LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Alfonso Rojo: «Barrunto que Pedro Sánchez trama algo, así que cuerpo a tierra y barriga al suelo»

"Si toca volver a las urnas, el PSOE les saca dos puntos y dos docenas de diputados a Podemos"

No hay tradición más arraigada en España que la de acudir raudos en auxilio del vencedor y si prende entre el personal la idea de que Podemos no tiene posibilidades de ganar, van a ser legión los podemitas potenciales que se queden en casa a verlas venir

Festival de palos a Pedro Sánchez este 9 de agosto de 2016 en las tribunas de opinión de la prensa de papel. El líder del PSOE sigue empecinado en su ‘no’ a Rajoy, pero al mismo tiempo vende que no quiere terceras elecciones. Ya hay quienes consideran que el de Ferraz está jugando con ases bajo la manga y que algo tiene preparado entre bastidores. Quizá, viendo los datos del CIS, quiera acudir nuevamente a las urnas.

Arrancamos en ABC y lo hacemos con Salvador Sostres, que considera que alguien en el PSOE debería decirle a Pedro Sánchez que lo deje, que al final por tanto ansiar el poder se va a quedar sin el mismo y sin partido.

Uno de mis amigos más extraños, casado y con tres niñas, empezó a verse hace algunos años con una abogada de Sevilla que vivía temporalmente en Barcelona. Se enamoró. Locamente, aunque nunca llegó a tocarla. Pero fue tal su pasión que en un momento de desespero se lo confesó a su mujer, que naturalmente le dejó. Otro amigo divorciado, y a cambio de nada.

Al PSOE puede pasarle lo mismo. O bien que al final de su ridícula negativa haga todavía más el ridículo favoreciendo la investidura de Rajoy; o bien que Pedro Sánchez, en un intento -igual de desesperado que el de mi amigo- de salvar su carrera política, fuerce con su pataleta las terceras elecciones, eleve al PP hasta la casi mayoría absoluta, se lleve lo que queda del PSOE por delante y él igualmente tenga que marcharse. Y sin haberla ni rozado.

Apunta que:

Pedirle a Rajoy que se vaya y reconocer en la misma frase que de todos modos no hay alternativa es lo mismo que quedarte sin esposa y sin amante; lo mismo que decir que no quieres unas terceras elecciones y no moverte del «no» total al Partido Popular.

A veces toca perder, y aceptarlo a tiempo para que la derrota sea sólo la de una batalla, y no la de la guerra que todo lo arrasa. El PSOE tiene mucho más que perder que Pedro Sánchez y alguien tendría que decirle a este chico que es hora de dejarlo.

En un país en que a la gente le da vergüenza decir que vota a la derecha, si la encuesta del CIS le da un 32,5% al PP significa que está en el 36 o en el 37. La de junio le daba el 29 y llegó al 33.

Las terceras elecciones serían letales para Podemos yC’s; y el PP quedaría tan cerca de la mayoría absoluta que a pesar de que el PSOE repitiera o mejorara muy ligeramente su resultado, entraría en crisis y no tendría más remedio que renovar su liderazgo.

Sentencia que:

A los socialistas les falta una idea moderna de la izquierda, una idea clara de lo que es el Estado, y una idea positiva de ellos mismos, de quiénes son y cuál es su rol en la política española. También les falta la vocación mayoritaria de Felipe González. Dicho de otro modo: el enemigo del PSOE no es Rajoy, sino Pedro Sánchez.

Alfonso Rojo, en La Razón, considera que el líder del PSOE está tramando algo, así que recomienda a los lectores cuerpo a tierra y barriga al suelo:

Si fuera malvado, diría que los de Podemos se han esfumado del escenario, porque cada vez que aparecen les sale al paso un inspector de Hacienda, un experto laboral o la pareja de la Guardia Civil.

Cierto que llevan una temporada en la que no hay jornada en que no descubra que alguno chalaneaba con los impuestos, escamoteaba a la Seguridad Social las prestaciones de un asistente o soltaba groserías a las «groupies» de los Círculos. Debe resultar doloroso, porque antes todo eran masajes periodísticos, pero no creo que sea el motivo del bajo perfil adoptado por Pablo Iglesias y sus compinches. Cuando te mueves por la política aferrado a la «ley del embudo» y has sido capaz de pontificar sobre feminismo recibiendo pasta de los ayatolás iraníes y se te llena la boca de palabras como «libertad» mientras respaldas a verdugos en Venezuela, esas menudeces no te cortan el resuello.

