Un buen columnista es alguien que mira al presente con el recuerdo de lo que ha sido el pasado y es capaz de proyectarlo al futuro
«Desde luego Carlos Herrera, qué gente rara tiene usted en el programa. Mire tener a ese que se llama Santiago y de apellido ‘Majetón’…», cuenta el periodista burgalés Santiago González entre carcajadas mientras caminamos por las calles de Bilbao, algo así como ir por Buenos Aires de la mano de Jorge Luis Borges.
Santiago González es uno de los imprescindibles del equipo de columnistas y tertulianos de Carlos Herrera en COPE. Ya le acompañaba desde los tiempos de Onda Cero donde hacía el resumen de prensa de las 7.40 h -que le obligaba a levantarse a las cuatro de la madrugada-.
Cuando Herrera se marchó de la radio de Planeta, González no supo si le acompañaría a la COPE hasta solo una semana antes de comenzar la temporada. «¿Qué? ¿Vas a empezar conmigo el lunes?», le dijo. Su sección estaba pensada para Javier González Ferrari pero el ex director de Onda Cero decidió marcharse a la SER y ese hueco lo ocupó González.
«Tenemos mucha química con Herrera. Él tiene una capacidad extraordinaria para comunicar: está dotado de sentido del humor y trata al oyente con las dosis adecuada. Esas repeticiones que hace –‘menos mal que hoy es lunes…’ o ‘me alegro, buenos días’- acostumbra a la audiencia, que al igual que los niños le gusta que le cuenten siempre la misma historia»
P: La nueva generación de columnistas españoles no deja de recordarnos de forma cansina que ha visto ‘La Vida de Brian’ (Terry Jones, 1979) decenas de veces. Está claro que te ven como un referente. ¿Te sientes culpable de haber causado esa epidemia en el columnismo español?
R: (Risas) Cuando la vi allá por el año 81 me dolía el estómago de tanto reírme. Es demoledora para todos los mitos de la izquierda. Los romanos, las feministas, el circo de Jerusalén –‘queridos hermanos y hermanas’– era delirante y genial. Esa película hoy sería tachada de reaccionaria por la izquierda actual. El cine es el gran arte de comunicación de masas del cual bebo mucho para mis columnas.
Gonzaléz es una especie rara entre los de su generación. Empezó no de reportero sino como columnista en El Norte de Castilla a mediados de los años setenta con Fernando Altés Bustelo como director. Hacía una sección que se titulaba ‘Panorama Internacional’ a medias con su amigo Pablo López Blanco. «Nos habíamos suscrito a los medios internacionales y con esa documentación hacíamos un análisis geopolítico».
Recuerda que la prensa de comienzos de los setenta en España ya se podían leer a tipos con mucho talento. «En ‘Hermano Lobo’ tenías a Manuel Vicent, a Paco Umbral y a Carlos Luis Álvarez (Cándido) Aquellos años del franquismo eran una caricatura pálida de la represión de la posguerra y ya se podían leer publicaciones interesantes como ‘El Cocodrilo Leopoldo’ o un vespertino como ‘Informaciones'» cuya casi mitad de la plantilla se iría luego a El País.
Cuando estaba terminando Económicas en el año 81 vino el socialista Eduardo Sotillos a Bilbao a montar un periódico que se llamó Tribuna Vasca y que estaba impulsado por el PSOE. «Algún profesor le habló a Sotillos de mí y me llamó. ‘Oye, ven a verme con tus recortes publicados’, me dijo.
«Veo que tienes facilidad para recrear ambientes. A mí me falta alguien que haga una columna en la contraportada en la que escribas con aire de ligereza», le encomendó Sotillos.
Las referencias González en aquellos tiempos eran el maestro de columnistas y Premio Pulitzer, Art Buchwald, que leía en la revista Sábado Gráfico de Eugenio Suárez, y en el campo nacional ‘Hermano Lobo’, ‘Por Favor’ y la mítica sección ‘Capilla Sixtina’ de Manuel Vázquez Montalbán en ‘Triunfo’.
En Tribuna Vasca escribía seis columnas a la semana y una sección sobre comentarios oídos en medios. En ese diario González, que ejercía de jefe de Opinión, publicó los primeros artículos en prensa de Jon Juaristi. El periódico tuvo una vida efímera: catorce meses. Luego colaboró con La Gaceta del Norte hasta que se fue a trabajar con Ramón Jáuregui como su jefe de prensa en la Delegación del Gobierno en el País Vasco y luego como vicelehendakari del Gobierno Vasco.
