El juicio a Rita Maestre ocupa gran parte de las columnas de opinión de la prensa de papel de este 19 de febrero de 2016. A quien más y a quien menos les ha sorprendido como la portavoz del Ayuntamiento de Madrid sacaba el 18 de febrero de 2016 su faceta más modosa, como si no hubiese roto un plato.
La mala suerte para ella es que hubo un vídeo que en 2011 grabó su fechoría y su ataque contra la religión católica y no le quedaron, con perdón, más ovarios que tener que reconocer que si llega a saber las consecuencias de su tropelía, no la hubiese cometido.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Hermann Tertsch que deja para el arrastre a la portavoz de Manuela Carmena en el consistorio capitalino:
¡Pero qué decepción! Nosotros que creíamos que estábamos ante la reedición del juicio del incendio del Reichstag. En el banquillo entonces Georgi Dimitrov, comunista búlgaro, acusado por las autoridades nacionalsocialistas alemanas de haber ordenado el incendio al infeliz holandés Marinus van der Lubbe. Para los nazis, recién llegados al poder, era aquel incendio el pretexto para la primera gran operación contra la oposición. Al final pagó el pato el pobre infeliz holandés, porque Dimitrov se defendió en un proceso para la historia. En los meses previos al juicio, en prisión, había aprendido la lengua y derecho alemán. Eso es estudiar, no lo que hace la pandilla de comunistas de Somosaguas con sus intercambios de favores, que llegan a profesores sin saber que Richard Nixon no es Ronald Reagan, la Ley de Gravedad no es la de Relatividad ni Newton se apellida Einstein. Dimitrov se defendió con las leyes alemanas en la mano y en una lengua alemana de la que un año antes no sabía palabra. Y su autodefensa fue tan arrolladora que los jueces, que aun eran los de la República de Weimar que los nazis no habían podido aun aterrorizar ni relevar, lo absolvieron. Y Dimitrov volvió a Moscú donde encabezaría la Komintern con Stalin hasta 1945.
Dice que:
Rita Maestre podía haberse levantado y explicado por qué había perdido los nervios ante el atropello que para el laicismo supondría la presencia de esa capilla en la universidad. Podía haber hecho un alegato en favor de la «acción directa». Y anunciar incendios de verdad. «Arderéis y va en serio». O asumir el año de cárcel como un honor y una medalla en la lucha que cree justa. Todos los medios televisivos se habrían deshecho en loas entusiastas. Pero no, no hubo heroísmo ayer en el juicio a Rita Maestre por entrar en la capilla católica universitaria y agredir a quienes allí estaban con el allanamiento, actitudes violentas y amenazas de muerte llenas de odio y evocación de terribles sucesos criminales contra los católicos perpetrados por comunistas hace ahora 80 años.
Subraya que:
No hubo un gallardo Dimitrov. Ni siquiera un joven Fidel Castro que, aun lejos de ser el sórdido megacriminal posterior, se defendía con coraje en el juicio por el fracasado asalto al cuartel de la Moncada en 1953 con aquella memorable frase del «la historia me absolverá». Todo lo contrario, una apenas perceptible voz pija de niñata malcriada se disculpaba con un patético «si llego a saber las consecuencias no lo hubiera hecho». Acostumbrada a que todo en su vida sea gratis y a que todos los abusos y transgresiones de sus camaradas fueran invariablemente impunes, perdonados por un Estado incapaz de defenderse. La portavoz del gobierno comunista de la capital de España, punta de lanza del movimiento que pretende arrollar a la débil democracia española, se escondía ayer cobardemente tras la sotana de un arzobispo. La niña de apariencia limpia de la horda de mugre de palabra y obra que ha tomado la alcaldía con la complicidad de unos socialistas obsesos de la revancha, decía ayer que ella respeta mucho a la iglesia. Y que el arzobispo le perdona porque entiende que aquello fue «un arrebato de juventud». Susurrando excusas. «Si lo sé, no lo hago».
