Variaditas de temas vienen las columnas de opinión de la prensa de papel este 13 de abril de 2016. Desde los que analizan ya el carpetazo virtual que le da el Rey Felipe VI a esto de los pactos a ninguna parte de los partidos políticos a los que siguen glosando la figura del banquero caído más en desgracia tras haber sido pillado con las manos en la masa, Mario Conde o incluso hasta la huelga de las máquinas expendedoras de tabaco.
Arrancamos en El Mundo y lo hacemos con Federico Jiménez Losantos que deja para los restos a Pedro Sánchez. El líder socialista, después de que Felipe VI tocase el silbato de final de partido, aún insiste en querer llegar a acuerdos con Podemos. ¿Pero no decías que te habían engañado, querido Pedro?
Por lo visto, el Rey es el único que mira la hora -al cabo, viene de Carlos III y Carlos IV, grandes coleccionistas relojeros, y su padre tiene también predilección por los ‘pelucos’ caros-, y ayer decidió finiquitar según manda la Constitución este viacrucis en el que el PSOE y C’s han intentado formar Gobierno, Rivera sumando al PP y ‘Snchz’ a Podemos, con el saldo conocido: los españoles aprecian su esfuerzo pero en las matemáticas rigen las tablas de sumar y restar.
Apunta que:
La llamada de Felipe VI a los partidos para constatar que no hay candidato verosímil a la presidencia clausura unos meses inéditos en la política nacional y permite constatar dos cosas: lo mucho que ha cambiado el escenario político y lo poco que cambian sus actores. Y ante la verosímil convocatoria electoral de junio, lo único que pedimos a los partidos es que cambien de actitud, limiten su sectarismo -enterrarlo es imposible- y no se empeñen en anunciar cambios que ni la mayoría quiere ni ellos tienen derecho a imponer.
Por ese necesario cambio de discurso que en todos los partidos debería imponer su fracaso en la formación de Gobierno, me sorprendió que tras la llamada del Rey a López, que es recordar que el tiempo se ha agotado y sobran aspavientos, ‘Snchz’ insistiera en implorar a Podemos ese Gobierno con Ciudadanos que hace sólo cuatro días Iglesias injurió y descartó. Ayer, el caudillo podemita hizo algo más siniestro: calificar de «jaula» el acuerdo de ‘Snchz’ con Rivera. Teniendo en cuenta que Iglesias es experto en «jaulas», o sea, en cárceles para presos políticos como Leopoldo López, cuyo encierro defiende y del que su ‘mara’ culpa al preso, el líder del PSOE tenía una ocasión más para revestirse de esa dignidad de la que prescinde al tratar con La Plaga ‘morada’, alhajada por Caracas y Teherán.
Y concluye:
Pero ‘Snchz’ rompió el tontómetro al decir que él «no se rinde» y va a pedir «hasta el final» que Iglesias, además de limpiarle la naricita y los berretes a Errejón con la servilleta del hotel (gesto típico de maltratador, según los psicólogos) prescindiera del soplamocos al tratar a los ‘socialfascistas’ o ‘socialtraidores’, que así llama el leninismo a los socialdemócratas desde Kautsky hasta González y Carlos Andrés Pérez. Si no fuera por el reloj del Rey, ‘Snchz’ seguía de ronda y de rodillas hasta 2020.
