Soraya baila el ‘La la land’ con el golpista Junqueras mientras el bufón de Mas se chulea en el Supremo

Las portadas de la prensa de papel a veces pueden llegar a confundir a los más desprevenidos. Según cómo se miren pueden dar lugar a lecturas totalmente distintas sobre el mismo tema, pongamos que hablamos de Cataluña.

Porque uno creería al ver la portada de El Mundo de este 28 de febrero 2017 con la cariñosa imagen de la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría con su amiguito golpista Oriol Junqueras haciendo el ‘la la land’ que Cataluña nunca fue tan española.

Pero quienes vayan al ABC se encontrarán con una realidad muy diferente: otro golpista, el soldado Quico Homs, ex consejero de Presidencia en el 9-N, sentado en el banquillo chuléandose nada menos que ante el Tribunal Supremo. Lo tuvieron que mandar callar. Así lo cuenta Manuel Marín en el diario de Vocento:

Con una soberbia innecesaria, se encaró sin motivo con el fiscal, al que afeó una interrupción porque eso no es lo que «me enseñaron en mi casa». Pero Manuel Marchena, presidente del Tribunal y con más millas de toga que Artur Mas y Homs juntos en sus cadenas humanas por la secesión, le recordó algo tan evidente como que no estaba en su casa, sino en el banquillo de los acusados del Supremo.

Todo es desprecio acomplejado y arrogancia sobreactuada en este independentismo delirante… hasta que un juez manda callar. Esa es la alegoría del abuso separatista: el silencio sumiso cuando la voz de la autoridad se hace oír.

Ahora comparen la descripción que hace Marín del rapapolvo de Marchena a ‘Quico’ con la que hace el tertuliano José María Brunet cogiéndosela con papel de fumar en La Vanguardia:

En algún momento, hubo tirantez entre el fiscal Moreno y el diputado Homs. El fiscal no esperaba al final de las respuestas de Homs para pedir precisiones o pasar a otra cuestión. Homs protestó. Dijo que «en mi casa me enseñaron» que no hay que interrumpir a las personas. El presidente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena, constató que «esto no es su casa, es el Tribunal Supremo», y los interrogatorios se rigen por normas tasadas. Homs aclaró que sabía muy bien dónde estaba, pero que la alusión a su casa era para apelar a normas básicas no de derecho, sino «de urbanidad». Fue el único momento de la competición en que hubo juego duro en las áreas.

En el diario de Godó, el editorial va sobre el 3%. ¿El de las comisiones que se quedaba la banda de Convergencia? No, el de la inflación, que se ha consolidado en el 3% interanual por segundo mes consecutivo. Suena a chiste.

SOLO RESPETAN UNA LEY: LA QUE LE CONVIENEN A ELLOS

Carlos Cuesta lo resume con claridad en El Mundo. «La única ley que vale para ellos es su interés. Porque cuando aparece un rastro de 3.200 millones de dinero negro en Panamá o Suiza, ellos prefieren insultar la inteligencia de los votantes afirmado que todo forma parte de un complot para desacreditar al separatismo».

Eso mismo lo hacía Enric Juliana en La Vanguardia culpando a los ‘servicios secretos españoles’ de acosar a Jordi Pujol. Este 28 febrero 2017 el florentino asesor de Podemos vuelve a cubrirse de gloria bautizando la corrupción de CiU como » las cosas feas que sucedieron en el Palau de la Música».

Es lo de siempre: un grupo de poderosos manipulando a las masas a las que está robando, señalando a otro como supuesto culpable de sus males. Lo recuerdan siempre los de Dolca Catalunya: «Lo empezó Jordi Pujol en los 80 y Cataluña se convirtió en la botigueta més gran de la corrupció europea».

¿Cómo pueder ser que el Gobierno se haga la foto cariñosa de la ‘Operación Diálogo’ con Junqueras el mismo día que Homs se chulea en el Supremo, que Junts pel Sí activa el mecanismo para que la ley de transitoriedad jurídica  pueda aprobarse en el Parlament en cuestión de horas y sin apenas debate y que Artur Mas se muestra acorralado por las denuncias del 3 por ciento?

Porque, como explica Cuesta, a fin de cuentas, «el precio de sus escaños en el Congreso les ha permitido mercadear con PP y PSOE para conseguir que las leyes, tan invulnerables para otros, lo fuesen menos para ellos». Y un recordatorio: «incentivar al incumplidor sólo sirve para que multiplique sus incumplimientos».

Quizá sea todo sea una ilusión y a las fuerzas secesionistas catalanas no les interese celebrar el referéndum sobre la independencia, como sostiene Vidal Folch.

Su tesis es que persiguen convocarlo, «para que inmediatamente se les prohíba (si es posible de forma espectacular), y para enseguida adelantar elecciones bajo la presión sentimental de que se les ha impedido, se les prohíbe hacer lo que en Escocia, se recortan derechos a los ciudadanos. O sea, apelando al victimismo como método para conseguir la mayoría social (y consolidar su precaria e inestable mayoría parlamentaria) de la que carecen».

Quizá todo sea una ilusión y las urnas del referendum no sean urnas sino trituradoras de papel para destruir los rastros del tres por ciento.

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