LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Sostres deja hecho trizas a Pedro Sánchez: «Es un despropósito y un guerracivilista»

"Es la enésima calamidad socialista desde que se fue Felipe González"

Sostres deja hecho trizas a Pedro Sánchez: "Es un despropósito y un guerracivilista"
Pedro Sánchez. Youtube

El PSOE, que este 30 de enero de 2016 celebra su comité federal en el que, supuestamente, se le dará o no el placet a Pedro Sánchez para que alcance un acuerdo con Podemos de cara a sellar un pacto para llegar al Palacio de la Moncloa, ocupa gran parte de la atención de los articulistas de la prensa de papel.

Arrancamos en ABC y lo hacemos con Salvador Sostres, que machaca de lo lindo al ‘guapo’ Sánchez por su vertiente guerracivilista y sectaria, capaz de hundir al partido con tal de gobernar:

Lo que el PSOE decide hoy no es exactamente si permite que España se vuelva a poner en marcha, o si insiste en la pavorosa obstinación de pretender pactar con una extrema izquierda que solo quiere humillarlo y que en modo alguno resulta ni mínimamente homologable para una democracia razonable.

Lo que el PSOE decide hoy es si quiere conservar el centro, la cordura, la fiabilidad que lo ha articulado hasta ahora como una alternativa de gobierno. Lo que el PSOE decide hoy es si quiere permanecer en su fértil vocación mayoritaria o quiere, por el contrario, negociar al por menor unas cuantas y efímeras butacas que no solo lo llevarán, más temprano que tarde, a la oposición, sino a la marginalidad.

Asegura que:

Pedro Sánchez no es un candidato, es un despropósito. El despropósito de la izquierda cuando se pone guerracivilista, trágica como una niña de parvulario. Pedro Sánchez es la enésima calamidad socialista desde que se fue Felipe González; es peor que un crimen: es un error.

La libertad, el orden y la democracia en España necesitan para no tambalearse una izquierda sólida y votable, incompatible con el egoísmo personalista, con la inconsistencia y con su ignorancia. No puede ser que un partido entero fenezca para salvar la carrera política de un solo hombre, y menos de un hombre demediado como Pedro Sánchez.

Y termina aconsejando que:

Hay que regresar a la vieja e indispensable jerarquía. Las tan aclamadas «primarias» funcionan en países y en partidos más formados. Pero mientras los socialistas sean lo que son, y como son, vale más que confíen la elección de su secretario general, y si puede ser de sus demás cargos, a los más inteligentes de la tribu, como hemos hecho siempre la derecha, y tan buenos resultados nos ha dado.

Ramón Pérez Maura ve con malos ojos, y no le falta razón, que se esté jaleando el levantamiento de las sanciones a un régimen como el iraní que, entre otras atrocidades, es quien financia a la muchachada de Pablo Iglesias:

Mientras Occidente, por medio de las progresistas autoridades italianas del Gobierno Renzi, se humillaba esta semana tapando pudorosamente obras de arte en los Museos Capitalinos de Roma, ese régimen que ahora es jaleado desde nuestra clase dirigente tomaba nuevas medidas para garantizar el inmovilismo teocrático en Irán. El pasado lunes Teherán laminó a 635 de los 801 candidatos que aspiraban a presentarse a la Asamblea de Expertos en la elección del próximo mes. Ese organismo es el que debe elegir al Líder Supremo iraní, la verdadera autoridad absoluta de la República Islámica, por encima del presidente. Y esto se ha dado a la semana siguiente de que unos 7.000 candidatos potenciales al Majlis, el Parlamento iraní, fueran descalificados por ser considerados «inadecuados». Es decir, que los finiquitados candidatos a la Asamblea de Expertos y al Majlis son considerados demasiado liberales. Dado que entre ellos estaba un joven de 43 años, de nombre Hassan Jomeini, nieto del ayatolá Jomeini, de recuerdo imborrable, está casi todo dicho respecto a las posibilidades que hay de reformar el vigente régimen. Sigan ustedes aplaudiendo el levantamiento de sanciones y créanse que nos va a ir mucho mejor… Con estos, que son los que están financiando a nuestro Podemos -junto con Chávez antes y Maduro. Estamos que nos salimos.

Subraya que:

Lo vivido estos días en Roma, y en menor medida en otras capitales europeas, me ha recordado la visita de Estado que realizó a España en octubre de 2002 el presidente Mohamed Jatamí, que era presentado como un moderado frente a la intransigencia del todavía hoy Líder Supremo iraní, Alí Jamenei. En España, al menos durante el reinado de Don Juan Carlos, el protocolo de las visitas de Estado estaba rigurosamente reglado. Y todas ellas incluían una cena de gala en el Palacio Real. En aquella ocasión no fue posible. El protocolo iraní no sólo no permitía que su presidente diera la mano a las mujeres; es que tampoco permitía sentarse a la mesa con ellas. Entre las que estaban Su Majestad la Reina y la ministra de Asuntos Exteriores, a la sazón Ana Palacio. Y la causa por la que no podían sentarse juntos sí que es digna de la mayor muestra de denuncia de mujeres -y varones- de todo signo político. El presidente no podía saber si alguna de las mujeres podía estar menstruando en esos días. Y si eso ocurriese, ella le transmitiría «su suciedad» al presidente iraní. Intolerable.

