LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Antonio Burgos admira el temple de la Guardia Civil para no darle un sopapo a los nazis ‘catabatasunos’

"Los separatistas buscan un muerto desesperadamente, un mártir de la independencia, una tumba donde ir a colocar flores el 1-0 como se inventaron lo de Casanova para el 11-S"

Antonio Burgos admira el temple de la Guardia Civil para no darle un sopapo a los nazis 'catabatasunos'
Jordi Pesarrodona, concejal de ERC, haciendo el payaso al lado de un guardia civil. CT

Justicia para todos, cierre del grifo a quienes no se merecen un euro más del Estado y un homenaje a la Guardia Civil por su aguante frente a los separatistas son las cuestiones esenciales que este 24 de septiembre de 2017 podrán leer en las tribunas de opinión de la prensa de papel.

Alfonso Rojo, en La Razón, expone un argumento que es sumamente razonable y que sería lo que nos haría recobrar la fe en la Justicia:

Ahora y para recobrar también la fe en la Justicia, lo mínimo que podemos exigir los españoles es que los jueces sean coherentes. Y lo mismo que han conminado a presentarse y entrar inmediatamente en prisión los 14 falangistas que el día de la Diada de 2013 irrumpieron tirando botes de humo y dando empujones en la Librería Blanquerna, empapelen al gilipollas de TV3 que hacía directos botando sobre un coche de la Guardia Civil, expulsen sin indemnización al cabo de los Mossos que se chuleaba allí con una estelada, inhabiliten a los directores que den las llaves de sus colegios a los golpistas, procesen sin titubeos a Jové ya los cerebros del tenderete, apliquen la legislación vi gente a los 700 alcaldes rebeldes, procesen cuando toque a Puigdemont, hagan pasar por taquilla a Trapero y lo que cuelgue.

El editorial de ABC pone el dedo en la llaga en que falta intervenir desde el plano educativo en Cataluña:

Aún queda una tercera intervención, y quizás sea la más relevante: la educación no debería estar en manos de unos golpistas en Cataluña como instrumento para el adoctrinamiento inmoral y mentiroso de sus niños y jóvenes. Cataluña es recuperable, pero en otras condiciones.

Antonio Burgos, en ABC, hace un elogio de la Guardia Civil:

En la Cartilla de la Benemérita debe de poner por algún lado que una de las obligaciones del guardia civil es saber tragar quina cuando llega el momento, si tales son las órdenes recibidas, para no dar ocasión a los provocadores que buscan lo que buscan. Buscan un muerto desesperadamente, un mártir de la independencia, una tumba donde ir a colocar flores el 1-0 como se inventaron lo de Casanova para el 11-S. Pero ¡antier les va a dar ese muerto la Guardia Civil! Vamos, que no les dan ni un sopapo, y eso que la mayoría de los provocadores no tiene ni media guantá.

Jon Juaristi tiene claro que lo que hay que hacer con el separatismo es que cumpla la ley, sin negociaciones ni zarandajas:

Con el enemigo no se dialoga. Al enemigo no se le soborna, no se le promete un trozo del pastel. Está ya dentro de la polis y quiere la tarta entera, el saqueo. Al enemigo, lo mínimo, como al indiferente: la legislación vigente, y de ahí para arriba. A por ellos, que esto es España, don Opas Traidor.

Ignacio Camacho también se muestra en contra de cualquier negociación con quienes quieren cargarse España:

Frente a estos apóstoles del buen rollito es hora de oponer un no tajante y claro. Nada que negociar porque nada se va a arreglar negociando. Porque en cada concesión los separatistas sólo van a ver debilidad, mala conciencia, talante acobardado. Porque cada privilegio que obtengan servirá para avanzar hacia la independencia de facto.

Luis Ventoso considera que la única razón por la que los separatistas catalanes estaño haciendo que cale su mensaje es por la xenofobia que se está inculcando en los colegios:

Resulta desolador que una nación tan estupenda viva en el sobresalto porque una minoría ha decidido saltarse la ley por un móvil deleznable, pues en cuanto se rasca un poco lo único que emerge es esto: «No quiero vivir contigo, porque yo soy superior a ti». Nacionalismo xenófobo a saco, inculcado de sol a sol desde un poder de ramalazo totalitario, que manipula hasta a los niños.

Manuel Vilas, en El País, detalla que tanto Junqueras como Puigdemont están drogados, políticamente hablando, y están viviendo fuera de la realidad

La exhibición pública es el momento de mayor placer. Puigdemont y Junqueras se han hecho adictos a una droga superior: la unión mística de sus personas con un ideal político, que ya no importa y que en realidad nadie sabe cuál es. Ninguno de los dos sabe hacia dónde va Cataluña. Tienen detrás a miles de entusiastas, a miles de conciencias entregadas, a miles de psicologías convencidas. En ese punto, cualquier principio de realismo político carece de interés y se revela vulgar.

Francisco Rosell, en El Mundo, ofrece una visión de Carles Puigdemont y le deja como un auténtico desquiciado:

Es un iluminado peor aún que su predecesor (Artur Mas). Ambos visionarios tenían un nexo común para su repentina radicalización y pasar del independentismo -el uso de esa amenaza como elemento de presión- a querer proclamar una independencia express.

Moisés Mas, autoerigido en elegido del destino para guiar a Cataluña a la tierra prometida del País de la Independencia, nunca hubiera llegado a inmolarse, pero su anfitrión era un fundamentalista resuelto a quemarse a lo bonzo si menester fuera. Su dilema existencial no es ser César o nada, como el protagonista de Baroja, sino héroe o mártir en función de cuál sea el desenlace de su propósito de encaramarse al balcón de la Generalitat y proclamar unilateralmente la independencia este 1-O.

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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