Raúl del Pozo apunta que lo de Mario Conde le puede servir al PP para tomarse venganza con Ciudadanos:
Una cortina de lluvia, frenazos en la autovía; apenas se abre paso el resplandor del sol pero deslumbran los lirios y, al alba, aún cantan algunos ruiseñores, la última concordia, antes de que lleguen unas elecciones en las que no se harán prisioneros. La amarga época política se alarga. El Rey convoca a la tercera ronda de conversaciones para comprobar si los partidos proponen alguna suerte de investidura o se disuelven las cámaras. Uno de los pocos hombres de Estado que quedan vivos y de guardia utiliza la peligrosa alegoría del reptil para referirse a Mariano Rajoy: «El caimán ha esperado haciéndose el dormido y ahora empezará a comerle las brazos y los pies». Es una manera de mitificar el autismo. El caimán de la charca, el caimán barbudo, con anteojos, parecía desvalido y ahora atacará a sus presas. «El caimán será presidente en septiembre», dice el estadista. «Los que esperaban su entierro se van a llevar un chasco, sobre todo Albert Rivera, el que lo ha vetado por corrupción cuando tan bien se ha llevado con Mario Conde el de Suiza y se ha presentado con los otros ultras a las elecciones europeas», explican fuentes de la dirección de Génova. Posiblemente al PP le haga falta Ciudadanos para completar una mayoría de Gobierno, pero ahora están en el deleite de la venganza y le van a romper la jeta al Niño Jesús.
Dice que:
No debe recurrirse a las metáforas de animales, especialmente a las de reptiles, pero no le queda mal la imagen a Rajoy. Caimán fue un dios azteca y William Faulkner contó así el principio de su vida: «Nací varón y soltero a edad muy temprana en Misisipí de una esclava negra y caimán». A partir de ahora, hasta los insultos lo van a endiosar. Mariano Rajoy ha sido un caimán muy tranquilo, que llegaba llorado y meado a los debates; no fue bien tratado en Zarzuela y, a pesar de todo, puede ser presidente en septiembre. ¿Qué van a hacer Pedro Sánchez y Albert Rivera si Mariano logra el 30% de los votos? Me contestan citando la crónica de un periodista hace unas semanas: «En España habrá gran coalición antes o después de estas elecciones». Cuentan que personalizar en Rajoy las plagas de Egipto, los recortes, los ‘papeles de Panamá’, la corrupción, ha sido un error porque, como indican las encuestas, aún es el que más votos saca en las elecciones. Los partidos han sobreactuado sobre la gestión de Rajoy alejándose del pensamiento de la mayoría.
Y ahora llegará el crujir de dientes de los políticos cesantes y las cesantas y sus vales de taxis. Ya no hay trenes a la Guadalajara del conde de Romanones. En el nuevo ‘Miau’ de Galdós, cientos de diputados, asesores, expertos, novios, novias, van a ser condenados a la muerte civil del paro. Vamos a vivir, otra vez, el instante anterior al ‘big bang’.
Remata que:
Al final de la escapada, a Pablo Iglesias le han dado hecha la campaña. Puede empezar así los mítines: «¿Cómo se atreven ustedes, los de Panamá, los de Madrid, los de Valencia, los de Andalucía, a pedir el voto a los españoles si son un cártel de ladrones y evasores?».
Ignacio Camacho, en ABC, habla sobre esta peculiar huelga de máquinas expendedoras de tabaco:
Del fondo vocinglero y febril de los bares de España, con su azacaneo mañanero de obreros y oficinistas, con su trajín cotidiano de cafés con leche, porras frías, carajillos y cáscaras de gambas congeladas, emerge estos días la protesta silenciosa de una huelga sin esquiroles, piquetes ni pancartas. Una huelga de máquinas de tabaco, apagadas y arrumbadas en sus polvorientos rincones como el arpa becqueriana, para alegría de los neumólogos y desconsuelo de la ansiedad urgente y solitaria de los fumadores desaviados. Un conflicto burocrático de impuestos y convenios reguladores que enfrenta al omnipresente Estado fiscal con ese ejército mecánico que suministra la logística de alivio al desasosiego vital del español cabreado. El español que tose y calla, como decía Umbral, condenado a quemar en la puta calle el humo de sus ansiedades y sus contratiempos; el español que se suicida en el efímero placer escapista del cigarrillo y ahora se desespera también, repentinamente desprovisto de auxilio para sus desazones, cuando no encuentra a tiempo o a mano un estanco. Ese yonqui de su propia autodestrucción que arroja la colilla como quien se despide de una tregua de la vida antes de volver a la rutina pesarosa de los problemas y del trabajo.
