El periodismo, por desgracia, es también una de las víctimas de la civilización del espectáculo de nuestros días
El escritor Mario Vargas Llosa ha criticado duramente al actor Sean Penn por su entrevista al Chapo Guzmán en un artículo publicado en El País que se titula ‘Circo y periodismo‘.
Comienza el Premio Nobel recordando que el periodismo «es una de las profesiones más peligrosas en el mundo» y que registra cada año un buen puñado de «reporteros, entrevistadores, fotógrafos y columnistas secuestrados, torturados y asesinados».
La entrevista, que apareció en la revista Rolling Stone, es malísima, una exhibición de egolatría desenfrenada y payasa y, para colmo, desbordante de simpatía y comprensión hacia el multimillonario y despiadado criminal al que se le atribuyen cerca de tres mil muertes además de incontables desafueros, entre ellos gran número de violaciones.
Y recuerda los coqueteos habituales de Penn y otros del ‘universo Hollywood como Oliver Stone y Michael Moore con algunos dictadores:
Sean Penn es muy buen actor y tiene fama de «progresista», término que, tratándose de gente de Hollywood, suele significar una debilidad irresistible por los dictadores y tiranuelos tercermundista.
[…] Elogiar a Fidel Castro, «el hombre más sabio del mundo» según Oliver Stone, es una patética exhibición de cinismo e ignorancia, equivalente a sentir admiración por Stalin, Hitler, Mao, Kim il Sung o Robert Mugabe, y defender como modélica a una dictadura de más de medio siglo que ha convertido a Cuba en una prisión de la que los cubanos tratan de escapar como sea, incluso desafiando a los tiburones. Y no lo es menos considerar una estrella política planetaria al comandante Chávez.
Qué cómodo es para estos personajes, desde Hollywood, es decir, desde la seguridad jurídica -nadie irá allá a despojarlos de sus casas, negocios, inversiones, ni a tomarles cuenta por lo que dicen y escriben-, el confort y la libertad de que gozan, jugar a ser «progresistas», aceptando invitaciones de sátrapas ineptos, que los tratan como reyes y los adulan, halagan y regalan, y a defender regímenes opresores y brutales, que hacen vivir en el miedo, la escasez y la mentira a millones de ciudadanos a los que han quitado la palabra y los más elementales derechos
Ahora, además de dictadores, los «progresistas» de Hollywood defienden también a delincuentes comunes y asesinos en serie, como el Chapo Guzmán, pobre hombre que, según Sean Penn, llegó al delito porque era la única manera de sobrevivir en un mundo atrofiado por la injusticia y los oligarcas.
Y finaliza:
El periodismo, por desgracia, es también una de las víctimas de la civilización del espectáculo de nuestros días, donde aparecer es ser y la política, la vida misma, se ha vuelto mera representación.
Utilizar esta profesión para promoverse y difundir ideas frívolas, banalidades ridículas y mentiras políticas flagrantes es también una manera de agraviar un oficio y a unos profesionales que hacen verdaderos milagros para cumplir con su función de informar la verdad por salarios generalmente modestos y corriendo grandes peligros.