Carlos Herrera: "stén atentos la noche del domingo 25S: de cómo salga la cosa sabremos si vamos a las terceras o a una investidura agobiante"
Corrupción por arrobas. Si el PP ha sido el protagonista en la primera parte de la semana con Matas, Bárcenas y la traca final de Rita Barberá, ahora le toca al PSOE su ración de jarabe de palo mediático.
Este 16 de septiembre de 2016 las columnas de opinión y los editoriales llegan calentitos a la sede de Ferraz y quizá alguno ahora se arrepienta de las palabras dichas cuando hubo que valorar lo sucedido en el partido de Mariano Rajoy a cuenta de los escándalos que judicialmente entran ahora en escena. Ya se sabe eso que no es lo mismo predicar que dar trigo.
Santiago González, en El Mundo, certifica la muerte definitiva de Sánchez y el último clavo en su ataúd político lo conforma las penas de prisión y de inhabilitación para los últimos presidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán:
El líder extremeño ha tenido el valor de ser el primero en afrontar la sinrazón de Sánchez y su equipo y se ha ganado apoyos importantes. El PSOE ha dado, al fin, muestras de vida interior. Irán a más cuando el hundimiento en las elecciones autonómicas vascas y gallegas pase de las encuestas a los hechos. La mala fortuna ha querido que la proclama de regeneración vaya acompañada de la petición del fiscal de seis años de prisión y 30 de inhabilitación para el último presidente del PSOE y 10 de inhabilitación para el penúltimo. Ya no habrá campaña con el otoño judicial del PP. Sánchez está muerto, políticamente hablando. Como les pasa a todos los cadáveres, él es el único que no lo sabe.
El editorial de El Mundo asegura que el estallido final de los ERE fraudulentos en Andalucía perjudica claramente a la imagen del PSOE, aunque curiosamente el nombre de Pedro Sánchez no se cita en todo el texto:
Se trata de un juicio, repetimos, a toda una época del PSOE andaluz, que afecta directamente a dos de las figuras socialistas más representativas de la historia reciente de esta formación. ya que Chaves y Griñán han sido también los dos últimos presidentes del partido. Aunque ya no están en primera línea de la actividad política porque la abandonaron cuando el juez consideró que tenían responsabilidades en el fraude de los ERE, es lógico pensar que la petición de estas penas por el fiscal no hace nada bien a la imagen del partido.
En el ABC, Ignacio Camacho da por sentado que la mejor salida que tenemos en España es ir de nuevo a las urnas porque judicialmente tanto PP como PSOE han explosionado en la esfera judicial:
La XI legislatura encalló en el Comité Federal del PSOE y esta, la XII, ha reventado en los juzgados de Valencia y Sevilla (…) Ante el conjunto de la sociedad española el PSOE está tan estigmatizado por la escombrera andaluza como el PP por el vertedero valenciano. Por mala que parezca, y además lo es, la repetición electoral va a acabar resultando la salida menos negativa del atasco. El mayor riesgo reside en que después de volver a barajar las cartas salga otra vez la misma o parecida mano. La corrupción quita pocos votos a estas alturas porque el electorado la tiene amortizada, pero sí impide el crecimiento de los partidos afectados. El problema es que esto ya no da más de sí; en este ambiente no hay modo de encontrar entendimientos civilizados. Y o los ciudadanos se deciden a romper por su cuenta, con un veredicto claro, el solipsismo de la política o vamos a estar votando hasta que se nos agote el hálito.
Carlos Herrera considera que como en Galicia y en el País Vasco al PSOE le vaya mal, Pedro Sánchez no sólo es que salte por los aires, es que España acaba yendo casi seguro a terceras elecciones:
Esta materia inflamable de la que está hecha la masa de la finca de Sánchez se encamina -en función de los resultados vascos y gallegos- a una rebelión a bordo, es decir, a promover una gestora por una vía o por otra. Una gestora que, salvando o no la cara de su secretario general, allane el camino a la formación de un gobierno. Otro episodio de explosión por simpatía como el de esta semana, añadido a unos resultados como los vaticinados por las encuestas, coloca a Sánchez en una posición tan difícil como imposible. Estén atentos la noche del domingo 25S: de cómo salga la cosa sabremos si vamos a las terceras o a una investidura agobiante.
El editorial de ABC se cuelga, como no podía ser de otra manera, la medalla en el caso de los ERE fraudulentos porque, evidentemente, este diario fue el encargado de destapar la trama corrupta en Andalucía:
La trama de los ERE solo fue posible con la participación activa de la propia Junta de Andalucía, que desnaturalizó los procedimientos legales para dar cobertura financiera a una salida de fondos públicos destinada a saciar el ánimo de lucro de la red clientelar socialista. No fue una red de un grupo de sinvergüenzas durante unos meses, sino una auténtica industria de la prevaricación y la malversación a gran escala y a largo plazo, que sumerge al PSOE andaluz en el mayor escándalo de corrupción pública de la historia de la democracia. La concentración de informaciones sobre la corrupción que afecta al Partido Popular, y que no son «ruido» sino el mal que ha minado la confianza de una parte de sus votantes, no debe reducir la gravedad de las acusaciones contra Chaves y Griñán y de la responsabilidad del PSOE.
El País se pone de perfil en el tema de los ERE y, aunque editorializa sobre el mismo, intenta dejar un poso de sospecha en el sentido de que le parece curioso que este asunto salga ahora. En otras palabras, le ha faltado decir que este escrito del fiscal ha llegado un día después de todo el ruido generado con el ‘affaire’ de Rita Barberá:
Sin entrar en la oportunidad de la presentación del escrito en estos momentos, o en la gradación de las penas solicitadas, hay que defender que la justicia tiene que llegar hasta el final a la hora de determinar si los servidores públicos han gestionado con honradez el dinero de todos y si han controlado la administración eficaz de su Gobierno. En este caso, se trata de dilucidar si hubo o no una decisión política que favoreció el desvío de 855 millones de euros dedicados a financiar expedientes de regulación de empleo (ERE) en Andalucía entre 2001 y 2010.
La Razón, en su editorial, le recuerda al PSOE que no puede pasar del blanco al negro en cuestión de horas o de días. Si había que respetar la acción de la Justicia cuando la china le toca al PP, ahora, con los ERE fraudulentos, no puede estar sospechando de los jueces o de los fiscales:
Si el lunes le estalló el «caso Barberá» al PP, sin que desde el PSOE se hiciera el más mínimo reproche a la posible intromisión electoral del magistrado de turno, hubiera sido coherente que, ayer, los portavoces socialistas se hubieran mantenido en la misma línea, sin esparcir sospechas infundadas sobre las intenciones de la Fiscalía andaluza. Probablemente, en esta doble vara de medir, que afecta por igual a todos los representantes políticos, siempre prestos a utilizar electoralmente las conductas que afectan a los otros, sin importar la entidad de las acusaciones, su origen o la simple cronología, se encuentre uno de los mayores obstáculos para una lucha eficaz contra la corrupción pública en España y, de paso, para recuperar el buen nombre de la acción política en la estimación de los ciudadanos.