Subraya que:
Las máquinas en huelga parecen la última expresión de la lucha de clases en el poscapitalismo, la antiutopía predicha por Arthur Clarke en sus visionarias novelas de ordenadores descontrolados. Pero las expendedoras automáticas no se han rebelado, como aquel HAL de «2001», ante la ausencia de un estatuto laboral que regule su estajanovista jornada de samaritanas insomnes; son sus dueños, empresarios del sector del vending, los que han decretado el apagón contra las ordenanzas de un Gobierno que con una mano persigue el vicio y con la otra le cobra impuestos para enjugar el déficit.
Se trata de un cierre patronal, sin manifestaciones callejeras, sin altavoces sindicales y sin eco mediático, en una industria ya de por sí controvertida cuya actividad viola el gran tabú sanitario contemporáneo. Una reivindicación encapsulada en la muda frustración de los fumetas del último minuto, de los adictos irreductibles, los de la dosis a deshora y a trasmano. Los que buscan en el pitillo que los mata a plazos el ficticio consuelo de sus afanes desamparados, los que encuentran en el bar de la esquina el rompeolas de una existencia de alicientes baldíos.
Y sentencia:
Si una máquina parada tiene siempre algo de mueble inútil, de trasto improductivo, de juguete roto, de chisme arrinconado, las de tabaco emiten ante sus fallidos clientes el halo inerte de un fracaso, de un desencuentro de vacíos, de un desengaño de anhelos solitarios. El de toda esa gente zarandeada y perdedora a la que tal vez nadie dé nunca las gracias salvo la voz femenina, metálica y anónima, que la despide tras recoger la cajetilla con el espinazo doblado.
David Gistau resalta como ahora todos aquellos que se pegaban por salir en las fotos y estar en las fiestas con Mario Conde tratan de escurrir el bulto:
El apogeo español que consagró a Mario Conde como un modelo social nos pilló jóvenes y fuera de la profesión. Este personaje no lo construyó un solo renglón nuestro. Esa mano no la estrechamos jamás. No lo hicimos nosotros «Honoris Causa» ni confidente áulico del Rey. No elogiamos sus zapatos. No estuvimos en su barrera en los toros, suponiendo que la tuviera, que seguro que sí. Por eso podemos contemplar con desdén cómo, estos días, los mismos que inflaron el mito, acudieron a sus fiestas y aceptaron sus sobornos tratan de aislarlo como si se hubiera tratado de una anomalía criminal. Y no del arquetipo perfecto de una época, pensada por Scorsese, cuyas ramificaciones corruptoras lo alcanzaron todo (repito: TODO) y que sólo ahora ha perdido una noción de la impunidad cleptocrática que llegó a formar parte de los equilibrios de Estado.
Recalca que:
Entre Conde y los Pujol no existen tantas diferencias, más allá de que Conde intentó hacerse con una coartada política después de su caída -comprando nada menos que la última cáscara suarista como los templos trasladados piedra a piedra-, mientras que los Pujol la tuvieron siempre y la dotaron de un inmejorable timbre patriótico. La plata dulce de los noventa, la apoteosis yuparra, lobuna de Wall Street: mortifíquese y disimule sus culpas aquella generación, que la nuestra suficientes problemas propios tiene como para encima hacerse cargo del pelotazo y de Conde en aquel país, el mejor de los posibles para hacer dinero fácil según el lema felipista de cuando la etiqueta de los trajes iba cosida por fuera en la manga.
Esta nueva detención al menos silenciará a los más contumaces de los de entonces. A los que aún cultivaban el ideal, promovido por el propio Conde, del hombre honorable que es agredido y alienado por la perversión del sistema. Hasta Jesús Gil jugó a eso, cabe recordar, con aquella guayabera y ese Cristo de Dalí en oro, emboscado en la pelambrera del pecho, que fueron símbolos de un tiempo y de una jet tanto como la gomina.
