LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

El País le pone la esquela a Pedro Sánchez: «Es un insensato sin escrúpulos»

"No duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso"

Sánchez vuelve a ser el protagonista indiscutible en editoriales y columnas de opinión de este 29 de septiembre de 2016, día de San Miguel, y el veranillo famoso se adelantó unas horas en la calle Ferraz, sede del PSOE, aunque más que veranillo fue un auténtico infierno para el aún secretario general socialista:

Arrancamos con el editorial de El País es más que significativo en contra de Pedro Sánchez y no les quepa duda de que viene inspirado directamente de su fichaje estrella para el Consejo Editorial del diario de PRISA, Alfredo Pérez Rubalcaba:

Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso. La sucesión de acontecimientos ocurridos desde el pasado domingo, empezando por su incomparecencia en la misma noche electoral y terminando por la cobardía de enviar ayer a su número dos -tal vez el único que le queda al lado- a dar explicaciones en su lugar, son prueba del nivel de degradación en el que Sánchez ha dejado el cargo de secretario general del PSOE. En medio quedó una rueda de prensa, el lunes, en la que lejos de asumir con humildad la derrota y felicitar democráticamente a los vencedores, se lanzó en tromba contra sus críticos, acusándoles -en la mejor tradición sectaria- de desviación ideológica y de trabajar para beneficiar al principal rival, el Partido Popular.

El editorial de El Mundo, en cambio, le echa un capote al aún secretario general del PSOE. ¡Quién lo diría, se preguntarán algunos socialistas históricos, cuando el periódico abría en los años 90 día sí y día también con feroces editoriales y portadas contra el partido de Ferraz!:

Este periódico es crítico con la postura de Sánchez de no permitir la gobernabilidad del país. Dijimos desde el resultado de las elecciones del 20 de diciembre que el mejor Gobierno para España era una coalición entre el PP, el PSOE y Ciudadanos y hoy en día nos mantenemos en esa posición. Recomendamos en su momento, incluso, que, por el bien de la democracia, Sánchez y Rajoy dieran un paso atrás ante la imposibilidad de formar un Ejecutivo estable. Pero una cosa es no estar de acuerdo con las posiciones adoptadas por Sánchez y otra, cuestionar su legitimidad, que es indiscutible.

Raúl del Pozo, en El Mundo, entiende que Pedro Sánchez ha intentado salvar su ego por encima de todas las cosas:

Pedro Sánchez puede ser envidiable por algunas razones, pero no por su comportamiento heroico, todo lo contrario, su postura en el escenario no ha sido épica, sino la de un actor de barrio en un entremés, en un vodevil intentando salvar su inmenso ego. Como dice uno de mis lectores, ha querido gobernar a los españoles en contra de la voluntad de éstos. Los de Ferraz, y hasta los adversarios, utilizan la parábola de la envidia para describir la crisis, aunque éstos no la aplican a los críticos sino a los seguidores de Pedro. Esperanza Aguirre ha declarado que lo que está pasando en el PSOE es que ese partido ha sentido envidia de Podemos. Lo que ha sentido es miedo.

El editorial de ABC también le da para el pelo a Pedro Sánchez, al que califica de «irresponsable»:

Cada paso que da, cada enrocamiento, erosiona más y más al PSOE. A Sánchez, que ya ha fulminado cualquier resquicio de sensatez, le da igual que dimita medio partido. Hablamos del político más irresponsable que se recuerda. Era evidente que, ante la contumacia de Sánchez a presentar su renuncia, no cabía más alternativa que poner coto a sus ambiciones de modo forzado, aunque fuera con una rebelión en toda regla. La decisión de los diecisiete miembros de la Ejecutiva supone la extinción de este órgano de dirección y la pérdida del poder del secretario general. Pero, incluso en el caso de que llegara a resistir el envite amparándose en lagunas jurídicas de los estatutos, el PSOE ha sufrido daños internos irreparables. El cisma es irreversible mientras Sánchez siga al frente, porque, aunque quisiera imponer la formación de un Gobierno con Podemos y los partidos separatistas, se ha llegado a tal punto de insumisión que muchos diputados de su grupo parlamentario se negarían a votar una investidura en esas condiciones. Sería saltarse a la torera mandatos expresos y contundentes de su Comité Federal.

Ignacio Camacho recuerda que aunque el 28 de septiembre de 2016 la noticia que lo polarizó todo fue la rebelión socialista, no quiere olvidar lo sucedido en Cataluña con el ‘cocomocho’ de Puigdemont y su deriva separatista:

Aunque se trata de un golpe, no es de Estado. La rebelión contra Pedro Sánchez constituye una asonada, un motín, una conspiración, pero sucede dentro de un partido en guerra fratricida, con la estructura en llamas. Tiene todas las características de una conjura de familias -a Felipe le faltó comparecer ante Pepa Bueno acariciando un gato en el regazo- y concita la atracción morbosa de las intrigas dinásticas. Sin embargo, el auténtico golpe de Estado, el verdadero pronunciamiento contra las bases constitucionales de la nación, se produjo ayer en otra parte, casi a la misma hora en que Antonio Pradas entregaba en Ferraz las diecisiete firmas de los insurrectos contra el secretario general como diecisiete puñales clavados en su espalda. Fue en Barcelona, en el Parlamento de Cataluña, donde el presidente Puigdemont proclamó solemnemente, con fecha fija, la voluntad de lanzar un nuevo desafío a España.

El editorial de La Razón le ‘devuelve’ a Sánchez su ya famosa frase del «¿Qué parte del ‘no’ no ha entendido, señor Rajoy?»:

Para comprender el alcance del yerro, baste con decir que, ayer, mientras el PSOE exhibía sus miserias, abierto en canal, las más entusiastas muestras de apoyo hacia Pedro Sánchez venían desde quienes no tienen otra aspiración que acabar con su partido para ocupar su espacio en el liderazgo en la izquierda española. Habría que preguntarle, desde su misma retórica, qué parte del «no» no ha entendido. Si el «no» de sus compañeros de partido, el «no» reiterado de los electores o el «no» del conjunto de la ciudadanía, que le exigía un simple acto de responsabilidad para con la nación.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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