Volvió al periodismo cuando le fichó José Antonio Zarzalejos para escribir cinco columnas a la semana en El Correo y en 2008 dio el gran salto a la prensa nacional. Pedrojota Ramírez le llamó nada menos que para ocupar el espacio que dejaba libre Raúl del Pozo en la sección de Opinión, que se iba a la contraportada de El Mundo tras el fallecimiento de Paco Umbral.
«Pedrojota me dijo que venían leyendo mis columnas en El Correo desde hacía tiempo y que le parecía que manejaba un tono equilibrado con la habilidad para decir las cosas más duras con sentido del humor. Y que cuando criticaba a algún personaje siempre sacaba el pie del acelerador para no humillar a nadie. Y era verdad. La vida de provincias es más apacible y eso se nota en el tono de mis columnas».
Su columna ‘A Contrapelo’ está en el mainstream de la opinión del diario de Unidad Editorial junto a las ‘Preguerías’ de Victoria Prego, a quien define como «una mujer con un sentido común extraordinario». Además, tiene un blog con el extraño privilegio de contar con fieles lectores reconvertidos en brillantes comentaristas de los post de Santiago González. Conforman una secreta cofradía de más de 50 personas y, por algunos de ellos, González siente auténtica devoción.
EL PSOE Y EL RELATO DE OTEGI
P: ¿Qué te produce ver a Eduardo Madina pidiendo la liberación de Otegi?
R: Me produce desaliento pero no hay que tirar la toalla, al contrario, la batalla por la memoria de las víctimas habrá que darla hasta el final. ¿La causa? El nacionalismo ha ganado la partida de la hegemonía ideológica. Pongamos por ejemplo la palabra ‘facha’. ¿Una abreviación de fascista? No exactamente. Es un reaccionario. Aquel que defiende la unidad de España –no la España Grande y Una del franquismo– sino la de las autonomías y la Constitución. Y si además considera que al terrorismo hay que combatirlo con las armas de la ley, esos dos elementos conforman a un ‘facha’ de libro. También para la izquierda española. Éstos ahora han descubierto el rencor de las fosas y la culpa de eso la tiene José Luis Rodríguez Zapatero. Sus herederos están en Podemos. La fobia al otro como argamasa que une a la izquierda es la gran aportación de Zapatero. Lo que les une es la fe en echar a Rajoy del poder.
PAÍS VASCO Y PODEMOS
P: Sorprende que Podemos arrase aquí en el País Vasco sin apenas estructura…
R: En el País Vasco arrasa Podemos porque ha entrado en el espacio política de la antigua Batasuna y la actual Bildu. Podemos solo es un impulso que recoge el descontento, la misma lógica que practicó aquí Batasuna con su eslogan ‘Dale donde más les duele’. El voto como voto de castigo. ‘Muchos han dado su vida por la liberación nacional de Euskadi. Tú puedes darnos tu voto», decía otro eslogan de la Batasuna de los años 80. Iban a votar como si fueran gudaris. Las bases de Podemos pierden el culo por ir de la mano con Bildu. Han tenido crisis en varias comunidades autónomas, es un partido aún en hilvanes.
P: ¿Y al PNV le preocupa Podemos?
R: Al PNV solo le preocupa perder el poder. El PNV no es Convergencia. Son más racionales y más listos. El efecto Ibarretxe tuvo mucho que ver. Al plan de Ibarretxe les deben haber perdido el poder a manos de Patxi López y eso no lo olvidan. Joseba Arregui, el intelectual que mejor ha reflexionado sobre el nacionalismo vasco, lo ha definido a la perfección: «El PNV aspira a vivir no como si ETA no existiera sino como si nunca hubiera existido».
«Un buen columnista es alguien que mira al presente con el recuerdo de lo que ha sido el pasado y es capaz de proyectarlo al futuro», escribió Paul Johnson, otra referencia de González. Del historiador británico aprendió que los columnistas deben embridar dos cosas: el ego y los adjetivos calificativos. «Lo del ego del columnista es una batalla perdida. Johnson se mofa de esos columnistas que nos cuentan detalles de su vida cotidiana como si a los lectores les importara. El columnista es una celebridad menor, muy menor. Y eso hay que tenerlo siempre en cuenta».