Lo que sientes es que te están robando una parte de tu vida
Unos seis kilómetros de distancia separan la Plaza de Castilla de la Avenida de San Luis. Entre ambos puntos este 17 de mayo de 2016 tenían lugar dos protestas simultáneas en Madrid.
En las Torres Kio, activistas de Greenpeace clamaban, suspendidos en una de ellas, contra el TTIP (Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos).
ACTIVISTAS DE GREENPEACE EN LAS TORRES KIO (FOTO: ROBERTO MARBÁN)
A poca distancia, en el popular barrio de Hortaleza, otra reivindicación: por tercer martes consecutivo, los trabajadores de Unidad Editorial censuraban el ERE en la empresa–Los trabajadores de Unidad Editorial se echan a la calle para clamar contra los despidos: «Directiva, dimisión»–.
Sin embargo, algo llamaba poderosamente la atención de esta concentración respecto a martes anteriores. El número de asistentes a los paros frente a la sede central de la compañía era significativamente menor respecto a semanas anteriores–Los trabajadores de ‘El Mundo’ se bajan de las protestas contra Unidad Editorial–.
La explicación era la siguiente: los empleados de El Mundo han decidido no acudir en esta ocasión y han ocupado sus puestos de trabajo. Periodista Digital ha podido constatar que el ritmo de trabajo en el rotativo que dirige David Jiménez era normal. Como un día más.
Fuera se agolpaban los profesionales de Marca, Radio Marca y las revistas. Eran menos que otros días, pero han hecho el mismo ruido. Sobre todo para censurar, abuchear y pitar a todo aquel que hacía acto de presencia para acudir a su puesto de trabajo–La queja de los trabajadores de Unidad Editorial: «Valemos menos que un periódico del día anterior»–.
Uno de ellos, Alfredo, gafas de sol y altavoz en mano, delegado de la parte corporativa de Unidad Editorial, externaliza su «frustración». No en vano son 22 años en la empresa. Y así nos lo expresa:
Te sientes triste por la situación. Y por los despidos. Pero te frustra mucho más intuir que esta nueva medida no asegura a la empresa ninguna viabilidad
¿Qué pasa por la cabeza en alguien que lleva tantos años ligado a una misma compañía y que ha comprobado como los gestores han decretado ya el tercer ERE en lo que llevamos de crisis? Nuestro interlocutor no pestañea:
Esto es parte de tu vida. Es obvio. Como todos, pasamos más tiempo aquí que fuera. Y lo que sientes es que te están robando una parte de tu vida
Junto a él asiente Javier Romano, que pertenece a Marca. Una gorra le protege del sol que cae a plomo sobre este mediodía primaveral en Madrid. Pero esta prenda no tapa su sentir.
TRABAJADORES DE MARCA Y RADIO MARCA (FOTO: ROBERTO MARBÁN)
Al contrario que su compañero, él prefiere no desvelar los años que lleva trabajando en el diario deportivo, pero son muchos, los suficientes para haber conocido otros tiempos, aquellos en los que el periódico pertenecía al grupo Recoletos, antes de que Unidad Editorial, editora de El Mundo, se hiciese con él.
La indignación es por la nula gestión de Antonio Fernández-Galiano y compañía desde que Unidad Editorial compró Recoletos. Se han convertido en una máquina de destruir empleo
Este trabajador considera que en los tiempos de Recoletos había también «sus rachas» pero constata que las decisiones entonces tenían mayor sentido, al contrario de lo que ocurre ahora. «Los gestores y los periodistas sí sabían lo que se traían entre manos». Y añade un dato que no debería pasarse por alto:
El grupo inglés Pearson [que adquirió en 1994 Recoletos, editor de Marca y Expansión] tenía una política empresarial muy diferente a la de los italianos de RCS
Romano tiene claro que las decisiones de Unidad Editorial desde entonces, con su presidente, Fernández-Galiano a la cabeza, han sido todas fatales para Marca: «¿quién fue el listo que se le ocurrió subir el precio del diario los domingos de 1 euro a 1,30?», se pregunta.
Y añade: «cualquiera que conozca el perfil del lector de prensa deportiva sabe que por mucho que le guste Marca, si al lado en el kiosco tiene otro deportivo a un precio más bajo se va a llevar ese».
MENSAJE EN LA ENTRADA DE LA EMPRESA…¿DIRIGIDO A LOS DE EL MUNDO?
La historia más emotiva es la de un trabajador que prefiere no desvelar su nombre. Eso, creemos, es lo de menos. Lo importante es que él sabe que será uno de los despedidos. Tiene motivos para estar seguro, aunque el listado oficial con los nombres que aparecerán en el ERE aún no se conoce. Pero esa decisión empresarial no oculta todo lo que hay detrás:
Me han hecho moverme durante 19 años dos veces de ciudad. Mi mujer perdió el empleo a consecuencia de esos traslados. Tengo un prestigio profesional al menos pero sí, yo seré uno de los que se queden en la calle. Y lo peor es que el que va a decidir mi despido ni siquiera me conoce.