Felipe González convertido en ejecutor y notario de la muerte del sanchismo, los elogios recibidos por Mariano Rajoy en Europa o la resaca de la solemne apertura de la XII legislatura son las cuestiones esenciales que los lectores podrán encontrar este 19 de noviembre de 2016 en las tribunas de opinión y editoriales de la prensa de papel:
En ABC, Ignacio Camacho habla sobre el último clavo con el que el expresidente del Gobierno Felipe González ha remachado la tapa del ataúd de Pedro Sánchez:
Felipe González le saboteó el motor del ‘blablacar’ con el destornillador de su labia despectiva. Lo trató con una crueldad displicente: «Lo hizo lo mejor que supo, pero no sabía». En Sevilla, González es todavía Felipe: el secretario general perpetuo, el patriarca moral de la tribu socialista. Sus palabras desdeñosas -«no tiene cultura de partido»- eran una condena al ostracismo pronunciada al lado de Susana Díaz. Le faltó acariciar a la presidenta en su regazo y murmurar que de Sánchez debe encargarse alguien de la familia.
Salvador Sostres, en ABC, deja bien a las claras a los socialistas catalanes que si no se sienten a gusto dentro del PSOE, que pueden coger perfectamente la puerta de salida:
Si no se sienten cómodos en la representación del PSOE en Cataluña, lo que van a tener que hacer es afiliarse a Podemos o a la CUP y dejar que el obrerismo catalán, que se siente perfectamente español, pueda votar sin sentirse traicionado en la actual y tan cínica equidistancia, que además todo el mundo sabe que no es equidistancia, sino la vulgaridad de entrar en dos casas haciéndote el amigo; y a las dos para robar.
Ramón Pérez-Maura se centra en lo que fue la solemne apertura de la XII legislatura y valora el papel del rey Felipe VI:
Esta sesión inaugural de la XII Legislatura ha reforzado a la Monarquía encarnada hoy por Felipe VI. Ha quedado claro quiénes quieren romper la convivencia y que el Rey está en el único sitio donde puede estar: con la Constitución. Y en torno a él, la Familia Real con la presencia de la Princesa de Asturias, para furibunda irritación de Carolina Bescansa, que se cree que su propio retoño es equiparable a la futura Reina. Y con una Reina Letizia muy seria, motivo de cotilleo generalizado. Pero yo creo que, tal y como están las cosas, casi mejor no manifestar sentimientos.
El editorial de ABC celebra la vuelta de España a la primera línea de las relaciones internacionales:
En cuanto Rajoy ha sido investido presidente, España ha vuelto al partido europeo, a pesar de las reticencias, nada discretas, del primer ministro italiano, Matteo Renzi, que disfrutaba de un protagonismo un tanto desproporcionado, animado por la ausencia de nuestro país. El problema de Renzi no es Rajoy, sino el referendo para aprobar su propuesta de reforma constitucional, del que depende su continuidad al frente del Gobierno italiano. En definitiva, es muy revelador del cambio de ciclo que la segunda cita internacional de Rajoy, ya como presidente investido, tras la visita a Marruecos, haya sido una muy selectiva para recibir a Barack Obama, quien saludó al presidente español con un «por fin», expresivo de la anómala situación en la que estaba España.
La Razón también valora el papel de Rajoy y asegura que en Europa se le ve como una firme barrera frente al populismo:
El éxito del trabajo español -que ayer fue reconocido sin ambages por la canciller alemana, en la reunión bilateral- refuerza, por supuesto, el papel de España en el seno de la UE, pero, al mismo tiempo, nos convierte en parte del «núcleo duro» procomunitario, al lado de Alemania, en unos momentos en los que la postura más cómoda, políticamente hablando, sería la de un cierto escepticismo crítico, que contente a los adversarios de la globalización, como han hecho otros gobiernos. España, mientras siga Mariano Rajoy al frente del Gobierno, es una barrera en Bruselas ante las amenazas del populismo. Al menos, así lo entiende Angela Merkel, que parece llamada a liderar la UE en tiempos de tormenta.
Igualmente en El Mundo se valora el papel de España como bloqueador de movimientos populistas:
El presidente del Gobierno y la canciller alemana representan el núcleo europeo antipopulista, lo que tiene una especial significación en un momento en el que los grupos antisistema o antieuropeístas amenazan con socavar los principios democráticos que rigen en la UE. El ascenso de formaciones xenófobas como el Ukip -clave de bóveda del Brexit- o Alternativa por Alemania (AfD), la posibilidad de la ultraderecha francesa de imponerse en las presidenciales del próximo año o el poder institucional que ya ejercen fuerzas populistas como Podemos en nuestro país o el Movimiento 5 Estrellas en Italia confirman la convulsión política que azota a la UE. Y ello en un momento en el que Trump puede llevar a EEUU hacia políticas aislacionistas, lo que obliga a Merkel a apoyarse en sus socios más fiables, justo aquellos que representan el vínculo con los valores tradicionales del acervo europeísta.
El País le mete una somanta de palos a Cristina Cifuentes por decir que Madrid estaba pagando la sanidad y educación de los andaluces:
No es extraña la indignación de Susana Díaz ni el rechazo de otros responsables andaluces, entre ellos los del PP. La presidenta de la Junta de Andalucía acusó a Cifuentes de mentir respecto a las cifras y de recurrir a «los insultos de los rufianes de turno», en alusión a Gabriel Rufián, diputado de ERC -que, entre otras invectivas lanzadas en el debate de investidura de Mariano Rajoy, preguntó a los socialistas si no les daba vergüenza doblegarse ante «una cacique» que gobierna una de las comunidades con «más paro y fracaso escolar»-. El propio Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, el partido que apoyó la investidura de Díaz en Andalucía y la de Cifuentes en Madrid, ha resaltado la desafortunada intervención de la presidenta madrileña.
Rafael Moyano, en El Mundo, asegura que los diputados que desairaron al Rey se equivocaron en las formas, que a ellos no se les ha votado para incumplir las reglas del juego, sino en todo caso para intentar cambiarlas, que no es lo mismo:
La apertura solemne de las Cortes, un símbolo que nos recuerda el sistema en que vivimos, sólo ocurre cada cuatro años. No es para tanto. Aún así, también pueden desairar la figura del Rey, están en su derecho. Incluso a distintos niveles. ERC y Bildu le ignoran y ni le escuchan; Podemos y Compromis le escuchan pero le ignoran; Convergencia y PNV le escuchan pero no le aplauden. Es la demostración, relevante sin duda, de que un tercio de la Cámara no está de acuerdo con lo actualmente legítimo. Habló el Monarca de «inquietud, malestar y desencanto». Ellos son el legítimo fruto del desencanto, pero nadie les ha dado sus votos para ignorar las reglas. Se los han dado para cambiarlas.