LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

El timonel del Titánic separatista se debate entre el desquiciamiento patológico y la aguda cobardía

Isabel San Sebastián: "La única salida digna al golpe perpetrado desde las instituciones catalanas es la activación inmediata del 155, con toda la severidad posible"

El timonel del Titánic separatista se debate entre el desquiciamiento patológico y la aguda cobardía
Carles Puigdemont. PD

¿Qué sucederá este 26 de octubre de 2017 en Cataluña? Las tribunas de opinión y los editoriales de la prensa de papel tienen claro que por mucho que Puigdemont decrete la famosa DUI, el Estado no puede dudar un solo instante y debe aplicar con todo su peso el artículo 155, entre otras razones porque el presidente catalán llevaría a la deriva a todo el pueblo catalán.

El editorial de La Razón señala que es Carles Puigdemont quien se aplica a sí mismo el artículo 155 al despreciar la ocasión de oro que tenía para comparecer en el plenario del Senado:

La negativa del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, a presentar sus alegaciones en el marco de la legalidad constitucional española y ante la representación más adecuada de la soberanía nacional como es el Senado, la Cámara territorial por excelencia, no sólo significa la pérdida de una excelente oportunidad de rectificación, tal vez la última, sino que aboca a un escenario de consecuencias graves para el propio Puigdemont y, por supuesto, para el resto de los miembros de su Ejecutiva autonómica.

Cristina López Schlichting rescata unas líneas de una carta de Josep Tarradellas escribió en 1981 en La Vanguardia donde ya predecía lo que podía suceder con la deriva nacionalista:

«Están utilizando -precisaba- un truco muy conocido y muy desacreditado, el de convertirse en el perseguido, en la víctima; y así hemos podido leer en ciertas declaraciones que España nos persigue, que nos boicotea, que nos recorta el Estatuto, que nos desprecia, que se deja llevar por antipatías hacia nosotros». Treinta y seis años después, el embrión que Tarradellas detectó en Pujol se ha convertido en un gigantesco problema para todos. Que no se repita la Historia.

El editorial de El País avisa a los separatistas catalanes que en Europa no van a encontrar solidaridad alguna con su causa:

La Unión Europea tomó como base los Estados nación para construir una estructura que los superara a la vez que garantizaba la pluralidad y las identidades. Destruir uno de esos Estados -como lo haría una hipotética independencia catalana- es un golpe letal no solo para España sino para toda Europa. No se extrañen los independentistas de que en vez de solidaridad, en el resto de Europa solo generen ansiedad y preocupación.

ABC tumba a Puigdemont en el diván y diagnostica que el presidente catalán sufre de desquiciamiento patológico y además de una aguda cobardía:

Puigdemont ha convertido el proceso separatista de Cataluña en una tragicomedia esperpéntica de consecuencias devastadoras. Durante las últimas 24 horas, y en un ejercicio de desquiciamiento personal, ha permitido inútiles especulaciones sobre si acudiría o no al Senado para mantener un cara a cara con el Gobierno. Al final se acobardó.

Jaime González no entiende cómo el Estado ha tardado tanto en activar el artículo 155:

Parece que el independentismo ha decidido sincronizar los relojes del Parlament con los del Senado para que la proclamación de la república de Cataluña se produzca al tiempo que la Cámara Alta autoriza las medidas anunciadas por el Gobierno en aplicación del artículo 155 de la Constitución. La secuencia se presta al sarcasmo, porque -sin solución de continuidad- la ley y el delito de rebelión compartirán el mismo plano, que es tanto como decir que el remedio y la enfermedad llegarán a la misma hora.

Ignacio Camacho considera que el separatismo catalán, dentro de que es una calamidad abismal, ha deparado dos noticias esperanzadoras:

El conflicto catalán ha proporcionado de rebote a la nación española dos inopinados beneficios: de un lado la espontánea oleada de patriotismo constitucional expresada en las banderas de los balcones, y de otro la grave confusión estratégica que Podemos ha cometido y que puede arrastrarlo hacia el suicidio político.

Isabel San Sebastián advierte con severidad al Gobierno para que no cobardee a la hora de aplicar el 155:

La única salida digna al golpe perpetrado desde las instituciones catalanas es la activación inmediata del 155, con toda la severidad posible. Antes de volver a votar, los catalanes tienen derecho a que el Estado les garantice un campo de juego limpio e igualdad de condiciones. Hoy por hoy es puro fango golpista.

Arcadi Espada, en El Mundo, pregunta directamente a los ideólogos del separatismo:

¿Cómo es posible que en esta desertización alguien siga recurriendo al pantuflo mantra del sofá? ¿Cómo es posible tanta indignidad moral y tanta indigencia política? ¿Se marcharon o hicieron ademán de hacerlo las empresas cuando en Cataluña, aun con la corrupción de fábrica del nacionalismo, los asuntos se regían por un cierto sentido común?

El editorial de El Mundo tiene claro que el capitán del barco separatista va camino del hundimiento:

Prometieron una Arcadia de prosperidad bajo el paraguas de Europa, pero cuando Europa les cierra el paraguas y cuando los bancos y las empresas huyen de la inseguridad jurídica que el independentismo extiende como una peste, se inventan órdenes de Moncloa -o de Zarzuela- para camuflar su ruinosa ineptitud. Antes serán detenidos que sorprendidos diciendo una verdad. Ahora se desesperan algunos aprendices de brujo. Pensaron que podían apagar con la derecha el fuego que prendieron con la izquierda. Pero se agota el margen para que los timoneles de este Titanic cambien el rumbo. Qué error. Qué inmenso error ha sido el procés.

José García Domínguez cree que a Puigdemont aún le resta un ápice de lucidez porque aún no se ha atrevido a dar a luz a la criatura de la independencia de Cataluña:

Que el ido aún conserva un último hilo de lucidez al respecto es algo que acredita su muy renuente demora a la hora de anunciar el alumbramiento de la criatura. Pudo hacerlo, y sin paradiña, durante la noche del 1 de octubre. Pero no. Y también el 2, el 3, el 4, el 5, el 14, el 21 o ayer mismo. Pero tampoco. Con esa enrevesada astucia campesina tan suya, Puigdemont ha ido buscando excusas durante todo este tiempo para no tener que proclamar la independencia

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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