La siempre genial Carmen Rigalt da en el clavo este 3 de enero de 2016 al hablar en El Mundo sobre la presencia de la maciza Cristina Pedroche dando las campanadas en Antena 3.
Dice la periodista que:
Hubo un tiempo en que la medida del éxito la daba siempre la televisión. Pienso en aquellos interminables programas de Nochevieja diseñados en clave hortera, según el gusto nacional. Por ejemplo, los periódicos formaron a enviados especiales para que permanecieran en el salón de sus casas atentos a la pequeña pantalla y a la programación de las distintas cadenas (cada uno, la que le había tocado). Estábamos en plena era del zapping y la pluralidad favorecía la competencia.
En aquel ecosistema creció la España de Martes y Trece,de Los Morancos, de Sabrina («Tetas fuera») y de los chistosos de turno (Chiquito de la Calzada). Aún no había llegado la crisis y se pagaban millonadas por el primer anuncio del año, que casualmente solía ser el de Porcelanosa, con Preysler emergiendo entre el brillo de los baldosines como una virgen china.
Rememora esos primeros años donde España se iba quitando el estigma de lo rancio:
Recuerdo la teta de Sabrina. No se confundan con el personaje de Audrey Hepburn, que no van por ahí los tiros. Nuestra Sabrina televisiva era una seudocantante de ubres poderosas que en pleno desenfreno musical dejó escapar una teta y a punto estuvo de darle en los morros al Ente. Fue visto y no visto, pero la prensa del día 2 de enero no hablaba de otra cosa. Milagro, milagro.
Aunque a esas alturas de siglo el destape ya había sobrepasado los tímidos balbuceos, la teta de Sabrina hizo historia. En las siguientes ediciones del programa especial de Nochevieja las expectativas se dispararon. Tanto se cebaba el misterio, que la audiencia aguantaba hasta el final del programa por si en una de esas llegaba el porno suave y con él celebrábamos el Año Nuevo.
Así, sin darnos cuenta, la España real pasó delante de la España oficial y desaparecieron las calificaciones de «Mayores con reparos». A RTVE ya sólo le quedaba arrojar la toalla y mandarnos a tomar por saco.
Asegura que ahora la Nochevieja se vive de otra manera, televisivamente hablando:
Eso era antes. Ahora, la televisión se ve poco y lo poco que se ve está muy repartido. La gente joven prefiere los dispositivos móviles, las tablets, las redes sociales y los selfies colgados en Instagram. La tele ha quedado para las clases pasivas, que hacen mucha sociología de sofá.
Así, como quien no quiere la cosa, hemos llegado a a Cristina Pedroche, la maciza vallecana, símbolo del hedonismo madrileño, que todos los días se casa un poco con David Muñoz, el dios de la cocina espectáculo.
Cristina trabaja en La Sexta. Exactamente no sé cual es su especialidad, pero el triunfo se lo debe a las transparencias. Es difícil atreverse con las transparencias siendo maciza de manual, pero quien lo haga está obligada a dar la campanada. Las últimas transparencias que elogié aquí mismo fueron las de Macarena Gómez, que tiene cuerpo de figurita de belén y hasta las transparencias le quedan decentes. Pedroche no es chica de belén, ni falta que le hace. Ella más bien se da un aire a una madona del Renacimiento, siempre dispuesta a amamantar al niño.
Y remata:
A propósito de las transparencias de Pedroche, Luis Martínez escribía ayer en este periódico que son un hashtag. Pues va a tener razón el hombre. De un momento a otro, a Cristina le va a crecer una almohadilla (#) en esa parte del cerebro donde anida el metalenguaje.
Poco antes del día de autos, recibí una nota informativa comunicando que para dar las campanadas la chica luciría un modelo de Hervé Moreau, director creativo de Pronovias. La propia Pedroche había declarado que llevaría un vestido de novia, declaración que sorprendió a más de uno. No sabemos qué demonios pintaba un vestido de novia para lucirse en pelota picada. Resultaba paradójico que el traje de la polémica se inspirara en la virtud de las vírgenes. Simple estrechez de miras por mi parte. La grandeza de los Palatchi (dueños de la firma) está precisamente en su habilidad para diseñar negocios de amplio espectro.