Y añade:

La cena fue sustituida por una recepción a las seis de la tarde con un breve concierto de los Stradivarius de Palacio y después un cóctel en el que no había ni gota de alcohol. Es cierto que la diplomacia española impuso que las mujeres no fuesen cubiertas. Pero los iraníes hubieran agradecido infinitamente que sí se hubieran tapado. Yo tuve una prueba directa de ello. Estuve invitado en aquel acto junto con Clara Isabel de Bustos, mi mujer. Ella acudió con la cabeza tapada con un turbante hecho con un pañuelo de Hermès, de preciosos estampados. Casi todas las autoridades iraníes, incluido el presidente, se acercaron a saludarla, guardando las formas. Todos le hicieron preguntas que claramente pretendían indagar sobre su fe, que ellos asumían musulmana. Hubo uno que incluso le preguntó si pertenecía a una rama del islam sunní de la que no habíamos oído hablar jamás. La respuesta, por supuesto, era muy otra y mucho más elemental, pero a ninguno de los iraníes parecía pasársele por la cabeza: la única razón del turbante de Clara era el cáncer terminal que aquel 29 de octubre de 2002 ya se había apoderado de su cuerpo y la había dejado sin pelo.

Ignacio Camacho precisa que a Pedro Sánchez se le acabó el argumento de escudarse siempre en el consabido ‘es el tiempo de Rajoy’ para no saltar él al ruedo de someterse a una investidura:

Le toca a él. Ya no tiene sentido que Pedro Sánchez siga repitiendo que «es el tiempo de Rajoy» para despejarse el suyo. Su ambición de ser presidente a toda costa resulta tan obvia que le obliga a retratarse intentándolo. No es el tiempo de Rajoy porque él no ha permitido que lo sea y esa obstinada negativa ha precipitado los acontecimientos. Ha boicoteado su propia estrategia y llega al Comité Federal emplazado a negociar su candidatura con el partido. Es él quien tiene ahora que definir las condiciones y los plazos; el presidente no ha renunciado a la investidura, sino a un linchamiento.

El líder socialista tiene La Moncloa en la cabeza desde finales de mayo, cuando pactó con la extrema izquierda en autonomías y ayuntamientos. De ahí su frase de la noche electoral sobre el «resultado histórico», que tanto estupor causó a quienes sólo veían en sus cifras un descalabro. No contó los diputados que había sacado él, sino los que separaban al PP de la mayoría absoluta. Desde entonces no se ha movido de la idea de ser, como aquel visir Iznogud del cómic de Goscinny, califa en lugar del califa. Para eso está resuelto a aliarse con quien sea necesario en la compleja amalgama de un frente más que popular, populista. Dispuesto no sólo a gobernar con Podemos, sino a presidir un Gobierno de Podemos.

Insiste en que:

Pues bien: si quiere intentarlo, que lo intente. Es un proyecto pernicioso para el país y para el PSOE, pero no parece importarle. Está decidido. Lo que no puede hacer es seguir parapetado detrás de un falso protocolo parlamentario que supuestamente exigiría que Rajoy se someta a una humillación política. Tiene que dar un paso al frente ante el Rey sin legitimar sus intenciones en un endeble artificio que no engaña a nadie y que sólo sirve para retrasar el calendario. Patxi López le dará facilidades y tiempo; no necesita ninguna pantomima y para hacerle un juicio al marianismo dispone de toda la legislatura. Si quiere el poder a cualquier precio debe empezar a negociar la factura ya mismo. En el caso de que no haya comenzado a hacerlo de forma subrepticia.

Y asevera que:

Lo que hoy va a medir Sánchez es la capacidad de resistencia del partido, la fuerza real de los disidentes. No es probable que sea suficiente para revocar su plan porque en cualquier organización el liderazgo cuenta de entrada con una notable potencia de arrastre. Jugará para aplacar a los críticos con la negociación con Ciudadanos, aritméticamente endeble sin la colaboración pasiva de un PP al que ha estigmatizado. Y dejará entrever ante los más contumaces la posibilidad de someter a la votación de la militancia el posible acuerdo con los radicales. Los coroneles le van a hacer sufrir, pero será difícil que se amotinen. En realidad la última palabra de su empecinado proyecto está fuera del PSOE y la tiene Pablo Iglesias: es el que puede elegir si le hace más daño dejándolo caer o abrazándolo.

