El País es uno de los medios de comunicación que más partido ha tomado en los tiempos de incertidumbre política que se vive en España, y en su editorial de 6 de abril de 2016 avisa al PSOE, casi al dictado del discurso de Ciudadanos, para que no se junte con los populistas podemitas.
En el artículo titulado ‘Límites del pacto’ previo a la reunión a tres entre PSOE, Podemos y Ciudadanos de la que parece imposible que salga un gobierno ante el enroque de Albert Rivera y de Pablo Iglesias —Albert Rivera exigirá a Pablo Iglesias que vote ‘sí’ al acuerdo PSOE-C´s pero sin entrar en el Gobierno–, el periódico dirigido por Antonio Caño escribe algo así como una epístola a Pedro Sánchez —Mensaje de ‘El País’ a Pedro Sánchez: «Ya es hora de distinguir entre política e ilusionismo»–.
La primera directriz es clara:
No debe aceptar la incorporación de Podemos al hipotético Gabinete ni hacer la estabilidad del futuro Gobierno dependiente de esa fuerza. Por otra, no debería ofrecerse nada a los independentistas catalanes para obtener sus votos o su abstención en el Congreso.
Y después aporta ‘El País’ las razones por las que no se debe pactar con Podemos:
El acuerdo con Podemos es desaconsejable por la ambigüedad que rodea a esta fuerza —La metamorfosis de Pablo Iglesias: de la cal viva a la ‘salsa rosa’ –. Sus declaraciones y tomas de posición han cambiado tanto en los últimos meses que resulta difícil reconocer qué clase de partido es, más allá del populismo exhibido.
Enumera el periódico el sinfín de afrentas de Iglesias al Partido Socialista, desde las exigencias de vicepresidencia hasta el pasaje de la ‘cal viva’ —El PSOE acalla a gritos a Pablo Iglesias por acusar a Felipe González de tener un pasado ‘con cal viva’–.
Finalmente, la conclusión para el diario parece tan difusa en el último párrafo de su editorial como lo es de facto el panorama político nacional del momento —‘El País’ alerta al PSOE de que la repetición de las elecciones favorecerá al PP–:
No se trata solo de pactar una investidura, sino de hacer posible un Gobierno estable. Es verdad que repetir las elecciones generales sería un fracaso, como hemos dicho reiteradamente. Pero aceptar pactos peligrosos para evitarlo conlleva unos riesgos que la sociedad no debe correr.