Mucha Cataluña este 1 de febrero de 2017 en las tribunas y editoriales de la prensa de papel. El creciente reto separatista hace que muchos articulistas cojan al Gobierno por la solapa de la camisa y le obliguen a tomar medidas contundentes frente a quienes insisten en torpedear la unidad de España.
También hay alguna columna en la que se habla de las primarias socialistas, con recados para cada uno de los tres (de momento dos confirmados) candidatos a liderar la secretaria general del partido de Ferraz.
Santiago González, en El Mundo, hace un excelente retrato de lo que supone entrevistar a Artur Mas y se comparece del sufrimiento que tuvo que pasar Carlos Alsina:
Hablar con Mas es como entrar en el túnel del tiempo y reaparecer en aquellos Diálogos para besugos, que Armando Matías Guiu publicaba en El DDT.
Federico Jiménez Losantos le mete una buena tunda al Consejo General del Poder Judicial por no actuar frente a los jueces separatistas de Cataluña:
Para performance, la charlotada de unos jueces que cobran de los españoles, se ciscan en sus leyes, los saquean y los infaman. Y el CGPJ, con los payasos.
El editorial de El Mundo arropa al Gobierno en la toma de decisiones drásticas frente al independentismo. El problema es que no dice cuáles son esas medidas a adoptar:
Todo pasa, tal como el Gobierno ha admitido, por la adopción de «medidas drásticas» que, dentro del marco legal, puedan hacer frente al embate planteado por el independentismo catalán. Nunca es tarde para defender la soberanía nacional y la igualdad de los españoles.
Ignacio Camacho, en ABC, considera que el secesionista catalán no sabe hacia dónde va:
El delirio independentista catalán está en ese punto en que no se sabe si puede derivar hacia el esperpento o el melodrama. El Gobierno lo quiere encauzar al sainete.
El editorial de El País critica la pasividad del Gobierno con el reto separatista de Cataluña y la posibilidad de que volver a sacar las urnas para un nuevo referéndum separatista como el del 9-N del 2014:
Solo su remota posibilidad resulta tan grave que convierte en incomprensible la pasividad del Gobierno, aparentemente retornado al inmovilismo.
Antonio Burgos, en ABC, descarta que Susana Díaz al final se presente a las primarias socialistas:
Está muy tranquilita de virreina y es mucho el poder que tiene agarraditos los dos en Andalucía, como para que a ella, que siempre fue de ganadora, le interese meterse en esa jaula con los leones. Ni que fuera Ángel Cristo…
Manuel Marín cree que a Patxi López no le viene bien ese papel que le quieren colgar de colegiado segundón en el duelo entre Susana Díaz y Pedro Sánchez:
Al dirigente vasco debería beneficiarle la polarización de odios internos entre Sánchez y Díaz, pero el riesgo de sentirse como un árbitro ninguneado, en lugar de presentarse como un pacificador activo, es muy alto. Tanto, como ser identificado con la «marca B» de Pedro Sánchez.
Julián Cabrera, en La Razón, tiene claro que Pedro Sánchez quiere volver a liderar el PSOE para acabar abrazándose a Podemos:
Necesita del cabreo, se nutre de él; cuanto más cabreo tanto mejor. No nos lo puede dejar más meridianamente claro el ex líder socialista, un «no» es un «no» a Rajoy, pero también un «sí» a Podemos.
David Gistau se parte la caja con el concurso de Errejón para que quien gane le puede conocer en el Congreso de los Diputados:
Si al menos se pudiera jugar al ping-pong, o algo así, la experiencia se haría más llevadera.