Lucía Méndez, en El Mundo, escribe el borrador de lo que debería ser el discurso de investidura de aquel candidato que tenga el arrojo necesario de presentarse ante la Cámara Baja para intentar ser elegido presidente del Gobierno:

«Señor presidente, señoras y señores diputados. Comparezco ante esta Cámara para solicitar la confianza según lo previsto en el artículo 99 de la Constitución». Así han comenzado los discursos de investidura de todos los presidentes del Gobierno desde 1978. Sin embargo, señorías, estamos en circunstancias excepcionales y por eso mi discurso también será excepcional. El pasado 20 de diciembre, los españoles nos dieron un mandato a todos los partidos representados en esta Cámara que no hemos sabido, no hemos querido o no hemos podido cumplir. No es la hora de buscar culpables. La culpa es de todos. Mi presencia en la tribuna es, pues, la expresión de un fracaso y como tal la asumo en lo que concierne a mi partido. Estoy aquí no para pedir la confianza, sino porque ha llegado la hora de que alguien ponga fin a un bloqueo que mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. La brutalidad de la crisis y la falta de respuesta a las necesidades de los españoles han producido un descrédito de la política sin precedentes desde la Transición. No podemos seguir encerrados en la torre diseñando estrategias, tácticas y juegos políticos improductivos.

Y reseña que:

Por ello, comparezco ante la Cámara con un sólo objetivo: poner en marcha el reloj que nos conducirá a otras elecciones si antes no hay acuerdo para elegir a un presidente. La Constitución establece un plazo de dos meses -que empieza a contar ahora mismo- para la disolución de las Cámaras, en el caso de que nadie logre la confianza. El tic tac del reloj nos presionará, del mismo modo que el hambre obligaba a los cardenales a elegir Papa. Si es verdad que nadie quiere elecciones, es hora de ponerse a trabajar. Señor presidente, señoras y señores diputados. Los constituyentes no pudieron imaginarse que esto sucedería. Los vacíos legales hay que llenarlos de forma correcta. Sin investidura no puede haber elecciones, en eso coincide la doctrina. Por tanto, hacía falta que alguien subiera a esta tribuna aun a riesgo de perder las votaciones. Es un servicio a España. El momento exige valentía. Estoy aquí porque los demás no han querido. Y si como consecuencia de esta investidura tengo que abandonar la política activa, lo doy por bien empleado».

Hasta aquí, el borrador de discurso de investidura para líder o lideresa valientes. Estamos a la espera de encontrarlo.

Rafael Moyano se centra en la megacorrupción en el seno del PP valenciano y no deja títere con cabeza:

Conocí a un imputado por Gürtel en su época de gloria. Pavoneándose con su coche oficial y su guardaespaldas, recordaba su origen humilde y repetía a quien le escuchara que él era un hombre hecho a sí mismo, como si a los demás nos hubieran hecho otros. Cuando la inmundicia que rodeaba su exitosa vida afloró, siempre me pregunté si es que no le entendimos bien o es que no le dejábamos terminar la frase. Él era un hombre que se había hecho a sí mismo… robándonos a los demás, y debía disfrutar viéndonos las caras de gilipollas. Porque los corruptos suelen ser chulos, de esa chulería que te da creerte por encima de los demás.

Recuerda que:

La presunta «organización criminal con ramificaciones internacionales», según las diligencias judiciales, que operaba en el epicentro del PP valenciano es un ejemplo más de esa altanería inherente a quien nos roba. La continua exhibición de poderío de Alfonso Rus, Ferrari rojo incluido, no levantó las suficientes sospechas y se le permitió actuar durante muchos años con total impunidad. Al fin y al cabo él, que comenzó vendiendo electrodomésticos, también era un hombre hecho a sí mismo. No se cortaban, ni él ni sus secuaces, capaces de rotular una peluquería con el comercial nombre de Qué hay de lo mío. Se reían, se ríen, de nosotros. Para reírse es también, por no llorar, que nos encontremos con una peluquería una semana después de descubrir que, además de chorizos, algunos corruptos son calvos. Resulta que el juez Eloy Velasco descubrió que entre las dádivas que presuntamente recibían los responsables de la empresa pública Aguas de las Cuencas Mediterráneas, el penúltimo caso que ha salido a la luz, había tratamientos de implante de pelo. Va a ser fácil para el magistrado deducir quién de los implicados se ha beneficiado de ese pago en especies. Bastará con ver la foto del antes y el después, como en los anuncios de crecepelo. El otrora calvo que haya estado fardando de listo y exitoso con su melena al viento, será el culpable.

Y sentencia:

Lo más dramático de estos nuevos casos de corrupción es que se hayan perpetrado y mantenido en pleno proceso de rasgado de vestiduras político, cuando había un propósito de enmienda nacional traducido en anuncio de leyes de control y transparencia. Los corruptos han seguido con sus tropelías mientras mi conocido de Gürtel pasaba por el calabozo. No se han sentido suficientemente amedrentados. La tentación, a veces más fuerte que el miedo, les ha podido porque es difícil resistirse a lo que dice el proverbio: al perro que tiene dinero se le llama señor perro. La promesa de limpiar el fango no ha logrado frenar el descreimiento hacia los políticos, a tenor del resultado de las elecciones, y han irrumpido partidos forjados, entre otras cosas, en la denuncia de esa corrupción. Es ese el elemento corrector básico que los nuevos partidos, con poder para determinar el rumbo de la política, deben introducir como moneda de cambio a quien quiera gobernar. Lo lamentable es que ya se vislumbra que van a primar otros intereses.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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