Pedro Sánchez, el contumaz candidato a las primarias socialistas, es el protagonista principal este 22 de febrero de 2017 en las tribunas y columnas de la prensa de papel. Pero no es el único.
También la reordenación podemita en el Congreso de los Diputados o el rifirrafe entre el PP y Ciudadanos a cuenta de la situación procesal del presidente de Murcia tienen su espacio en diversos artículos de los diarios tradicionales.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, recuerda que Pedro Sánchez, el que aspira a volver a ser el secretario general del PSOE, va a cargarse la unidad de España por mucho que él saliera en sus actos con una gran bandera española:
Aquel Snchz del mitin en Barcelona con la gogó del Llobregat y una gigantesca bandera española quiere abolir el artículo 2 de la Constitución, que proclama la indisoluble unidad de la nación española.
Raúl del Pozo apunta que Pedro Sánchez vuelve a la escena pública con el decálogo podemita bajo el brazo:
Plantea un partido laico, para una sociedad y un Estado laicos, que denuncie el mamoneocon la Santa Sede. Ha vuelto del desierto con catecismo de Pablo Iglesias.
Bieito Rubido, en ABC, asegura que Sánchez no ha dejado de persistir en su hazaña de meter la pata hasta el corvejón:
Desde que lo conocemos sobre el escenario de la política patria, no ha dejado de ahondar en el error.
El editorial de ABC es muy claro en sus palos a Sánchez:
El socialismo en España no se puede refundar sobre la base de una humillación ante Podemos y de una sumisión vergonzosa al independentismo.
Ignacio Ruiz-Quintano hace una comparación muy divertida del republicanismo de Pedro Sánchez:
Un orate socialista que tiene de la república la idea del felpudo de Ikea, llamó a montar la España federal como quien monta un sofá diseñado por el señor Kamprad.
Jaime González se fija en los cambios habidos en Podemos en el Congreso de los Diputados y asegura que:
Como el populismo goza de una insólita bula pocos se atreverán a denunciar esta suerte de nepotismo conyugal.
Rosa Belmonte trae a colación unas palabras de unas podemitas que en su momento se hacían las dignas:
Qué lastimica da ahora recordar a Rita Maestre y Tania Sánchez diciendo aquello de «no somos novias o exnovias de, somos mujeres, seres con decisión propia. No necesitamos que un hombre nos lance o conduzca».
Santiago González, en El Mundo, celebra la rectificación de Ciudadanos respecto al caso del presidente de Murcia al que no se le puede pedir, pese a lo pactado, una dimisión cuando no hay un juicio oral:
La vinculación de la responsabilidad política a la mera investigación judicial favorece la aparición de agentes espurios como Manos Limpias.
Ignacio Camacho, en ABC, le recuerda a los populares que ellos firmaron en Murcia ese acuerdo con Ciudadanos que incluía condiciones como la de dimisiones en el momento de que un cargo político estuviese siendo investigado:
El presidente de Murcia, y el PP al apoyarlo en su resistencia a dimitir, llevan por tanto razón de fondo y de principio excepto en una cosa: ya conocían esas abusivas condiciones cuando firmaron el acuerdo.
El editorial de El País advierte seriamente a Ciudadanos que no puede firmar pactos y quedarse fuera de las responsabilidades de las tareas gubernamentales, que así no hay modo de vigilar lo que pasa dentro de las instituciones:
Se negocia y vigila mucho mejor sentados a la mesa de reuniones de los diferentes Ejecutivos que quedándose a la puerta.
El editorial de La Razón llama incoherente a Ciudadanos por el tema del presidente marciano:
Pero si Ciudadanos quiere ser creíble, debe actuar en consecuencia con sus propias propuestas y, sobre todo, evitar el doble rasero a la hora de exigir responsabilidades.