Este 12 de diciembre de 2015, a una semana ya de la jornada de reflexión de cara a las elecciones del 20 de diciembre de 2015, la mayoría de las columnas están centradas en la actividad de los partidos políticos y sus promesas electorales.
No obstante, también hay espacio para hablar sobre los silencios de Podemos: su callada ante la derrota de Maduro en Venezuela y la reforma fiscal encubierta que aplicarían caso de ganar las elecciones.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Ignacio Camacho que saca a colación unas palabras de Pedro Sánchez asegurando que Pablo Iglesias no tiene pinta de presidente, justo lo mismo que pasaba con Kichi, Carmena o Colau, que tampoco tenían trazas de ser alcaldes y están en la poltrona por obra y gracia del ‘guapo’ socialista:
Que Pablo Iglesias no tiene pinta de candidato a la Presidencia, ha dicho Pedro Sánchez en un día que estaba flojo de ocurrencias, perezoso de ingenio. Y tiene razón, hablando en estrictos términos protocolarios y convencionales, porque el líder de Podemos cultiva adrede un aspecto insurgente, marginal, de outsider, un icono de ruptura a lo José Mújica o Evo Morales. El lenguaje no verbal de la política sugiere que un dirigente con proyección institucional debe vestir al menos con zapatos de tafilete y americana, como Tsipras; hasta Maduro, tan amante del chándal bolivariano, se alicata en un traje cuando ejerce la solemnidad del cargo.
Añade que:
En ese sentido, el look de Iglesias encarna más bien el espíritu callejero del 15-M, un movimiento de rebeldía asamblearia que quería entrar en el Congreso para asaltarlo; su impostada moderación táctica, tan leninista -don Vladimiro se ponía abrigo burgués y corbata-, se ha detenido justo en la fachada indumentaria, que le interesa conservar como un emblema de contestación alternativa. Pero todo esto no dejan de ser lucubraciones de asesoría de imagen, de marketing electoral, que se vuelven irrelevantes a la hora de la verdad, es decir, del poder. Porque tampoco Ada Colau y el Kichi de Cádiz tenían pinta de alcaldes y sin embargo lo fueron… con los votos del Partido Socialista.
Subraya que:
El problema de Sánchez es que Pablemos, con su escasa pinta de presidenciable, se le está comiendo la merienda. Y el problema de muchos españoles a los que no les gusta Podemos es que no sólo temen, sino que saben que llegado el caso el PSOE -tal vez en ese momento ya con un liderazgo provisional- le entregaría a tan desaliñado personaje sus votos de investidura para que subiese los escalones de La Moncloa con sus zapatillas deportivas. La pinta es una cosa muy relativa.
Comenta que:
En el debate de la otra noche era obvio que Iglesias desentonaba a propósito de sus encorbatados rivales, hasta el punto de parecer un carpintero sudoroso que se hubiese demorado al instalar los atriles, pero en las encuestas hay cada vez más electores que han dejado de ver al candidato socialista, hombre atildado y de buena planta, aspecto de primer ministro. Y se le nota en que va haciendo una campaña a tumbos, de frases improvisadas por un gabinete de publicistas. Todavía no ha encontrado el modo de desautorizar a Podemos como le corresponde hacerlo, con argumentos y con ideas propias de un centro-izquierda responsable y capaz de frenar la crecida de los radicales. En punto a apariencias, a compostura, a atrezzo, el único aspirante que tiene porte clásico de gobernante es Rajoy, que parece un retrato de prócer colgado en la pared de un palacio, y no está claro que eso le dé ventaja en esta atmósfera política desestructurada por el cansancio del sistema. Además de que por su poca afición a ir a los debates resulta difícil que se le vea la traza.