Finaliza asegurando que:
En este sentido, Mario Conde también es un síntoma de su segundo tiempo. El que esta vez además es el nuestro y ha consagrado el prestigio de cualquier discurso disolvente que se ampare en otra coartada política: la «antisistema». Antisistema se puede ser de muchas formas. Es un cauce oportunista que está en el origen de buena parte de los personajes emergentes. Pero, de todas las maneras posibles de ser un antisistema, la más cínica es la que ejercen en la actualidad ciertos personajes que siempre fueron sistema puro, que se hicieron ricos y famosos dentro del sistema, que estuvieron integrados y acapararon poder, y que sólo después de su expulsión repararon en la maldad natural del «Sistema» y se hicieron pasar por víctimas castigadas por su honradez, como falsos profetas en el templo de los cambistas.
La falacia de los nuevos Dreyfuss: ellos también son una consecuencia del encanallamiento general y de la asombrosa profusión de caraduras destinados a ser alguien.
José María Carrascal, pese a que da por hecho de que nos iremos de cabeza a unas elecciones generales el 26 de junio de 2016, cree que Pedro Sánchez ha lanzado su penúltimo SOS a Pablo Iglesias para que éste acabe cediendo y le haga presidente:
Que Carles Puigdemont haya solicitado entrevistarse con Mariano Rajoy me parece bastante más importante que un gesto protocolario. Hasta ahora, el president de la Generalitat había mantenido una altiva distancia del presidente español, en la línea del que cree que, más pronto que tarde, tendrán igual categoría. Que se haya bajado de ese pedestal y busque un encuentro que habían mantenido todos sus predecesores en el cargo indica, primero, que piensa que habrá nuevas elecciones en España. Segundo, que cree que Mariano Rajoy continuará en su cargo.
Añade que:
De lo primero hay abundantes muestras. No ha empezado todavía la campaña electoral, pero ya estamos metidos de lleno en ella. Lo demuestra que se acabaron las carantoñas y empiezan las bofetadas. A Podemos le llegan por todas partes -«irresponsable» es lo más suave que le llaman; «traidor», lo más fuerte-, mientras al PP le acusan desde inmovilista a pérfido, con todo lo que hay en medio. El PSOE tapa su fracaso de investidura con sus esfuerzos para formar gobierno, olvidando el tiempo, el dinero y el humor perdidos en un empeño que desde el primer día se demostró inútil. No cuadraban los números.
Y Ciudadanos sigue implorando ayuda al PP para que un Pedro Sánchez presidente desmonte cuanto Rajoy ha hecho en sus cuatro años de mandato, sin darse cuenta de la incongruencia y de que estamos ya en fase distinta a la que estábamos hace un mes. O tres. Todo un circo, aunque el Rey haya querido darles otra oportunidad los días 25 y 26 de este mes, para que le digan si alguno de ellos dispone de una mayoría suficiente para ser investido. Ninguno la tiene, aunque la última súplica (¿o es la penúltima?) de Sánchez a Iglesias indica que aún abriga la esperanza de que se conmueva o arrepienta y le permita ser presidente. Pero Pablo tiene el corazón de piedra, aparte de que su verdadero objetivo es devorar al PSOE, no ayudarle.
Remata diciendo que:
Si vamos a tener elecciones, me preguntarán ustedes, ¿por qué no las celebramos ya? Pues porque hay que respetar las normas y los tiempos marcados. La democracia es también eso. Y ya que no pueden acortarse las dos semanas prescritas de campaña electoral, lo que sí podría hacerse es abaratarla con un pacto de caballeros en el que la segunda semana no hubiese mítines multitudinarios. A fin de cuentas, bastaría la primera para oír todos sus eslóganes. O, muy posiblemente, los hayamos oído ya. Pero ¿se respetaría el pacto? Dicho de otro modo: ¿son unos caballeros? Prefiero no contestar. Los conocemos mucho mejor que en el 20-D.
Respecto a los resultados, el PSOE ha salido al paso del rumor sobre la vicepresidencia que Rajoy planea ofrecer a Sánchez. «Que se la guarde», ha dicho su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, mostrando tanto miedo a rechazarla como a que sea cierto. Lo mismito que Puigdemont.