Y sentencia:
Lo peor no es ya la certeza de que muchos de que gran parte de este movimiento, que en una pirueta grotesca de la historia está tomando el poder, son niñatos de séptima categoría que solo medran por la absoluta postración de la democracia española. Lo peor es el inmenso y omnipresente coro de la complicidad exculpatoria, tan falaz en sus argumentos como transparente. Ya dejan entrever cuáles presentarán cuando deban justificar males mucho mayores con daños y dolor infinitamente más graves.
Ignacio Camacho le hace un completo repaso a Mariano Rajoy de por qué el PP está como está. Lo último en aflorar a la superficie, el escándalo del Canal de Isabel II:
Es una inundación. Las compuertas del Canal de Isabel II, la empresa de aguas de Madrid, han cedido bajo la presión judicial provocando un desembalse de residuos fecales. Una riada de escándalos arrastra los restos de la larga etapa de poder aguirrista en un siniestro aluvión que alcanza la calle de Génova y amenaza con seguir cuesta abajo hasta la carretera de la Coruña, donde las brigadas de Moncloa apilan sacos terreros de paciencia para construir diques de contención. La trama Púnica, con sus fondos de reptiles, sus facturas falsas, sus mordidas de adjudicaciones y hasta sus obras de arte en Suiza, anega el bastión más simbólico del PP en un desbordamiento de alcantarillas. La salida en polvorosa de Aguirre ha dejado desguarnecido a Rajoy, que siempre receló del entorno esperancista sin decidirse a invadirlo con la caballería; la única vez que lo intentó para evitar que Ignacio González presidiese Cajamadrid colocó en su lugar, vaya por Dios, a Rodrigo Rato. Ahora le moja los pies el aluvión sumarial en el momento más delicado, cuando lo último que le conviene es moverse sobre el barro.
Señala que:
De golpe el presidente tiene en los juzgados a toda la nomenclatura de sus grandes baluartes: Madrid, Valencia y Baleares. Los territorios donde se cimentaban las victorias y se consolaban las derrotas. Las redes cleptocráticas tejidas en la impunidad de los años felices se unen en vasos comunicantes, enlazando incluso a declarados enemigos políticos como Francisco Granados y González. El partido está roto, deprimido, desmoralizado. Las referencias de la etapa marianista andan desaparecidas, agazapadas, inadvertidas para escapar de cualquier posible salpicadura que invalide sus opciones de futuro. Algunos dirigentes creen que hay una conspiración de magistrados y suspiran de envidia al ver cómo el régimen susanista andaluz ha desactivado el caso de los ERE. Otros reclaman una catarsis generacional, una purga que desafecte a la organización de todo vínculo con el pasado. Casi todos saben que este desbordamiento arrasa cualquier posibilidad de pacto de investidura y compromete el resultado de una probable repetición electoral.
Y concluye:
Sólo Rajoy trata de mantenerse como casi siempre impávido bajo la tormenta, con los oídos tapados, desoyendo el ruido para posar como el candidato que en la práctica él mismo ha renunciado a ser; ayer tuvo el cuajo de ofrecer vicepresidencias a Sánchez y Rivera, cuyo principal consenso consiste en vetarle la reelección. Si hubiese sacado mayoría tendría un problemón de primera con esta torrentera de corrupción; con 123 diputados su situación se vuelve directamente insostenible. Como dice Granados en una conversación telefónica intervenida, «esto tiene una pinta mala, mala, malísima». Tan mala que en la ciénaga del Canal madrileño se están ahogando las últimas esperanzas -sin segundas- del marianismo.
Hughes da palos a diestro y siniestro con el caso de Rita Maestre. Considera que no debería recibir una pena desproporcionada, pero también apunta que cualquier día al Estado le da por desgravar a quien se meta con los católicos:
El asunto de Maestre convoca a grupos un poco «intensos». Primero, los que abusan del 525 del Código Penal como blasfemia. El mismo artículo dice que hacer escarnio de alguien sin creencias también estaría penado. Así que si se salen con la suya aquí no se va a poder uno reír de nadie.
