El resurgimiento del clan del ‘No a la guerra’, que se manifestará el 28 de noviembre de 2015 por las calles de Madrid, es motivo de reflexión de gran parte de los columnistas de la prensa de papel este 25 de noviembre de 2015.
Como siempre, la izquierda caviar y ‘zejatera’ vuelve a tener un especial olfato para elegir sus causas. Lo que pasa es que en esta ocasión yerra el tiro porque España no ha enviado ni una sola barca del estanque del Retiro a luchar contra los yihadistas. Pero los de esta plataforma volverán a recuperar sus gastadas y descoloridas pancartas de 2004…y si cuela, cuela.
Comenzamos en ABC y lo hacemos con Antonio Burgos que pone a toda esta pandilla de vuelta y media:
No es cierto que el Clásico lo ganara el Barcelona. He de matizar que para mí el Clásico, cada cual en lo suyo, es Platón en Filosofía, Leonardo en Pintura o Mozart en Música. Pero aceptemos pulpo como animal de compañía…
-El mío, que sea a la gallega: pulpo de feria, en honor de Rajoy…
-Pues el mío a la gaditana: pulpo de trasmallo a la plancha con su piriñaca, a la salud, camarada, de Kichi.
Aceptado el pulpo de Clásico como «partido de la máxima» que decían antes los cronistas deportivos entre el Real Madrid y el Barcelona (que, en efecto, es más que un club, es una máquina de marcar goles), digamos que el partido del Bernabéu no lo ganó el equipo azulgrana que ha roto en separatista: lo ganó el miedo al terrorismo islamista. Victoria que pagaron nuestros bolsillos. Como no gasto tabaco ni prensa deportiva, no sé si se ha publicado el dato, pero ¿cuánto nos costó la seguridad montada en el Bernabéu para el Madrid-Barsa y olé? ¿Y quién la paga? ¿La pagamos nosotros los contribuyentes, aunque seamos del Betis, o la paga el Real Madrid, que para eso es una máquina de hacer dinero de la misma forma que el Barcelona lo es de meter goles y de tremolar separatistas banderas estrelladas?
Precisa que:
Cuando se tienen que montar tres anillos de seguridad, tres, como tres puñales, y sin una fecha por dentro, en torno a un estadio, y hay tantos controles y registros que parece que estás en Barajas y no en el Bernabéu, es que algo raro pasa aquí. Rareza que tiene su explicación: todo este follón de la seguridad del Bernabéu, que tenías que irte dos horas y media antes, como si fueras a coger el avión a Nueva York, no lo ha montado ni el Barcelona ni el Madrid. Lo ha montado el terrorismo de cuatro moros zarrapastrosos que quieren acabar con nuestra civilización cristiana a base de bombazos. ¿Es que nunca vamos a estar libres de la amenazas del bombazo, Dios mío de mi alma? Cuando no es la ETA es la Yijad o esa organización a la que ahora mientan con nombre de Diccionario, DRAE o DRAGA o algo así, no les voy a hacer el honor a estos asesinos apestosos de, encima, preocuparme por poner bien su nombre: que se joan con la errata.
Subraya que:
Y si eso ocurrió en el Madrid del triste recuerdo del 11-M que jamás olvidaré, ni les cuento en París. Como en una nueva batalla del Marne, los terroristas hasta consiguieron movilizar a los patrióticos taxistas de París, para llevar a la gente de vuelta a su casa cuando ya había estallado el triquitraque, habían ametrallado todo lo que se movía y los franceses nos habían dado tanta envidia a los españoles, porque en vez de llamar «asesino» al Gobierno se habían puesto todos a cantar La Marsellesa. Muertos aparte, heridos aparte, los terroristas han conseguido medio paralizar París, y eso ya es una victoria. Y en Bruselas, ni te cuento. Paralizar durante días y días nada menos que la capital de Europa, ¿no es acaso ya una victoria de los terroristas mahometanos, peguen el bombazo o no lo peguen, asesinen a unas decenas de criaturas inocentes o no las asesinen?
Y concluye:
Y veo finalmente que los terroristas asquerosos han ganado porque otra vez están aquí los fantasmas: los profesionales del «No a la guerra», qué señores más pesados. Los millonarios Bardem, el otro y el de la moto, a los que ahora se añaden las caras nuevas del Kichi y la Colau. ¿Pero no podemos tener una campaña electoral en paz y en gracia de Dios, sin que los rojos ricos de la Izquierda Caviar y de la Ceja le estén haciendo la campaña a los suyos con la pesadez del «No, a la guerra»? Claro, en esas circunstancias, no hay co… ranes de que el Gobierno del Reino de España mande a esta virtual III Guerra Mundial sin frentes no digo ya aviones, barcos y soldados. ¡Ni una barca del estanque del Retiro dice Arriola que se puede enviar! Estamos en una guerra en la que de momento nadie se atreve a decir en España ni quiénes son los nuestros. Guerra que, minuto y resultado, van ganando los terroristas que han conseguido paralizar (de miedo) a media Europa.