Tampoco pueden ser las vacaciones estivales, porque la gente de la pasta y condición de Iglesias, Errejón, Espinar, Monedero, Soto, Echenique, Tania y compañía no descansa nunca. Hay algo táctico en el silencio adoptado desde el 26-J y antes del otoño los tendremos de nuevo montando numeritos y dando lecciones de honorabilidad. En cualquier caso, es evidente que están deprimidos y la encuesta del CIS sólo puede haber contribuido a ahondar su melancolía. Hace exactamente 44 días, cuando la ciudadanía votaba y no había empezado el recuento oficial, se veían triunfadores, convencidos de que le habían pegado el «sorpasso» al PSOE y asaltando los salones de La Moncloa. Se quedaron aun punto escaso de los socialistas y a 14 escaños, pero cuajó la sensación de que no tendrían jamás una oportunidad como aquella para convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda española.

Y destaca que:

Ahora llega el CIS y vaticina que, si estos majaderos que en teoría deciden nuestro destino nos hacen volver a las urnas, el PSOE les saca dos puntos y dos docenas de diputados. Eso en el mejor de los casos para ellos, porque todo es susceptible de empeorar en la vida. No hay tradición más arraigada en España que la de acudir raudos en auxilio del vencedor y si prende entre el personal la idea de que Podemos no tiene posibilidades de ganar, van a ser legión los podemitas potenciales que se queden en casa a verlas venir. Yo, por si acaso, como barrunto que algo trama Pedro Sánchez, cuerpo a tierra y barriga al suelo.

José María Marco piensa que el discurso radical de Pedro Sánchez tiene una vida limitada y que al final, hasta políticos tan extremistas como Zapatero tuvieron que acabar aterrizando en la realidad:

Uno de los motivos del PSOE, o de Pedro Sánchez, para desentenderse como lo está haciendo de la formación de cualquier posible nuevo gobierno es que así abandonarían la oposición a Podemos. El recelo se entiende porque no tenemos tradición de grandes acuerdos de gobierno a nivel central, ni el PSOE está acostumbrado a tener competencia seria por su izquierda. La nueva situación requiere, efectivamente, una forma nueva de entender la política en nuestro país.

Ahora bien, eso es lo que han elegido los votantes españoles, al menos lo que se deduce de los resultados de las pasadas elecciones. Además, en vez de verlo sólo como un desastre, tal y como hasta ahora lo han estado viviendo los socialistas, se puede ver como una oportunidad. Que el PP haya hecho suyos, como posible base de negociación, los ocho puntos que el PSOE dio a conocer después de las elecciones de diciembre debería ser un acicate para emprender en serio las conversaciones. Como ha dicho varias veces Mariano Rajoy, es mucho más lo que une que lo que separa y en muchos casos las diferencias son de grado, dirimibles según criterios casi técnicos. El PSOE -igual se puede decir de Ciudadanos- tiene por tanto la oportunidad de hacer realidad parte de su programa, y no una parte irrelevante, dado que el gobierno del PP depende de quienes siguen empeñados en ejercer de simple oposición.

Recuerda que:

Los socialistas tienen también la oportunidad de empezar a dejar atrás la obsesión maximalista que siempre les ha caracterizado, al menos en la propaganda (y en la gestión durante el desquiciado mandato de Rodríguez Zapatero hasta el vuelco del 12 de mayo de 2010, cuando el gobierno aterrizó de golpe en la realidad). Se puede ser socialista, se puede ejercer de oposición, y pensar en España en términos constitucionales y democráticos, y estar a favor de la economía de mercado, de la racionalización del gasto público, de la libertad de enseñanza. Un PSOE moderno, en dos palabras, libre al fin de Pablo Iglesias. Imaginar la oposición en términos maximalistas es, en realidad, darle la razón a Podemos y mostrar que aquello que más temen los socialistas es a ellos mismos, o a sus propios fantasmas. No hay mejor forma de ceder para siempre el terreno perdido en la «izquierda». En contra de lo que parece pensar Sánchez, el discurso radical tiene un curso limitado en nuestro país.

En El Mundo, Carlos Cuesta destaca en su tribuna que Pedro Sánchez sigue ganando tiempo y los barones que cuchichean a sus espaldas han olvidado lo esencial, el dar un puñetazo sobre la mesa:

El famoso caballo de Susana Díaz sigue pastando. Con y sin encuestas favorables. Y tanto pastar, es complicado cruzar Despeñaperros camino de Ferraz. Pedro Sánchez lo sabe y ha empezado a usar la indecisión andaluza en su beneficio. Y en contra del interés de su partido.