Quizás el asunto tenga más que ver con el 523, con perturbar un servicio religioso. Ese acto invasivo es el matiz. No es un chiste o la rima vaticano-clitoriano. No es un texto, no es arte, es la ocupación de un lugar de culto, pero valdría lo mismo si fuera una peña del Celta de Vigo. Bueno, si fuese una peña saldrían a tortazos, pero la Iglesia, ya saben, defiende lo de la otra mejilla (Pemán decía que valía hasta dos ofensas porque no tenemos tres mejillas).
Destaca que:
Meterse con los católicos cualquier día desgrava. En la facultad es casi un rito iniciático. ¿Por qué hay una capilla en la Complutense? ¡Pues para que protesten! Para hacer prácticas antes de marcharse a recorrer el islam con sus bolas chinas, que seguro que lo hacen. ¿Y si unos señores irrumpiesen en una asociación feminista gritando: «Contra el clitoriato, nabo y desacato» y luego quisiesen ser concejales? Intolerable. Pues los oficiantes del laicismo (como si lo sagrado no mutara) quieren ahora convertir esto en un Charlie Hebdo y a Rita en mártir.
Y finaliza:
A Maestre no deberían condenarla. El Juez, aun existiendo el controvertido tipo jurídico, sabrá aplicarlo con proporción, precisamente lo que les falta a quienes la disculpan o comparan con Krahe, Arrabal, o hasta con las FEMEN… ¡de la Rusia de Putin! A algunos católicos les ofende lo de la capilla, a la mayoría el «activismo» abusivo, narcisista y gratuito de esta gente. Las FEMEN rusas son valientes, las PODEMEN van a humillar al monaguillo. Así que proporción. Aunque no mereciese consecuencias penales, el acto fue una provocación impropia de cargo público. Una pena, Rita es guapa y pizpireta, y yo quiero que siga, tengo curiosidad por ver a cuántos familiares es capaz de colocar, pero la ocupación sería un error aunque fuera una planta baja de Testigos de Jehová. O un club cicloturista. No se acojan (unos y otros) a lo penal, hablemos de política: si un piropo ofende, ¿no va a ofender esto? No olviden tampoco que algunos nunca fuimos Charlie Hebdo.
En El Mundo, Federico Jiménez Losantos reparte leña por igual a Rita Maestre y a Mariano Rajoy:
Este Mariano miente más que Rita ‘La Asaltaora’. Ayer, el presidente del Gobierno en funciones y la portavoz del Ayuntamiento de Madrid -que el PSOE entregó a Podemos, pese a que las elecciones las ganó de largo el PP-, empataron en trolería y embustofilia. Toda la progretería prisaica se empeña ahora en defender a la «mejor alumna de Pablo Iglesias» (Pável ‘dixit’) como artista conceptual; y algún recién llegado al pasto cebrianita, el que invitaba a España al teórico del terrorismo islámico Tariq Ramadán, ha llegado a identificarla con la causa de ‘Charlie Hebdo’, que por lo visto asaltaba mezquitas en pelotas. Puestos a blanquear a la ETA y a justificar a los ‘titirietarras’, supongo que mentir al juez y a la opinión pública es sólo una ‘performance’ que cuestiona las mentiras de la corrupta casta política. Rita no miente: teatraliza de forma proyectiva las mentiras de los demás.
Recuerda que:
Pero dijo que se enteró de la convocatoria del asalto a la capilla y se ha probado que fue una de las organizadoras; dijo que no se quitó la ropa y grabado está; que no cantó e insultó, y grabado quedó; que no se puso el velo y ahí está con su velo morado; que no quería ofender y eso es indudable: gritar «¡Arderéis como en el 36!» es una forma dialógica de entablar una anticlimática escenificación de las contradicciones judeocristianas. Ah, y si se declaró insolvente fue para denunciar sarcásticamente la pobreza que crea el capitalismo. Nadie de Podemos es nunca responsable de nada. Sólo Iglesias, y ante la Historia, cuyo Juez Supremo es Él.
