Cataluña y su enésimo chantaje separatista domina este 1 de diciembre de 2016 en las tribunas de opinión y editoriales de la prensa de papel de los diarios nacionales. De nuevo, a pesar de que la autonomía gobernada por Carles Puigdemont tiene menos dinero que un cajero a 1 de enero, lo cierto es que su presidente sigue empeñado en sacar nuevamente las urnas a la calles, aunque eso luego lleve aparejado cerrar quirófanos y centros de salud.
Arcadi Espada, en las páginas de El Mundo, habla sobre la nuevo referéndum separatista que está perpetrando la Generalitat de Cataluña:
He hablado alguna vez con él (Mariano Rajoy) después de aquel noviembre y he llegado a la conclusión de que si no envió a la policía a por las urnas fue por temor a las imágenes. Se veía capaz de controlar la situación sin graves disturbios, pero no de evitar la acción de ciento, mil, un millón de youtubers, distribuyendo por el mundo la presunta agresión a la libertad del Estado español. Como los youtubers van a seguir ahí, acechando, el presidente Rajoy puede reincidir en su criterio y apegado al supremo mandamiento de nuestro tiempo declarar: «La revolución será televisada o no será». Ya se cansarán de hacer referéndums. E incluso, y dado que hay una alta probabilidad de que la participación baje, proclamar que en dos o tres simulacros más el independentismo está liquidado. Y otro zarpazo al puro.
El editorial de El Mundo pone contra las cuerdas a Carles Puigdemont:
Además de la flagrante desobediencia a la ley que supone plantear la secesión sin respetar la soberanía nacional, lo más surrealista del proyecto independentista de la Generalitat es pretender ejecutarlo pese a la grave situación económica que arrastra la Administración catalana. Para ello, Puigdemont y sus socios no dudan en recurrir a los mecanismos del Estado para auxiliar a las comunidades autónomas, mientras destina ingentes cantidades a alimentar la utopía separatista. Este doble juego, cínico e irresponsable, ha vuelto a ponerse de manifiesto en las últimas horas, tras la presentación del proyecto de ley de los presupuestos de la Generalitat para 2017.
Puigdemont volver a exigir a Rajoy un diálogo «bilateral» y «sin condiciones». Nuevamente, el presidente catalán confunde la negociación con el chantaje político. Entre otras razones, porque sabe perfectamente que el presidente del Gobierno no debe tratar de igual a igual a quien en realidad es el máximo representante del Estado en Cataluña; ni tampoco puede cuajar un diálogo franco -pese a la permanente disposición de Rajoy- mientras el Govern no descarte un nuevo referéndum. La irresponsabilidad de la Generalitat ha llegado tan lejos, tanto en lo que se refiere al desafío soberanista como a su falta de seriedad en la labor económica, que exige una reacción firme y proporcional por parte del Estado.
Teodoro León Gross cuenta que la oposición empieza a ver que pese a que el PP no tiene mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, no hay barra libre para aprobar o tumbar los cuerpos legales que se le antojen:
Si la oposición confiaba en su mayoría para convertir el Hemiciclo de San Jerónimo en un after con barra libre para alargar el año sin gobierno, ya habrá despertado del ingenuo ensueño. Rajoy es un aguafiestas, y prefiere el rigor de la Constitución a la farra populista. Madina había anunciado el objetivo de crujir vivo a Rajoy tras la abstención, como si eso activara el tic-tac pablista marcando un infierno para Rajoy, pero la realidad está lejos de ser así de simple, y más con este presidente, que transmite la aparente indolencia lenta de los bueyes, pero embiste con casta bovina de Miura. La oposición puede aprobar proposiciones de ley a mansalva con el propósito de desmontar el corpus legal del marianismo, pero el sistema tiene sus defensas. Y no ha tardado en venir el tío Mariano con las rebajas. Ya va para docena y pico de vetos.
Raúl del Pozo se fija en la figura de Gabriel Rufián y sus preguntas al Gobierno que le hacen parecer un rapero:
En San Jerónimo, Gabriel Rufián, con su estilo Pascual Duarte o de hip-hop parlamentario, preguntó por el condón al que los del Foro llaman casco. Con la coartada del Día Mundial del Sida, volvió a inundar los medios con su discurso rapero. Parece que a los republicanos les preocupa tanto el condón como el gasto militar, porque el otro día este mismo Rufián preguntó a María Dolores de Cospedal si va a reducir el gasto de Defensa. Ella dijo «no», y él: «Pues dígale a la gente que coma balas y duerma en tanques». Triunfa con sus preguntas-pánico, aunque eso del preservativo resultó tan arcaico como las tripas de oveja con los que se fabricaba el preservativo en la época de Moratín,que decía: «Las putas de Londres son multadas / si no ofrecen bandejas de condones». Con el condón en la boca provocó varias veces a Rajoy,que esquivó el vocablo. Rufián le recordó, entonces, que estaban hablando de preservativos, no de Bárcenas.
El editorial de El País exige al Gobierno no sólo que derogue ya la famosa ‘ley mordaza’, sino que busque otro cuerpo legal consensuado y negociado con el resto de fuerzas políticas:
Los niveles de protesta callejera en España durante los años más negros de la crisis económica y social fueron relativamente moderados. No había motivos que impulsaran a blindar los instrumentos legales a disposición de las fuerzas de seguridad para sancionar los excesos. Prueba del escaso apoyo a esa ley, que desde el principio fue rechazada por los penalistas más importantes, es la petición de derogación, que se ha llevado a cabo en cuanto la oposición ha tenido ocasión de plantearlo. Lo que se impuso en su día fue la voluntad de utilizar procedimientos oscuros frente a adversarios políticos y arsenales jurídicos contra enemigos no manifestados. Ahora toca deshacer los pasos equivocados. Para evitar nuevos errores, es necesario que la derogación instada por el Congreso no cree un vacío legal, sino que se sustituya la ley cuestionada por otra negociada. Y que el poder ejecutivo se conduzca con prudencia mientras la norma discutida continúe en vigor.