David Gistau va en la misma línea. Tiene claro que este movimiento del ‘No a la guerra’ tiene claros tintes electoralistas…siempre que quien esté en el poder sea la derecha:
Uno de los momentos más desprovistos de sentido del ridículo del siglo XX ocurrió cuando John Lennon y Yoko Ono se metieron en la cama de la habitación 1742 del hotel Queen Elizabeth de Montreal para recrear la horizontalidad estática de la paz y el amor. ¡No a la guerra! Encomiable esfuerzo el de estos militantes que habrían fenecido de no existir el servicio de habitaciones. Como una nuevas «précieuses», Lennon y Ono se pasaron días recibiendo en la cama a celebridades de la cultura que peregrinaron hasta ahí como hasta el santuario de un gurú sanador con poderes de levitación. Entre ellos, se coló un impertinente, el dibujante Al Capp, que enfureció a la pareja hasta el punto de hacerle perder el karma hippie con una sola pregunta: «¿Qué habría sido del mundo si las democracias se hubieran quedado en la cama en lugar de combatir a Hitler?». Como mínimo, el mundo se habría convertido en un lugar parecido al de la ucronía de Philip K. Dick, con campos de exterminio instalados a las afueras de Nueva York. ¡No a la guerra!
Aclara que:
La analogía sirve para comprender la insensatez del rebrote del no a la guerra. Que no se encama, sino que ansía achicar espacios tomando la calle como ya hizo en el advenimiento de Zapatero. Este intento de reactivación pacifista tiene sentido en un contexto electoral -una pistola láser para desintegrar gobiernos de derecha- y si se asume que el no a la guerra, además del antifranquismo después de muerto Franco, es el único relato glorioso que cohesiona a la izquierda: no está dipuesta por ello a perder ninguno de los dos. El del no a la guerra dejó al PP tan traumatizado que, mientras es requerido por las potencias, Rajoy pide a su secretaria que alegue siempre que está reunido para ver si así logra estirar la decisión hasta después de las elecciones.
Y sentencia:
Para ocultar las diferencias del momento actual con Azores, el no a la guerra necesita hacer dos esfuerzos cínicos: humanizar al ISIS y pretender que la guerra es de agresión porque habría empezado con los bombardeos franceses, y no con Bataclán o hace cuatro años y 300.000 muertos que Occidente contempló desde la cama. O sea, como decir que la guerra de Hitler no empezó con la invasión de Polonia, sino con una agresión de las democracias en Normandía. De toda la pornografía verbal que circuló estos días, una de la más demagógica -qué sorpresa- fue la reflexión de Iglesias acerca de los soldados que vuelven metidos en cajas de madera. Como si él no supiera que los Estados y los militares de países en serio tienen asumida por sentido de la vocación y de la responsabilidad la teoría romana del «limes» según la cual el riesgo de que los soldados regresen metidos en cajas de un confín del mundo se asume cuando hay un riesgo alternativo, el de que acaben en cajas de madera los asistentes a un concierto de rock en las mismas calles de tu capital. Esto ya es para adultos. A los niños les está permitido creer que de las armas nos protegerán las flores. Y Kichi diciendo no a la guerra.
Ignacio Camacho destaca en su columna con mucha fina ironía el ataque recibido por la estatua dedicada a Curro Romero y como en este país llamado España es la izquierda la que hace el criterio de selección de quiénes son asesinos y quienes no lo son:
Tantos años y tanta gente admirando a Curro Romero y resulta que se trataba de un asesino ritual, un serial killer. Con razón le dicen «matador». Lo han tenido que revelar los antitaurinos de la izquierda radical, que le han amanecido su estatua sevillana con las manos pintadas de rojo sangre. Esta gente tiene gran tino y perspicacia para descubrir criminales que habitan entre nosotros disfrutando de respeto, honra y fama. Gracias a ellos supimos cuando la crisis de los desahucios que los banqueros eran en realidad terroristas de cuello blanco. O que Aznar ejercía de destripador de niños iraquíes que provocó con su saña imperialista la justa venganza de los moritos de Lavapiés. Estamos rodeados de monstruos encorbatados que viven una apacible existencia camuflados de seres normales y gozando de la estima ciudadana, y seguiríamos ajenos a su inquietante presencia si no fuese por estos benefactores a los que algunos llaman exaltados. La de veces que yo mismo habré saludado a Curro sin darme cuenta de que estaba ante el autor de una hecatombe (literal: en griego, cien bueyes) perpetrada con la misma mano que me estrechaba.
Apunta que:
Sensu contrario, la bienaventurada irrupción de este izquierdismo de escrache nos ha permitido comprobar que tipos comúnmente tenidos por indeseables eran en realidad excelentísimas personas dignas de la mayor confianza. Muy en primer lugar los batasunos, que continuarían confundidos con testaferros de ETA si Podemos no los hubiese rescatado como socios preferentes en Navarra y ciertos municipios del norte. Sin la tarea pedagógica de Iglesias y Monedero, una mayoría ignara seguiría teniendo por brutales carniceros a esos etarras que en realidad habían sido lúcidos pioneros en cuestionar la Santa Transición como una monumental estafa del tardofranquismo.