Ramón Pérez-Maura resalta el silencio de Podemos seis días después de la derrota aplastante de Maduro en Venezuela:
La profesión periodística ofrece demasiadas ocasiones para sentirse avergonzado de ella. De cómo la ejercen unos, de cómo se aprovechan de ella algunos, de lo poco que importa lo que debe ser el periodismo a tantos otros. Por eso quienes no tenemos ninguna cualidad para dar lección alguna, pero sí la suficiente madurez profesional como para saber cuándo escuchamos a alguien pleno de auctoritas, debemos llamar la atención sobre sus palabras. El discurso de Miguel Henrique Otero al recibir el premio Luca de Tena el pasado jueves de manos de Su Majestad la Reina, que hoy reproducimos en su integridad en ABC, es la mejor explicación de lo que se puede hacer por la democracia y la ciudadanía desde un periódico o desde un medio de comunicación.
Recuerda que:
Hoy se cumplen seis días de silencio de Podemos sobre la humillante derrota del chavismo en las elecciones legislativas venezolanas. Algunos de los muchos venezolanos que pasan en Madrid el exilio al que les ha forzado esa satrapía bolivariana observan atónitos la potencial fortaleza electoral de una fuerza política cuya asesoría ha llevado a Venezuela al basurero de la historia. Como muy bien ha resaltado Felipe González, han arruinado al país más rico de Iberoamérica. Y eso no es algo que pueda lograrse sin esfuerzo y notable perseverancia. Y quienes les guiaron por la senda del hundimiento de Venezuela, llenándose los bolsillos de dinero muy negro, aspiran ahora a representar una nueva izquierda española. Dios nos coja confesados.
Escuchar a Otero proclamar que «los demócratas venezolanos tenemos una deuda moral con el diario ABC, por el espacio y el tratamiento, ambos privilegiados, que a lo largo del tiempo le han otorgado a los asuntos de nuestro país. Si la solidaridad es una elección, la solidaridad activa es la más alta expresión de ello. Más que una simple fuente informativa, Venezuela ha sido y es para ABC, un hito para pensar el destino de América Latina, para verificar dramáticamente los riesgos que entraña el populismo, para revelar, cuando corresponde, la profunda asociación entre demagogia y corrupción, que ha sido uno de los signos comunes entre los regímenes neototalitarios y populistas que seguimos padeciendo del otro lado del Atlántico.»
Y aclara que:
La labor realizada a lo largo de los últimos años por ABC y, de manera destacada por Emili J. Blasco, ha tenido un valor que queda refrendado por este testimonio de un hombre que de forma casi quijotesca ha hipotecado su vida en la lucha por la libertad desde la trinchera periodística. Otero es un hombre que tiene el infinito mérito de ser casi el único editor que ha mantenido su independencia pese al acoso ejercido contra «El Nacional» por todos los resortes de la tiranía chavista. Cuando un hombre con ese bagaje hace un reconocimiento como el que ha hecho de la labor de ABC, cuando en realidad era su propia labor la que se estaba premiando, podemos mirarnos al espejo con un poco de tranquilidad y saber que el periodismo libre todavía es un arma temida por las tiranías, que los periódicos de papel somos armas mucho más fuertes gracias a nuestras ediciones en la red y que desde el otro lado del Atlántico se puede ayudar a derribar las barreras que un régimen como el de Chávez y sus adláteres construyeron en Venezuela.
Y mientras tanto, Iglesias, Errejón, Bescansa y toda su patulea pueden seguir callados. Así están más guapos, que es lo que de verdad les importa.
Lucía Méndez, en El Mundo, subraya que esta campaña electoral, hasta el momento, está destacando por la buena sintonía que están teniendo entre sí los partidos políticos, aunque cree que la última semana puede cambiar la tendencia:
Superada la primera semana de campaña, el clima es relativamente suave, los mítines se desarrollan en un tono bastante sosegado, los candidatos se muerden unos a otros con cierta exquisitez dialéctica y los ataques cruzados no traspasan el límite donde comienza la crispación. La crispación, ese viejo fantasma de otras épocas de la política española no se ha aparecido -aún- en esta campaña. Al menos no con la intensidad de otras épocas. Hay que recordar los duelos a muerte entre Felipe González y José María Aznar, o los enfrentamientos a cara de perro de Rajoy y Zapatero. Sólo hay que comparar la tensión emocional de aquellos cara a cara González-Aznar del año 93 y repasar el vídeo del dóberman para encontrar las diferencias entre aquellas campañas y la actual. No deja de ser curioso que las elecciones más reñidas e inciertas desde hace 37 años se disputen en un escenario de relativa placidez. Sin ese riesgo siempre al acecho en el teatro de la política que consiste en excitar las bajas pasiones.
