LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Luis Ventoso contra la rueda de prensa quincemera de Pablo Iglesias: «¿Que diría Podemos si Montoro sienta a la prensa en el puto suelo?»

Manuel Marín: "La roulotte de Sánchez patina con unos apoyos que le resultan jocosos a Susana Díaz"

Variedad de temas este 16 de diciembre de 2016 en tribunas y editoriales en la prensa de papel. Desde el reto secesionista en Cataluña, hasta las huestes de Pedro Sánchez tratando de recabar apoyos en la Andalucía de Susana Díaz, el lapsus (o no) de Mariano Rajoy con lo de «preparar las elecciones» o la patochada de la rueda de prensa de Pablo Iglesias como si aquello fuese una asamblea del 15-M en la Puerta del Sol de Madrid:

Santiago González le mete de lleno a Francisco Homs por insistir en vulnerar la Constitución Española con la patochada del referéndum separatista:

El pobre Quico Homs, tan desasistido sintáctica e intelectualmente, se empeñaba el miércoles en demostrar ante Alsina que el diálogo está muy sobrevalorado como portador de valores intrínsecos: «¿Irán con los tanques a quitar las urnas? ¿Enviarán matones? ¿Policías? Pues las urnas se pondrán. Se empecinan en un callejón sin salida, porque esto no tiene recorrido». La equiparación que hace el pobre Quico del Ejército, los matones y la Policía demuestra la imposibilidad de discutir con un tonto que, además, carezca de pudor. Resultará imbatible. No hay quien le saque de que su desobediencia al Tribunal Constitucional es sólo poner unas urnas.

Jaime González, en las páginas de ABC, se ríe de lugartenientes de Pedro Sánchez que fueron a hacer campaña al territorio de Susana Díaz:

A la Plataforma Socialista Pro Congreso Extraordinario y Primarias de Sevilla se le reconoce el valor, pero la presencia de Zaida Cantera, Odón Elorza y Rocío de Frutos en el territorio de Susana Díaz, lejos de infundir miedo, provoca una mezcla de ternura y rechifla. La escaramuza sanchista sobre Sevilla incumple todos los principios militares de la guerra: objetivo, ofensiva, maniobra, unidad de mando, seguridad y capacidad de sorpresa. No es de extrañar que Susana Díaz ordenara no abrir fuego para ahorrar energías. «Dejadlos, que da penita verlos». «E invitadles a tomar un caldito, pobrecitos míos»…

Manuel Marín también se fija en el despropósito de Pedro Sánchez:

La mejor prueba de que el ‘road show’ de Pedro Sánchez se diluye sin encarnadura ni solidez es que ha enviado a Andalucía, a recabar avales en la tierra de Susana Díaz, a Odón Elorza y a Zaida Cantero. Es de suponer que Sánchez medita su candidatura sumido en el desánimo porque el elenco de fieles y abajofirmantes empieza a resultar balsámico, si no jocoso, para Susana Díaz. La roulotte de Sánchez patina sin rumbo aparente. Aliarse con Podemos frente a la derecha y pactar con el independentismo como solución a los males del PSOE suena ya a soniquete vacío. Empieza a ser como la madre de Marco, siempre ausente, siempre perdida.

Carlos Herrera apuesta por elecciones seguras en Cataluña y asegura que a la ciudadanía de esa comunidad se le va a quedar cara de anchoa:

Algunos miembros del Gobierno catalán, dicen, están por romper con los silvestres de la CUP y mirar de entenderse con el bloque constitucional en Cataluña, en el que a regañadientes está el PSC, y aparte Ciudadanos y el Gobierno de Rajoy. Todo, en cualquier caso, lleva a nuevas elecciones en Cataluña, una vez más. Todo lleva a someter a la población catalana a otra tensión de resultado incierto. Dejándoles, inevitablemente, una cierta cara de anchoa.

Ignacio Camacho considera que las palabras de Mariano Rajoy diciendo eso de «vamos ya preparando las próximas elecciones» no fue un desliz:

Rajoy no suele dar puntadas sin hilo, por más que a veces se enrede en su lengua de madera. Su media sonrisa no era de confusión sino de travesura. Consciente del efecto de lo dicho: ahí queda eso, a ver cómo lo interpretáis. Hablaba ante los militantes pero se dirigía a otros. Ni siquiera a la opinión pública; era un mensaje para los demás partidos. Un aviso tintado de amenaza. Presupuestos o urnas. Lo de anteanoche fue su discurso de Navidad, su declaración de intenciones para el próximo año. A la manera marianista: en un tono ambivalente, casual, deslavazado. Una especie de «estos son mis poderes y allá vosotros», pronunciada de modo aparentemente accidental, al bies, como un gazapo. Y si se trataba de un acto fallido o de una traición subliminal habrá que colegir que tiene un pensamiento reflejo muy condicionado.

Luis Ventoso se fija en un detalle que ha pasado por alto, la última rueda de prensa de Pablo Iglesias que se dio, ojo al dato, en el suelo:

A quién no le gusta un buen culebrón? Sin embargo hay uno empalagoso, sacado de quicio: el folletín morado. Nos ocupamos de Podemos en exceso -y me incluyo- y además la aproximación suele ser acrítica, sin desenmascarar su vacuidad, que sería la labor del periodismo. Imagínense que Montoro apareciese por los pasillos del Congreso y con una de sus risitas alienígenas les dijese a los periodistas: «Bueno, chicos, vamos a sentarnos aquí en el suelo que os quiero hablar de los presupuestos». Drama. Las asociaciones de la prensa emitirían comunicados justicieros ante la humillación. Los jóvenes gacetilleros parlamentarios se revolverían contra el oprobio plantando al ministro. Podemos incendiaría Twitter contra el chuleta que sentó a los «trabajadores de la prensa» en el «puto suelo». No faltarían alusiones a una inequívoca maniobra «sexista y fascistoide». Pero Pablo Manuel se sentó en el suelo del Parlamento y los jóvenes periodistas lo secundaron en jovial corro, riéndole la gracia.

Alfonso Ussía, en La Razón, también se fija en la famosa rueda de prensa de Iglesias en el suelo:

Si un diputado se hubiera atrevido a dar una rueda de prensa en el suelo, lo habría hecho en la más triste soledad. No se puede perder el respeto cuando no se conoce, pero los periodistas parlamentarios harían bien en valorar su colaboración con el ridículo. Sin ánimo de molestar a nadie, resumo la farsa de la rueda de prensa por los suelos en una clamorosa imbecilidad. Una imbecilidad no sorprendente en el protagonista principal de la gamberrada, pero sí chocante en los periodistas parlamentarios que se sentaron en el suelo entre traviesas chacotas. Que Iglesias frecuente los suelos en nada me afecta. Que los periodistas parlamentarios acaben por los suelos, me entristece. La cursilería también se abraza a las acciones deprimentes.

Juan José Millás, en El País, lamenta el caos en el que se ha convertido Podemos y como el PP vuelve a agrandarse:

¡Qué mala pinta tienen los llamados debates entre Errejón e Iglesias! Pero llega Urbán, el tercero en discordia, y asegura que le saben a poco y que deberían discutir más, todavía más. Motivos sobran: aún no han resuelto, por ejemplo, si el voto de las clases medias les da asco y deben rechazarlo o podrían sacarle algún partido. No advierten que mientras ellos hacen esgrima o lo que quiera que sea lo que hacen con las palabras, la realidad se desertiza y el PP aparece como la única ciudad propiamente dicha en miles de kilómetros a la redonda.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

Lo más leído