LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Jaime González: «El mal de Occidente es no haber diseñado un plan de ataque integral contra el yihadismo»

"Si el yihadismo es una amenaza global, todo lo que supongan respuestas parciales es parchear el problema"

Jaime González: "El mal de Occidente es no haber diseñado un plan de ataque integral contra el yihadismo"
Un policía francés patrulla las calles de París tras los atentados. 13-11-2015

La masacre nocturna de París de la noche del 13 de noviembre de 2015 no es, por cuestiones meramente logísticas, el tema principal que encontrarán este 14 de noviembre de 2015 los lectores en las columnas de la prensa de papel.

Aún así, hay diarios como el ABC o El Mundo donde sí hay editoriales y alguna que otra reflexión rápida sobre lo sucedido en la capital francesa con la carnicería yihadista que, según las fuentes que se consulten, puede haber dejado alrededor de los 150 fallecidos

Arrancamos en el diario de Vocento y lo hacemos con su director, Bieito Rubido, que considera que lo sucedido en París es, en definitiva, una guerra en la que está sometido el mundo occidental:

El terror golpea de nuevo en Europa. La matanza de ayer en París nos sitúa una vez más frente a la guerra que libramos por defender nuestros valores ante la dictadura irracional que hoy representa el yihadismo. No por haberlo dicho muchas veces, deja de tener relevancia, el yihadismo es el gran enemigo de Occidente, ahora y durante muchos de los años venideros.

Explica que los atentados llegaron justo cuando el producto periodístico estaba prácticamente listo:

Este periódico estaba construido de arriba abajo, incluidos este comentario, y la actualidad, instalada en su eterno caos, nos azotaba de nuevo con el aldabonazo de distintos atentados en el corazón de la capital francesa. En las últimas horas, el viento de la noticia cayó sobre las mesas de redacción como un grito de pánico. El terrorismo no es más que una forma de pelear y se distancia de la representación de los objetivos que explican y agotan un conflicto.

Concluye que:

Detrás de esa forma de lucha se esconde toda una escala de valores, totalmente enfrentada a la nuestra. Lo inaudito es que cuando creíamos que el hombre había avanzado más que nunca en su capacidad de civilizarse, probablemente tengamos que reconocer que estamos en guerra, más allá de la forma de pelear.

Por su parte, el jefe de opinión de ABC, Jaime González, sacude de lo lindo a esos analistas de urgencia que enseguida tiran de tópicos manidos para explicar lo sucedido en París:

Las primeras informaciones procedentes de París ya venían envueltas en una certeza de tragedia. En la radio, alguien desgranaba la insufribe letanía de tópicos: que si la invasión de Irak, que si los bombardeos sobre Siria, que si la inadaptación de las terceras generaciones de jóvenes franceses de origen islamista… Su voz repicaba la habitual cadena de lugares comunes que acompaña cada atentado terrorista.

Precisa que:

«Hay que preguntarse por el origen del problema», decía el analista mansurrón, como si la nueva matanza en la capital francesa fuera consecuencia directa de las desigualdades sociales y de la penosa infancia vivida por los asesinos. No sabía quiénes eran y ya era capaz de construir esa infame teoría según la cual todo verdugo fue anteriormente víctima. La bobalicona cháchara del analista mansurrón fue interrumpida por la última hora procedente de París. Ya no eran dieciocho los muertos, sino cerca de cuarenta. «Es terrible», dijo. Luego suspiró y -como si el balance provisional de lo ocurrido corroborara su prédica- lanzó al aire la frase que entrecomillo como muestra de la pusilanimidad intelectual del personaje: «Tenemos que reflexionar sobre la vulnerabilidad de Occidente y replantearnos qué estamos haciendo mal, porque está claro que la política del diente por diente no ha funcionado». Otro que se apunta a bucear en los orígenes del mal para encontrar el por qué de la pulsión criminal del asesino. Otro necio metido a psicoanalista del terror.