Recuerda que:
Mariano Rajoy, el autor intelectual de las campañas adormidera, está en su salsa. No pierde oportunidad de distanciarse del Aznar del 11-M en cuanto se produce un sobresalto relacionado con el terrorismo yihadista. Ayer, en cuanto le llegó la noticia del atentado en las cercanías de la embajada española en Kabul llamó inmediatamente a Pedro Sánchez, a Pablo Iglesias… y hasta a Iñigo Urkullu para informarles. Ha puesto velas a todos los santos para que no pase nada en la campaña y aunque maten a un policía español su mensaje es de calma. No iban contra nosotros. A Albert Rivera le mandó un SMS porque el líder de Ciudadanos estaba en pleno mitin. No se recuerda una campaña electoral en la que los contendientes hayan hablado con tanta frecuencia.
Los candidatos cruzan sus espadas guardando una cierta urbanidad de la que ninguno quiere salirse. Los líderes de los partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos, se tratan casi con exquisitez y no parecen dispuestos a perder la valiosa iniciativa lograda en los debates electorales -tres- que han protagonizado. El lunes contraprogramarán a Rajoy y Sánchez comentando el cara a cara en La Sexta. Hay otras formas de hacer política y en esta campaña están apareciendo muchas.
Y señala que:
La curiosa urbanidad de esta campaña no está exenta de codazos. Pero incluso los codazos mantienen un grado aceptable de civilidad. No es la pinza PP-Podemos la que está desgarrando a Pedro Sánchez. Son las encuestas. Rajoy e Iglesias, en efecto, están desconocidos en su complicidad -¿dónde quedó el radicalismo, el peligro bolivariano, la amenaza comunista, la demolición del sistema y todo aquello?-, aunque si no fuera por los sondeos adversos nada podrían hacer para debilitar al PSOE.
Los ataques que recibe Ciudadanos -por mucho que a ellos les duelan- tampoco son para rasgarse las vestiduras. Sólo tienen que compararlos con los que sufrió la candidata de Ahora Madrid, Manuela Carmena, por parte del PP en la campaña municipal para concluir que las elecciones del 20-D se presentan en calma. De momento, porque todavía falta una semana para el día de reflexión.
Victoria Prego escribe sobre el policía español muerto en el atentado talibán en Afganistán y nos recuerda que la amenaza yihadista hacia España está más latente que nunca:
Es muy desagradable e incluso puede ser inoportuno pero lo cierto es que España está teniendo suerte en este periodo de campaña electoral en la que la amenaza del terrorismo yihadista no ha golpeado a nuestro país. La muerte del policía ayer en Kabul disparó en un primer momento todas las alarmas porque regresó el recuerdo que aquel infausto 11-M que segó la vida de casi 200 personas y destrozó moral y políticamente al país. Aquel atentado se produjo al término de la campaña para las elecciones de 2004. Ahora también estamos en campaña y tenemos en la retina y en la memoria la matanza de París, mañana hará un mes, como una advertencia constante de que estamos en peligro.
Dice que:
Ha muerto el policía Isidro Gabino San Martín. El ataque no iba dirigido contra él ni contra la embajada española en la capital afgana, sino contra una casa de huéspedes extranjeros de cuyo destino no se tenían noticias a la hora de escribir estas líneas. Una casa que estaba situada junto a nuestra embajada. Quiere eso decir que todo el personal allí destinado, incluidos por supuesto los policías dedicados a la protección de la sede diplomática, corre un enorme peligro por la propia circunstancia en la que se encuentra el país. Pero a eso hay que añadir la especial desprotección en la que al parecer se encuentra nuestra embajada y eso no es de recibo.
