone en marcha la independencia. En ningún momento cuantificó el coste de esa Arcadia feliz ni tampoco de dónde sacaría el dinero para financiar ese generoso estado del bienestar.

Nunca había visto antes una puesta en escena tan maniquea, tan falta de realismo, tan falsamente apocalíptica. El Estado español, para Mas, representa la maldad absoluta, mientras que Cataluña es un compendio de virtudes.

En su Canela Fina, Luis María Ansón titula ‘Sin paños calientes’:

Los españoles zumbones se cachondearon del presidente del Gobierno llamándole Rosita la Pastelera. La pasividad abúlica, la desganada displicencia, el desdén por el desdén, la excesiva moderación, la inquietante pachorra, la tendencia ineluctable a no hacer nada, la incapacidad, en fin, para tomar decisiones caracterizaron a Francisco Martínez de la Rosa. Ninguna desgracia mayor para una nación que un Gobierno débil. El poder ejecutivo exige hombres dispuestos a asumir riesgos como Winston Churchill o mujeres capaces de enfrentarse a las coacciones políticas o sociales como Margaret Thatcher.

El desafío de un sector de la clase política catalana, consumado ayer en el Parlamento autonómico, precisa de una respuesta firme y fulminante. Se terminaron las medias tintas. Se acabaron los paños calientes. Estamos en el mediodía del órdago secesionista, las doce en punto de una alarmante catástrofe histórica. Hora es de mostrar en todo su esplendor la fortaleza del Estado de Derecho, frente al golpismo civil.

En ABC, Ignacio Camacho comenta lo siguiente en ‘Alta tensión’:

Es una provocación, pero también una sedición. Como desafío, hay que ganarlo; como rebelión, hay que castigarla. Se trata de un levantamiento de las instituciones de Cataluña -el Parlamento autonómico es a día de hoy, con el Gobierno en funciones, el único poder en ejercicio en la comunidad- contra la soberanía española y las leyes del Estado, y eso se llama golpe. Por tanto, no basta con desactivarlo; es menester que no quede impune. Este pulso exige vencedores y vencidos y resulta evidente que España no puede salir derrotada.

Acostumbrado como está a contar con la laxitud desmayada de un Estado de tendencia contemplativa, el soberanismo ha de empezar a entender que se ha acabado el tiempo de las actitudes pusilánimes. Que los españoles demandan a su Gobierno, a sus partidos y a sus instituciones el ejercicio contundente y explícito de su papel de salvaguarda de los derechos y las libertades. Y que ante una agresión a la concordia colectiva no se van a conformar con un papeleo de abogados. Las autoridades catalanas han rebasado todos los límites de la deslealtad y esa conducta inamistosa reclama la aplicación de toda la pujanza civil del Estado.

Hermann Tertsch titula ‘Mal momento para la farsa’ una columna en la que asegura que «no podía elegir Artur Mas un momento peor para su huída definitiva hacia delante y asumir ya evidentes responsabilidades penales». El columnista cree que al presidente en funciones de la Generalitat «ya no va a poder salvarle ni el Gobierno de Mariano Rajoy que por evitar el conflicto y por sus ansias infinitas de armonía ha dejado que [Artur Mas] llegara tan lejos».

Cambiando de periódico, Antonio Elorza titula en El País ‘Catalunya: ante el abismo’.

Posiblemente resultaba menos costoso parar el tren antes de que llegara a esta estación, donde el retorno es prácticamente imposible. A la vista de una situación donde ya no cabe, para los independentistas, aceptar compromisos que encaucen constitucionalmente su aspiración, ni para el Gobierno proponer una negociación desde otras posiciones de fuerza que las que llevan al artículo 155, resulta lícito pensar en la pertinencia de que la reforma legal que asigna al Tribunal Constitucional facultades ejecutivas frente a la desobediencia de las instituciones de Barcelona, hubiese entrado en vigor antes de la fantasmagórica consulta alegal/ilegal del pasado año.

Todo esto tiene que ver con el propósito, no de interrumpir una trayectoria ya irreversible, sino de abrir tiempo para una necesaria negociación. La huida hacia adelante del bloque independentista, si no es interrumpida por sus esperpénticas fracturas internas, no puede detenerse sin graves costes para sus componentes. En la vertiente opuesta, aquí no cabe el stand by.

El referéndum en 2016 no es salida, dada la situación política de Cataluña, nada propicia para un debate pluralista. Nuestros politólogos a la violeta de Podemos debieran saber que no hay condiciones democráticas hoy para un referéndum, por añadidura constitucional, con un ambiente independentista que sofoca toda otra alternativa (la inspirada en el sentimiento dual de identidad, por ejemplo).

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Roberto Marbán Bermejo

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursa el grado de Ciencias Políticas por la UNED, fichó en 2010 por Periodista Digital.

Lo más leído