PSOE y Cataluña son las dos cuestiones esenciales que los lectores de las tribunas y editoriales de la prensa de papel podrán hallar este 8 de febrero de 2017:
Carmen Rigalt pone a caldo pota a Pedro Sánchez en las páginas de El Mundo y asegura que su discurso y su argumentario son completamente inexistentes:
Lo único que le fallaba a Pedro Sánchez eran las líneas argumentales. Era un huevo Kinder vacío.
Jaime González, en ABC, destaca como con el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, el PSOE vuelve a crecer en las encuestas, en este caso en la del CIS:
En cuatro meses ha logrado que el PSOE se parezca un poco a aquel partido que -antes de vender su alma al diablo- era el espejo de buena parte de España.
Manuel Marín deja retratado al mesiánico de Pedro Sánchez y asegura que lo mejor que ha hecho el PSOE de la gestora fue abstenerse para permitir que Rajoy fuera presidente del Gobierno:
Su decisión refuerza al PSOE frente a la política de vetos sectarios, el cordón sanitario a la derecha o el «no es no» obsesivo.
La Razón lo tiene claro. Si Sánchez vuelve a liderar el PSOE, la ruina se instalará definitivamente en Ferraz:
Un posible retorno de Sánchez a la dirección socialista deba tomarse con la natural alarma. La vía a seguir es, precisamente la contraria.
Julián Cabrera se sorprende con la bravata lanzada por Pedro Sánchez:
Es bien conocido el elenco de dirigentes que se ha ido a su casa tras un batacazo electoral o pérdida de confianza en clave interna, pero a ninguno se le ocurrió plantear el trágala previamente a la cita con las urnas.
El editorial de El País relaciona el crecimiento del PSOE en el sondeo del CIS con su decisión de apoyar por la vía de la abstención del Gobierno de Rajoy:
Los socialistas han hecho bien colaborando en la gobernación de España porque no era posible otro Gobierno ni repetir sine die las elecciones.
Ignacio Camacho considera que Rajoy se pensará mucho lo del adelanto electoral viendo la última encuesta del CIS:
Está en una cómoda posición y mira a sus adversarios por el retrovisor, pero no a la distancia suficiente para dar por segura su ventaja. En estas condiciones, Rajoy se lo pensará bastante antes de activar un mecanismo electoral que puede esconder sorpresas indeseadas.
Santiago González sigue fijándose en esa fábrica de tontos que precisan de desfibrilador que es Cataluña y asegura que la única defensa del expresidente de Cataluña es justificar que su nivel de entendimiento se asemeja al de un crío de apenas semanas de vida:
El único argumento que podría invocar la defensa de Mas es la incompetencia intelectual del procesado, que necesita explicaciones pormenorizadas de que un delito trae consecuencias y que el tribunal desobedecido no está obligado a detallárselas.
Raúl del Pozo cuenta una de esas confidencias que alguien generalmente bien informado le suelta para que posteriormente lo refleje en su tribuna de la contraportada de El Mundo:
Con Junqueras la partida de ajedrez se alargará. A la larga, como rival es más peligroso porque es mejor estratega. Sólo hay que ver cómo ha laminado a CiU.
El editorial de ABC compara el nacionalismo catalán al funcionamiento de una secta:
El nacionalismo funciona casi como una secta: con altas dosis de manipulación social, con objetivos demagógicos imposibles de ser cumplidos, con la amenaza sistemática al discrepante y con la corrupción institucional como modo de financiar su chantaje al Estado.
José María Carrascal llama mentirosos y cobardes a Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega por desconocer que ellos estuviesen desobedeciendo las leyes por la celebración del 9-N:
Como si las urnas, las papeletas, las aulas y toda la parafernalia hubiesen surgido por arte de magia. Pocas veces mentira y cobardía habrán ido tan de la mano.