LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

El Mundo entierra a Rita Barberá: «Aunque para su vergüenza se quede el escaño, debe ser un símbolo del final del caciquismo»

Raúl del Pozo: "¿Cómo va a formar un Gobierno el PP si tiene a las puertas de Génova 13 los picos y la madera con el movidón de Matas, Bárcenas, Rato, Granados y Rita Barberá?"

Ignacio Camacho: " Barberá no está aforada por ser senadora, sino que es senadora para estar aforada. Hay una diferencia moral sustantiva"

¿No querías caldo? Pues toma taza y media. Eso es lo que sucede este 15 de septiembre de 2016 con las editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel, que no hay quien falle a su cita con la ya exmilitante del PP Rita Barberá.

Prácticamente, salvo un medio, nadie entiende la postura de la política valenciana de aferrarse como una lapa al escaño de senadora.

El editorial de El Mundo asegura que la ya exmilitante del PP, aunque aún senadora, Rita Barberá, debe suponer el principio del fin del caciquismo que ha imperado en la política española:

Rita Barberá, aunque para su vergüenza se quede en el Senado, debe ser un símbolo del final de una etapa en la que el caciquismo y la arbitrariedad llevaron a corromperse a quienes se creían impunes porque fallaron los controles. Y, a la vez, del inicio de esa nueva forma de hacer política que quieren los españoles.

Raúl del Pozo ve complicado que el PP forme Gobierno con todos los casos de corrupción que empiezan a aflorar ahora, judicialmente hablando:

¿Cómo va a formar un Gobierno el PP si tiene a las puertas de Génova 13 los picos y la madera con el movidón de Matas, Bárcenas, Rato, Granados, Rita Barberá (que se va del partido pero se queda en el Senado). No sólo se acusa a los empaquetados de llevarse la panoja, sino de evadirla y mentir. Ahora se teme que los procesados, antes de que los que los entrullen, puedan darle a la carraca dejando al partido a la altura del betún.

El editorial de ABC asegura que Rita Barberá ha elegido la peor opción porque, no sólo es que se aferra al escaño, sino que también perjudica de pasada al PP, a pesar de su baja como militante:

Desde una perspectiva política, Barberá ha elegido la peor opción posible, porque aferrarse a un escaño que le proporcionó el PP a través del Parlamento valenciano no es la mejor manera de proteger la imagen ni los intereses de ese partido. Ni de ella misma. Barberá dejará de militar, no tendrá que someterse a la disciplina interna de la formación y será libre de tomar las decisiones que considere oportunas en la Cámara Alta, en el grupo de «no adscritos», pero debe ser consciente de que el estigma para el PP permanecerá. Su renuncia al acta de senadora antes de ser imputada habría generado alivio en un partido superado, y habría sido interpretado como un sacrificio generoso, y forzado por las circunstancias, no como un reconocimiento de culpa.

 

 

Ignacio Camacho, en el periódico de Vocento, entiende que Barberá ha utilizado el cargo de senadora para conseguir el aforamiento y no al revés:

En lo que no puede convertirse es en un blindaje discrecional extraordinario de los sospechosos de corrupción, práctica generalizada que ha motivado la comprensible irritación de la opinión pública. Y eso es exactamente lo que sucede en el caso de Rita Barberá, como antes en los de Chaves, Griñán y otros políticos de todos los partidos, aferrados a sus actas en una interpretación autodefensiva de la franquicia inmunitaria y de la titularidad del escaño. La prohibición constitucional del mandato imperativo está para garantizar la libertad individual de los representantes, no para construirse con ella un parapeto judicial. Barberá no está aforada por ser senadora, sino que es senadora para estar aforada. Hay una diferencia moral sustantiva.

El editorial de El País aprovecha la baja de Rita Barberá para darle un palo al presidente en funciones, Mariano Rajoy, por mantenerse en un discreto silencio:

Ante la actitud de lo que se da no se quita se podría responder lo contrario: que desde el PP o desde las Cortes valencianas se planteara una reprobación en toda regla, para negar la confianza a una persona investigada por presunto blanqueo de capitales. Lo que se da sí se debe quitar, si hay verdadera voluntad de regeneración política. Mientras tanto, el presidente del Gobierno en funciones sigue en silencio, como si la cosa no fuera con él.

El editorial de La Razón va en la línea de aplaudir la decisión de la exalcaldesa de Valencia de darse de baja del PP, pero sin renunciar al escaño:

La apertura de una investigación no puede ser causa suficiente, mucho menos cuando lo que juega de manera inevitable es la pugna política y los intereses de parte. Se trata de evitar el daño irreparable de la acusación paralela en tribunales extrajudiciales. La defensa del Derecho es, a nuestro juicio, prioritario, sin que ello signifique mostrar tolerancia hacia la corrupción pública, en cualquiera de sus formas. Barberá está, pues, legitimada para defender su honor y sus derechos, que entiende menoscabados si presenta la renuncia a su escaño.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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