Subraya que:

En realidad, uno de los grandes males de Occidente -acaso el mayor- es haber perdido el tiempo diseñando estrategias de defensa, en lugar de diseñar un plan de ataque integral contra el terrorismo islámico. Si el yihadismo es una amenaza global, todo lo que supongan respuestas parciales es parchear el problema. La política diletante es tan perniciosa como los argumentos del analista mansurrón de la radio: «Tenemos que reflexionar, porque el diente por diente no funciona». No funciona porque Occidente no se ha quitado todavía la costra de los ojos. Mañana nos manifestaremos cogiditos de la mano, lanzaremos cuatro conmovedoras proclamas condenado el terror y nos volveremos a preguntar qué hicimos mal para que nos tengan tanto odio. Y si descubrimos que a uno de los asesinos le hacían burla en el colegio, gritaremos «¡Eureka!». No, no es verdad que «Todos somos Charlie Hebdo», pero sí que somos -unos más que otros- gilipollas.

En su editorial, ABC habla sin tapujos de una Europa en guerra:

Los ataques terroristas que el 13 de noviembre de 2015 sufrió París suponen un salto cualitativo y cuantitativo de la estrategia yihadista contra las sociedades europeas. Los autores de las masacres en la capital francesa actuaron como una guerrilla terrorista que buscaba causar el mayor número de víctimas y demostrar, al mismo tiempo, una alta capacidad de organización, preparación y ejecución de los atentados. A pesar de las medidas de seguridad desarrolladas en Francia tras el atentado contra la sede de «Charlie Hebdo» los terroristas han podido preparar un golpe de mano que clava en el corazón de Europa un escenario de guerra sin precedentes.

España vivió el 11-M y pareció que el terror del islamismo integrista había tocado techo, pero no ha sido así. Los atentados de ayer en París obligan a todos los gobiernos europeos a preguntarse si sus políticas contra el yihadismo son suficientes y si no es el momento de asumir que Europa vive un estado de guerra. En los años treinta del siglo pasado, las sociedades europeas creyeron que el nazismo sólo sería una amenaza sin trascendencia y acabó asolando Europa. Hoy, el enemigo de nuestras libertades y derechos, de nuestras democracias, de nuestros códigos de valores ha cambiado de apariencia, pero no de objetivos. El terrorismo yihadista no es una delincuencia agravada, ni un fenómeno pasajero. Es la avanzadilla criminal del nuevo yugo que pesa sobre los europeos y al que hay que responder policial y militarmente.

Indica que:

Los atentados en París nos ponen en esa alternativa que tan poco gusta a ciertos sectores de las opiniones públicas europeas: o ellos o nosotros. No hay margen para la negociación, ni el consenso, porque asesinos como los que el 13 de noviembre de 2015 sembraron de terror la capital de Francia no buscan objetivos políticos, ni ofrecen alternativas discutibles. Quieren sencillamente nuestra esclavización y no debemos tolerarlo.

Las dimensiones de los ataques en Francia dan muestra de la determinación de un enemigo que no tiene plan de fuga, que mata y muere matando porque además de segar vidas, busca humillar a los gobiernos europeos y demostrar a los ciudadanos que sus Estados no son capaces de asegurar sus vidas y libertades.

Añade que:

Por eso hay que responder de forma contundente, empezando por la formación de una coalición militar a gran escala que erradique por completo a Estado Islámico de los territorios en los que ha conseguido instalarse, financiar su expansión, formar a terroristas europeos y extender el terror por el Oriente Próximo, hasta unas costas norteafricanas desde las que puedan divisar suelo europeo sin esfuerzo. No bastan los bombardeos selectivos, ni los apoyos tácticos a kurdos e iraquíes. Antes o después, las democracias amenazadas tendrán que sacudirse el temor al sacrificio y mandar tropas para que combatan sobre el terreno a los mismos que ayer, en París, atacaron Europa.

