LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Lucía Méndez apalea a los críticos con Sánchez: «Se ponen tan flamencos en privado como apocados en público»

Salvador Sostres: "Los independentistas catalanes están tan apurados por su fracaso que a cambio de echar a Rajoy favorecerían la investidura de Sánchez"

Ignacio Camacho: "Lejos ha ido el PP al encabezar el unánime respaldo del Congreso a la diplomacia abrazafarolas de Margallo con el proceso de paz de Colombia"

Sigue siendo Sánchez el rey de tribunas, columnas y editoriales este 24 de septiembre de 2016, cuando quedan ya apenas poco más de 24 horas para que mañana, 25 de septiembre de 2016, se abran las urnas en Galicia y en el País Vasco.

Quien más y quien menos ve a un secretario general del PSOE con una estrategia tan cortoplacista que ya no es que piense en una improbable investidura o en las terceras elecciones, sino en llegar vivo al Comité Federal del próximo 1 de octubre de 2016.

En ABC, Salvador Sostres no descarta que los independentistas acaben facilitando un Gobierno de Pedro Sánchez con tal de echar a Rajoy:

A veces pienso que hace sólo un año y pico que escribo en nuestro ABC, y que es excesivo pedirles que confíen a ciegas en mí. Pero créanme si les digo que los socialistas no tienen otro escrúpulo que alcanzar y retener el poder, y que los partidos independentistas catalanes están tan apurados en el fracaso de su proceso secesionista que a cambio de echar a Rajoy y de ganar tiempo y margen estarían dispuestos a favorecer la investidura de Pedro Sánchez sin que el referendo independentista sea una condición imprescindible.

En El Mundo, Lucía Méndez pone al PSOE de vuelta y media, especialmente a ese sector crítico incapaz de hacer frente a Sánchez cuando llega el momento de la verdad.

Susana Díaz tiene muchas virtudes políticas, pero como estratega no es precisamente Mao Tse-Tung. Su larga marcha hacia el liderazgo del PSOE se está haciendo tan larga que muchos espectadores ya han abandonado el cine. Los críticos de Pedro Sánchez, tan flamencos en privado como apocados en público, han tenido nueve meses para deponer a su odiado líder. O para intentarlo a través de las herramientas orgánicas de las que disponen. Por contra, se han dedicado a una guerra de desgaste en la que la alternativa se ha marchitado tanto -al menos- como el odiado líder. Y así, entre conspiración matinal inocua y conspiración nocturna inofensiva, el PSOE más que un partido parece una broma.

El editorial de diario de Unidad Editorial considera que Pedro Sánchez se lo juega todo a una carta en Galicia pensando sobre todo en el Comité Federal del próximo 1 de octubre de 2016:

El comportamiento del PSOE mañana será fundamental para dirimir la pugna entre Pedro Sánchez y los barones críticos. Si los socialistas gallegos consiguen salvar los muebles y formar Gobierno, aunque sea a costa de ser gregario de las Mareas en un futuro Ejecutivo regional, Sánchez podrá blandirlo como un éxito casi personal. Un triunfo escuálido, pero suficiente para neutralizar momentáneamente el embate que espera de los disidentes en el Comité Federal del 1 de octubre. En cambio, si el PSOE sufre un severo correctivo y es relegado a tercera fuerza en Galicia y desciende a ocho o nueve escaños en el País Vasco -tal como auguran los institutos de opinión-, Sánchez saldrá calcinado políticamente del 25-S. Y ello haría aún más insostenible su empecinamiento en no facilitar la formación de Gobierno.

Javier Redondo, en El Mundo, afirma tajantemente que el objetivo de Pedro Sánchez es revalidar su cargo como secretario general del PSOE:

Concentrado en su propia escapada, su objetivo no es llegar a las elecciones. Superará esa prueba a menos que pinche con un movimiento en falso o implosione el partido. Con su farol de máximos blinda su candidatura. Su objetivo prioritario es renovar como secretario general. Su única duda es si forzar un congreso exprés. Él prefiere uno ordinario después de las elecciones, aunque comparezca con el escrutinio a cuestas. Si se precipita asume un riesgo innecesario. Propone su Gobierno del NO para tensar la relación con los críticos, llevarlos al límite y forzar su repliegue. Si no hay tregua, el congreso plebiscitario se celebrará antes del 18-D, lo que no conviene a nadie. Sería un torniquete que no evitaría la cirugía y aceleraría la descomposición del PSOE, que Podemos alienta con su disimulada y calculada pugna interna. El artículo 36 de los Estatutos del PSOE deja en manos del Comité Federal del 1 de octubre escoger entre Gobierno cárcava, guerra de devastación o elecciones.

El editorial de La Razón aboga por el voto útil que no alimente el frentismo de cara a las elecciones del 25 de septiembre de 2016 en Galicia y en el País Vasco:

Tal y como está actuando la actual dirección del Partido Socialista, lo peor que le podría suceder a Galicia y al conjunto de España es que una victoria insuficiente del PP permitiera que se replicase un Gobierno tripartito frentista, como los que ya gobiernan algunos ayuntamientos de la región, en los que no se ha dejado de perder calidad de vida. Lo mismo reza para el País Vasco, donde parece conveniente una mayor presencia política claramente constitucionalista, que sirva de contrapeso al nacionalismo radical y que pueda trasladar su influencia a la política nacional. El PP vasco es un partido que siempre ha dado la cara por la libertad y la democracia, comprometido con el vigente modelo del Estado de las Autonomías y que defiende sin ambages el Estatuto vasco. Quienes en Euskadi se consideran próximos a la ideología que representa un centroderecha moderno, defensor de las libertades individuales, de la libre economía de mercado y del gran proyecto europeo y, además, no ven incompatibilidad en su doble condición de vasco y español deberían apoyar la candidatura de Alfonso Alonso en lugar de dispersar el voto en otras formaciones con menores perspectivas. En este caso, como en Galicia, la apelación al voto útil para España nunca estuvo más justificada. Un voto que sirva para desbloquear una situación de interinidad indeseable.

EL ABRAZAFAROLAS DE MARGALLO

Ignacio Camacho recuerda en su columna que España, sus dirigentes, debería mirar hacia su propio pasado antes de celebrar con gozo y alborozo el tratado de paz en Colombia y para ello rememora que en España hay casi 900 muertos por terrorismo que algunos se empeñan en olvidar:

Ha tenido que ser Felipe VI el que matice el alborozo gubernamental negándose con cordura -sea cual sea su opinión personal- a avalar con su presencia la solemne firma del tratado. Irá Don Juan Carlos y ya es mucho rango para un evento que hiere la sensibilidad de tantos colombianos. Bastante lejos fue el Rey al dar su visto bueno en el discurso ante la ONU, como lejos ha ido el PP al encabezar el unánime respaldo del Congreso a la diplomacia abrazafarolas de Margallo. Si esta fuera una nación ajena al drama terrorista tendría la cosa un pasar; se da sin embargo el caso de que hemos vivido una larga calamidad que a escala resulta nimia comparada con la escabechina civil de Colombia. Ni nuestros 860 muertos ni los miles de allí se merecen el olvido y tal vez la derrota a los que los condena este brindis pancista, banal y apresurado.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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