Los mismos que le ríen las gracias a Ramón Espinar en las televisiones están escandalizados con Trump
La histeria de la casta mediática con la victoria de Donald Trump provoca que la prensa española dé lecciones de moral a los norteamericanos. En el siglo XIX le mandamos a ese genio de la antropología política llamado Alexis de Tocqueville; ahora podríamos mandarle a algún pardillo de la derechita cool como Jorge Bustos, antes que lo fiche Andrea Levy como asesor.
Los mismos que le ríen las gracias a Ramón Espinar en las televisiones y se hacen selfies con los diputados podemitas en los pasillos del Congreso –sí, tú Manuel Jabois–siguen en vilo esperando que Trump meta en autobuses a millones de ilegales mexicanos y los devuelva a casa.
Aquí somos muy estupendos. El periodismo se ha tornado en brujería en la época de la post-verdad y demos gracias al cielo de que algunos columnistas todavía no se han intoxicado con el nuevo mal de nuestra era. Arcadi Espada lo resumió en una bella frase: «el virus de la rabia se ha introducido a través del infalible vector de las mentiras».
FORRÁNDOSE CON SUBVENCIONES
Mientras tanto, por suerte en Madrid no tenemos a Trump sino a concejales okupas. Un centenar de personas se concentró este 13 de noviembre 2016 en la plaza del Dos de Mayo para respaldar al Patio Maravillas después de su último y frustrado intento de conseguir una nueva sede en la calle San Mateo, 24, que fue desalojada apenas doce horas después de la okupación. —¡Qué disgusto debe tener la ‘okupa’ Rommy Arce!: La policía desaloja al Patio Maravillas—
Entre ello, apunten, cuatro concejales del Ayuntamiento de Madrid: Guillermo Zapata, Carlos Sánchez-Mato, Montserrat Galcerán y Celia Mayer. También estuvo allí el diputado regional de Podemos, Pablo Padilla. Además, el concejal de Coordinación Territorial del consistorio madrileño, Nacho Murgui, defendió el diálogo con el Patio Maravillas frente a «reprimir y criminalizar» a los centros sociales okupados, que son, según sus palabras «parte del tejido ciudadano».
Y se están forrando con las subvenciones a sus chiringuitos. El delegado de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid y responsable de Políticas Económicas de Izquierda Unida Federal, Carlos Sánchez Mato, ha vuelto a echar mano de las subvenciones nominativas, las que son concedidas por vía directa sin libre concurrencia, por segundo año consecutivo para apoyar con 320.000 euros a la Red de Economía Alternativa Solidaria (Reas-Madrid), tal y como se desprende del primer tomo sobre las Bases de Ejecución del borrador de los Presupuestos de 2017.
«El año pasado recibió 290.000 euros y este año 320.000. Casualmente, detrás de Reas está Marta Mangrané Cuevas, que es hermana de Luis Alejandro Mangrané Cuevas, que, casualmente, es de Izquierda Unida y que, casualmente, es la mano derecha del alcalde Zaragoza (Zaragoza en Común)», denuncia el concejal del Grupo Municipal del Partido Popular Íñigo Henríquez de Luna. —Las subvenciones «a dedo» para los «amigos» del concejal de Economía del Ayuntamiento de Madrid—
INFORMACION EPIDÉRMICA
«La información que maneja el ciudadano medio es epidérmica y fragmentada. Faltan lecturas. Se manipulan los datos. Se esquematiza y simplifica el pensamiento. El espectáculo sustituye a la reflexión», lamenta Bieto Rubido.
El periodismo se ha convertido en brujería, es decir, en ignorancia. Y sobre este tema hay que leer la interesante tribuna de Carlos Elías en El Mundo en el que se analiza cómo Trump ganó con todos los medios en contra. ¿Ya no influye el sacrosanto The New York Times? Su respuesta deja muchos cabos sueltos pero merece la pena abordarla:
«Ahora estrellas televisivas polémicas como Trump, y los políticamente incorrectos, también son medios de comunicación de masas. Cuando Trump ganó las elecciones –explica Elías– contaba con 13.5 millones de seguidores en Twitter, superando a The Wall Street Journal, considerado el diario más influyente del mundo. Por tanto, qué es Trump ¿una fuente o un medio de comunicación de masas en sí mismo? Ambas cosas y ello desmonta la teoría de la comunicación vigente. Trump, además, tenía una ventaja: él manejaba el Twitter (aunque su equipo se lo prohibió durante los últimos días) y Hillary usaba a community managers«.
La información ya no es de masas. Y esas tribus, que se informan por algoritmos que eligen noticias que les hacen felices, viven en mundos paralelo, resume Elías.
Las redes no son tan malas. Al menos para Salvador Sostres, que tira mano de un tuitero para su columna en ABC recordando cómo recibieron los medios de EEUU a Reagan.
«El New York Times, que nunca falla cuando se trata de parecer inteligente, dijo que Reagan era «simplista, sectario, terriblemente peligroso y primitivo». El Washington Post optó por la imagen poética, sin duda subrayadora de los mejores versos de la lírica provenzal: «Sus ayudantes se dedican a regar el desierto que hay entre sus orejas». La CBS aportó un sesudo pronóstico: «Los historiadores no van a entender cómo el pueblo americano se enamoró de este hombre»».
Lo mismo con Trump, lo que lleva a Santiago González a pedir calma: «¿Es el Apocalipsis? No todavía, un poco de calma. Como escribió Lorca en Poeta en Nueva York: «No es el infierno, es la calle. No es la muerte, es la tienda de frutas»».