Entiende que:
En las plazas de tanto peligro como ésta y como otras muchas diseminadas por el mundo, el Gobierno está obligado a proporcionar unas medidas de seguridad suplementarias que no añadan más sufrimiento e incertidumbre a las ya penosas condiciones en que malviven en esos lugares quienes componen los equipos de representación de nuestro país. Hay que reclamar del Gobierno una mayor inversión destinada a incrementar la protección física de la delegaciones situadas en zonas de conflicto, independientemente de que el policía muerto ayer lo fuera porque resultó alcanzado por una explosión que no tenía a los españoles como objetivo. Pero no podemos olvidar que es en Afganistán donde ha muerto el mayor número de militares españoles, alrededor de un centenar y que casi la misma cifra resultaron heridos. El presidente del Gobierno se apresuró a dejar claro que «no era un ataque contra nosotros». Pero él sabe, como sabemos todos, que no lo fue en esta ocasión pero que puede serlo en otra que se produzca mañana o dentro de un mes.
Y concluye:
Para noticias como ésta nadie puede estar preparado pero tendremos que amoldarnos a la idea, por dura e insoportable que resulte, de que somos objetivo del terrorismo. La muerte brutal de Gabino San Martín nos lo ha recordado con crudeza.
Finalmente, en La Razón, Juan Ramón Rallo, explica pormenorizadamente el sablazo fiscal que esconde Podemos si llegase al poder. Átense los machos porque lo que viene es para echarse a temblar:
El programa económico de Podemos prevé un incremento de todas las figuras tributarias: IRPF, cotizaciones a la Seguridad Social, Sociedades, Especiales o fiscalidad medioambiental. El único impuesto donde la formación morada promete aliviar la pesada carga de los contribuyentes es en el IVA de lo que ellos mismos denominan «productos básicos»: así, promueven incrementar el número de alimentos y de bebidas no alcohólicas gravados al tipo superreducido del 4% y someter a la electricidad, el gas y la «cultura» al tipo reducido del 10%.
Llama la atención sobre que:
Sin embargo, las cuentas de esta remodelación del IVA ni siquiera le encajaban a los fantasiosos arquitectos fiscales de Podemos, motivo por el cual proponen complementar la anterior rebaja de algunos tramos del IVA con la creación de un nuevo tipo del 25% que grave a los «productos de lujo». Hasta aquí todo dentro de lo esperable: se trata de la típica demagogia antirricos del partido de Pablo Iglesias. Sucede, empero, que la normativa comunitaria en materia de IVA prohíbe la coexistencia de dos tipos generales de IVA: es decir, no puede haber un tipo general del 21% para la mayoría de productos y un tipo general extraordinario del 25% para los artículos de lujo. Bruselas no lo permite, así que una de dos: o Podemos renuncia a su compromiso populista de gravar con un 25% lo que ellos arbitrariamente califican como «lujo» o, en cambio, incrementan el IVA hasta el 25% para prácticamente todos los bienes de consumo. De la textualidad de su programa electoral no puede descartarse esta última posibilidad, dado que los de Pablo Iglesias no se comprometen a mantener el IVA en el 21%.
Detalla que:
Y, de hecho, para poder incrementar los ingresos tributarios del Estado en 150.000 millones de euros, tal como han prometido lograr, resultaría imprescindible aumentar muy sustancialmente el IVA. Echen cuentas: actualmente, la recaudación total de IRPF, IVA y Sociedades -nuestras tres principales figuras impositivas- asciende a 170.000 millones de euros. ¿Alguien puede creerse que en cuatro años conseguiremos duplicar la recaudación actual de IRPF, IVA y Sociedades sin incrementar de manera muy agresiva todas estas figuras tributarias… incluyendo el IVA? No: o Podemos vende humo para arañar populistamente votos o, todavía peor, nos está intentando colar de rondón un sablazo fiscal incluso mayor del que ya nos está anunciando en campaña electoral. Dada la voracidad tributaria de todos los políticos, pónganse en este último terrible escenario y acertarán.