El líder socialista tiene muy claro su rechazo a Rajoy. ¿Porque acabará siendo lo mejor para su partido y para España? No, por mucho que ayer el CIS le diese un respiro. Pero sí porque, uno, puede usar el no al PP del Comité Federal socialista aprobado tras las anteriores elecciones; dos, porque ha medido a la perfección el miedo de los barones díscolos a enfrentarse al rechazo mayoritario de la militancia; y, tres, porque el pacto de izquierdas -donde cabe todo desde la izquierda hasta el populismo y separatismo- es lo único que justifica su papel en el partido.

Una situación en la que se han convertido en aliados de Sánchez hasta sus lamentables resultados electorales. Así se lo han trasladado al PP algunos de los contactos del PSOE con los que mantienen interlocución, ante la imposibilidad de hacerlo con el dirigente. Y la explicación es simple: Sánchez ha hundido al PSOE desde 110 escaños hasta 90 y, después, hasta 85. Ha perdido 1,6 millones de votos estando en la oposición. Ha dejado el partido con seis millones de votos menos que los logrados en 2008 por Zapatero. Y no ha pasado nada. Porque tanto hablar los barones e influencers del PSOE, se han olvidado de un punto: hacer algo. Y el resultado es que Sánchez descuenta que ya no se juega nada. Razón por la que ha incluido en su estrategia la posibilidad de forzar, otra vez, nuevas elecciones: porque la aparente parálisis de Pablo Iglesias podría provocar un retorno de voto al PSOE -cosa que ya apunta el CIS y que afianzaría su cabeza-; porque, piensa él, en algún momento debería alcanzar o haber alcanzado su suelo el Partido Socialista y debería rebotar; y porque, en el fondo, tampoco tiene nada que perder por jugársela. A fin de cuentas, los rebeldes de su partido no han demostrado ser especialmente decididos y quienes recibirían el partido aún más destrozado de lo que está, serían precisamente sus enemigos internos: «Justo castigo», piensa él.

Y sentencia:

Por eso Sánchez puede jugar a una nueva ruleta rusa electoral. Porque la bala puede darle a Susana Díaz, la lideresa nonata que se arriesga a descubrir que, entre tanta indecisión, son ya demasiadas las balas que han acabado en el estómago de ese partido que pretende controlar.

Arcadi Espada tiene claro de que unas terceras elecciones no ayudarían en nada a solventar el bloqueo actual que tenemos en la España política:

Esta grasa mentira de que se negocia. Nada se negocia. Al menos nada en los términos que un votante supondría. Ni el techo de déficit ni los presupuestos ni la reforma laboral ni la ley educativa ni la reforma constitucional ni el derecho de autodeterminación. Nada de eso. Se negocia como en el inicio congelado de una partida de póker. Callando, con gesto inexpresivo y especulando. Ciudadanos y el Partido Socialista están convencidos de que aún pueden forzar la retirada de Mariano Rajoy. La retirada del presidente no tiene ninguna importancia objetiva ni iba a suponer cambios sustanciales en la política del Partido Popular. Pero C’s y Psoe necesitan una pieza simbólica de ese calibre para justificar sus movimientos contrarios a lo obstinadamente anunciado.

Añade que:

Los dos partidos han renunciado al gobierno y su anhelo ilusionado es ser oposición. Una oposición con toda la proporción guardada: el Psoe votaría no en la investidura si C’s se abstuviera; pero en cambio se abstendría si C’s votara sí: todo por la oposición. Hay que desear que, al final del proceso, su deseo les sea concedido y durante un número plenamente satisfactorio de años. Esta actitud de la oposición en funciones tiene su correlato en la actitud de Rajoy: confía en que la presión de otros dirigentes socialistas acabe doblegando a Pedro Sánchez, bien cambiando su actitud parlamentaria bien renunciando a dirigir el partido. Esta es toda la negociación realmente existente.

Y concluye:

La posibilidad de que unas elecciones desbloqueen la situación es remota. Esa bala ya se gastó el 26 de junio. De modo que lo peor de las terceras elecciones serían las cuartas. Los datos del sondeo del Cis, publicados ayer, reafirman que no hay ninguna alternativa que no pase por el gobierno del Pp y, al menos, la abstención del Psoe. Pero el sondeo indica también que los ciudadanos, lejos de propiciar una solución al problema, parecen haberle tomado gusto a la situación. Lo que dibuja un panorama temible, porque es sabido que entre las primeras reglas de los políticos contemporáneos está la de no frustar nunca las expectativas: el cliente siempre tiene razón y el pueblo jamás se equivoca. España quiere un gobierno y una oposición en funciones, y es probable que la razón sea que ella misma se siente en funciones: provisional, bloqueada y ridícula.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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