Este sensacional descubrimiento fue verbalizado en una televisión iraní, sufragada por ese régimen liberal al que los habituales malpensados consideraban lapidador de mujeres y torturador de gays. Otro craso error, como el de etiquetar de dictador homicida a Castro y de émulo suyo al glorioso comandante Chávez. O como el de creer que talibanes y yihadistas albergan el designio fanático de aniquilar nuestra civilización, visión etnocéntrica cargada de arrogancia moral e insensible a la evidencia del sufrimiento causado por Occidente a la pacífica nación musulmana. Vivimos bajo una opinión pública velada por prejuicios insanos que por fortuna van a quedar barridos gracias a la feliz aclaración de esta izquierda injustamente acusada de extremismo iluminado.
Finaliza:
Ha sido una gran suerte disponer de tan esclarecido criterio para poder salir de nuestra ofuscada confusión y distinguir a tiempo a tanto criminal emboscado. Como ese Curro de Camas al que los aficionados consideraban tan genial en el arte de engañar a los toros como torpe para desarrollar la habilidad de matarlos.
En El Mundo, Federico Jiménez Losantos le da una buena ración de palos a los de la patulea del ‘No a la guerra’:
Me preocupa que la ola de frío que padece Madrid afecte seriamente a las personas de avanzada edad que este sábado volverán a manifestarse contra la guerra. Como son los mismos se supone que se manifiestan contra la misma guerra. ¿Pero cuál? Los de filiación frapera, como Pablo Iglesias, a lo mejor han leído, junto a las obras de Enver Hoxa, las grandes novelas de Kadaré, en las que el tiempo desaparece entre la niebla y los generales vagan en busca de ejércitos que ya no saben si mandaron o combatieron.
Añade que:
Pero ¿y los pacifistas? ¿Se manifiestan contra la guerra de Vietnam, es decir, a favor de Ho Chi Minh, el genocida cuya camiseta exhibía Willy Toledo, de Pol Pot o de los comunistas laosianos, asesinos en masa de sus pueblos tras la retirada norteamericana de Saigón? ¿O contra la I Guerra de Irak, la de González, Serra y los reclutas de Marta Sánchez? ¿O es contra la de Afganistán, de los USA contra los talibanes tras el 11-S? ¿O es, doce años después, contra la II Guerra de Irak, a la que, aunque insistan, Aznar, el de la foto, no mandó soldados, sino que, con otros 60 países, apoyó a los americanos y británicos? ¿O es contra la guerra que Francia ha declarado a los terroristas islámicos, que en un vídeo de esta semana, antes de la degollina ritual, amenazan a los franceses con seguir matándolos en los bares si no hacen con Hollande lo que la izquierda española con Aznar tras el 11-M?
Y recuerda que:
Pero hace dos años que hay guerra en Siria y a los walking dead del Ejército Rojo, ex-anti-combatientes del MPDL (Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad), igual les daba Raqqa que Mosul. ¿Sólo para evitar el remoto peligro de que alguien lea su programa electoral van a jugarse la pulmonía? El pacifismo más justificado del siglo XX fue contra la I Guerra Mundial, pero como, gracias a ella. Lenin llegó en el tren blindado alemán a Rusia, dio el Golpe de Octubre y, tras cruenta guerra civil, implantó el comunismo, bien estuvo. En la II Guerra Mundial, ¿era malo luchar contra los nazis? Mientras duró el pacto nazi-soviético, eso decían los PC; luego, no. Pero confieso mi curiosidad: ¿Va a gritar Pilar Bardem, heladita, contra la Guerra de Cuba? ¿Va a desfilar Cebrián contra la Reconquista? ¿Va a prohibir Iglesias Casablanca y La Marsellesa? Lo nuevo es viejo, decía Mao. Y de viejo murió.
En La Razón, Pedro Narváez ve muy forzados a los del ‘No a la guerra’ y asegura que no sabían cómo poder meter cuchara de cara a unas elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 en las que España, más que les pese a ellos, no ha enviado tropa alguna:
La factoría Bardem & Co no sabía cómo entrar en campaña. Los atentados de París le han dado la excusa perfecta, la precisa razón por la que volver a salir a la calle dos semanas después de que la sangre de 130 personas libres brotara en aquellos adoquines donde hace años que no está la playa. Quién sabe si de aquí al sábado habrá más lágrimas que derramar. Sin pañuelo progre para el consuelo. Su impostado pacifismo se ha convertido en la peor de las agresiones imaginables. Aquellos minutos de silencio desembocan ahora en una algarabía absurda y anacrónica.
Sentencia:
De lo que pasó en 2004 a lo que se dibuja en 2015 lo único que permanece son las pancartas recicladas de Alberto San Juan. Creen que valen para cualquier guerra, pero no todas las guerras son iguales. A poco que rasquen hasta Rajoy se uniría a ellos si no fuera porque tiene una responsabilidad de la que carecen. España no tiene ninguna intención de bombardear pero está en la obligación de ir de la mano de sus aliados. Y lo hará si acaso con el visto bueno del Congreso. Y si puede, después del 20-D.