Internamente, los gobiernos europeos han comprobado que no son suficientes los mecanismos habituales de los ordenamientos jurídicos para establecer sistemas de prevención eficaces. Si Europa quiere seguridad tiene que aceptar los costes de unas políticas antiterroristas que, sin duda, afectarán nuestra libertades. Pero los muertos que ayer jalonaban París ya no las disfrutarán nunca más y esto es lo que ahora cuenta. A amenazas de excepción, leyes de excepción, con las garantías necesarias para no perder nuestra identidad como Estados de Derecho, pero con el realismo suficiente para combatir a quienes sólo tienen como opción la destrucción de la civilización europea, cristiana y democrática.

Y concluye que:

La unidad política es imprescindible para cerrar las fisuras por las que los Estados pierden fuerza frente a sus enemigos. No son horas para medir los réditos políticos de apoyar o no medidas de fuerza militar o policial, sino para juntar voluntades que hagan fracasar el primer objetivo de los terroristas: sembrar el miedo y desánimo.

Quizá sea bueno recordar en este trance las apelaciones a la fortaleza moral de las democracias y hacer nuestras aquellas palabras de Churchill que pedía a los ingleses combatir a los nazis en las playas, en las calles y en los campos. Que no nos confunda el nuevo rostro del totalitarismo del siglo XXI, porque hay que acabar con él como Europa acabó con el nazismo.

Por su parte, El Mundo, haciendo un paralelismo con lo sucedido con la matanza de Charlie Hedo, titula su editorial diciendo que ‘Hoy París somos todos’.

París quedó paralizado anoche por al menos seis atentados simultáneos que provocaron más de 100 muertos. El primero de los escenarios fue el estadio de Francia, donde se produjeron explosiones en sus inmediaciones. El presidente Hollande, que asistía al amistoso entre Francia y Alemania, tuvo que ser evacuado mientras los espectadores permanecían en el centro del campo, sin poder salir. El segundo de los atentados fue en una sala de espectáculos donde actuaba un grupo musical, con decenas de rehenes en su interior. Y los restantes, en una cafetería y otros lugares públicos donde al parecer los terroristas dispararon indiscriminadamente contra los ciudadanos.

El Gobierno francés decretó el estado de sitio en medio de una gran confusión y, en el momento de cerrar esta edición, lo único que se puede afirmar es que los autores pertenecen a un grupo islamista radical.

Subraya que:

Sean cuales sean los motivos de su acción, no hay justificación posible a una masacre de estas características, que vuelve a poner de relieve la vulnerabilidad de nuestras ciudades y de nuestro modo de vida frente a la barbarie.

Desde este periódico, nos solidarizamos con todas las víctimas de la capital francesa y hacemos llegar nuestras condolencias a sus familias en medio del estupor que nos embarga. París hoy somos todos. Lo único que cabe decir es que todos los países de la Unión Europea y del mundo civilizado deben unir sus esfuerzos para acabar con la lacra del terrorismo, porque lo que hoy sucede a cientos de kilómetros de nuestros hogares, puede ocurrir mañana a unos pocos metros de donde nos creemos seguros.

Y asegura que no se puede ceder ante el chantaje de estos terroristas:

No se puede ceder al chantaje del terrorismo y lo único que cabe en estos momentos es responder con la máxima firmeza y unidad de todas las fuerzas políticas democráticas a esta amenaza que hemos padecido durante tanto tiempo en España.

Hay que combatir al terrorismo en todos los ámbitos y en todos los rincones donde se esconden sus secuaces. Y hay que hacerlo de manera racional y coordinada, ya que no es posible una respuesta efectiva que no parta del hecho de que estamos ante un fenómeno global.

El terrorismo es ciego y golpea donde menos se le espera. Pero puede ser derrotado si existe una movilización ciudadana y una cooperación de los Gobiernos para derrotarlo. Es la hora de la solidaridad y de las respuestas firmes a este intento de destruir nuestros valores y nuestro sistema de vida. No lo conseguirán jamás.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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