Y remata:
Rajoy le dijo ayer a Cameron que habrá nuevas elecciones porque aquí no pasa como en toda Europa, véase Alemania, donde pactaron los dos primeros partidos, pero no dijo que es la excepción: en cinco países de la UE hay acuerdos de varios partidos y no gobierna el más votado; dijo que le presionan los poderes políticos y económicos, pero el primer poder político y económico en España es el Gobierno, o sea, él, que presiona a todo trapo para seguir mandando; dijo que tenía derecho a ir a la investidura y no fue; dice que Sánchez fracasará y será su turno, pero es falso porque anuncia elecciones; y dice que no apoya a Sánchez porque lo insulta y le ofrece la vicepresidencia si le vota. Total, que Rajoy y Rita ‘La Asaltaora’, mentirosos compulsivos, empataron ayer a trolas: cinco-cinco.
En El País, Xavier Vidal-Folch habla sobre los últimos acontecimientos sucedidos en el Ayuntamiento de Madrid, con el escrache al concejal de Seguridad, Javier Barbero, y el juicio a Rita Maestre, portavoz municipal, y lo acontecido en el consistorio de Barcelona con el blasfemo Padrenuestro de una tal Dolors Miquel:
Rita Maestre, Javier Barbero, Dolors Miquel. Son distintos los episodios de la portavoz del Ayuntamiento madrileño (juzgada ayer por desnudarse años ha en una capilla universitaria), de su colega de Seguridad ( escrachado por guardias municipales) y de la poeta Dolors Miquel, que recitó un padrenuestro «blasfemo» en el Ayuntamiento de Barcelona.
Tres casos distintos, pero enhebrados por un hilo conductor que nos convoca a un ejercicio de buen sentido. Y a rehacer el manual del buen transgresor.
Recuerda que:
Lo más urgente es distinguir las protestas pacíficas de las violentas. Aquellas deben ser protegidas, por tolerables: tolerancia significa aceptar lo que nos disgusta e incluso ofende, pues el resto no es su objeto, sino materia de regocijo. Entre la manifestación acogida a la libertad de expresión y la violencia sin adjetivos a veces hay una zona gris: la amenaza agresiva, acosante, intimidatoria. También es violencia, aunque sea menos estentórea y dañina. Por eso hay que erradicar la moda del escrache.
También urge usar la sensatez antes que el Código Penal. Solucionar por las buenas es siempre mejor que por las malas.
Un nuevo manual del transgresor debe recuperar el criterio de reversibilidad: no hacer a los otros -ni a su patrimonio material y moral- lo que rechazas para ti.
Y apunta que:
Debe reconsagrar el principio de proporcionalidad, que aconseja no matar moscas a cañonazos. Algo útil tanto para agitadores -si quieren cargarse de razones- como para provocados.
Debe preferir el ingenio, o sea, la ironía y el sarcasmo, a la zafiedad y a la vulgaridad.
Deben inspirarse en fundamentos sólidos y defender causas potentes, no banales. Los revolucionarios Miguel Servet y Galileo desafiaron al poder inquisitorial proclamando la autonomía de la ciencia respecto de la religión, la separación entre razón y fe, esa herejía: con razones más que con griterío.
Y deben exhibir -si pueden- talento. Marcel Duchamp colocó en 1917 un retrete en una exposición de pintura: por demostrar que el ámbito del arte es ilimitado y nada ajeno a los objetos cotidianos. Así que la historia avanza a base de desechar, innovar, subvertir y transgredir. Pero el primer imperativo del transgresor es ser hábil, sugerente, atractivo.