Entre la citación como testigo de Mariano Rajoy por el ‘caso Gürtel’ y el ‘tramabús’ de Podemos se mueven este 19 de abril de 2017 las tribunas de opinión y editoriales de la prensa de papel.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, asegura que Rajoy declarará en el caso de la Gürtel porque sabía a ciencia cierta de dónde cobraba ciertas cantidades:
Rajoy no puede decir que no sabía de dónde venía lo que cobraba; si no lo sabía era porque no quería enterarse; y si no se enteraba es porque lo sabía.
El editorial del diario de Unidad Editorial habla de hecho insólito la declaración del presidente del Gobierno, pero ajustada a los principios de legalidad que deben regir en cualquier democracia:
Aunque se trate de un hecho insólito, hay que recibir esta decisión del tribunal con absoluta normalidad democrática. Y también debemos subrayar que a Rajoy no se le acusa de nada.
Ignacio Camacho considera que la declaración de Rajoy le supondrá a este un marrón de tomo y lomo:
La citación testifical a Rajoy en el caso Gürtel difícilmente lo meterá en un aprieto penal, pero representa un desagradable marrón político.
Para La Razón, que Rajoy testifique responde a criterios políticos y no judiciales:
Rajoy testificará, aunque no debería hacerlo. Y lo hará por una deriva política ajena a que la verdad sobre Gürtel se conozca en un proceso con respeto a las garantías y a la presunción de inocencia, incluso de los vinculados al PP, mal que les pese a los inquisidores.
Para El País, la citación a Rajoy viene a demostrar que la Justicia funciona y que el líder del PP debe explicar lo sucedido en el partido con la financiación irregular:
Lo que el tribunal viene a sustanciar es que hace falta que el Partido Popular establezca un relato de lo que ocurrió durante aquellos años y reclame las responsabilidades políticas
Santiago González, en El Mundo, se centra en el ‘tramabús’ de Pablo Iglesias y en todos los rostros que lleva en los laterales como si fueran presos a los que muestra a modo de escarnio como pasaba en siglos pasados con los condenados:
Hace ya mucho tiempo que la justicia en España descarta las penas infamantes y no se expone a los reos a la vergüenza pública, pero él tiene su ideal de la Justicia en una picota del siglo XVI.
Antonio Burgos, en ABC, subraya que si en España sacásemos un autobús ante cada problema serio, íbamos a tener que dejar los autobuses de las grandes compañías estacionados en un apeadero:
La flota de Alsa se iba a quedar en una parada de taxis si aquí sacáramos un autobús por cada problema verdadero y sangrante que tiene España.
Julián Cabrera, en La Razón, cree que al autobús de Podemos le faltan paradas por incluir en su trayecto:
El poco imaginativo bus de Podemos no parece que vaya a incluir entre sus próximas «paradas turísticas» lugares como las embajadas venezolana o iraní, ni cierta urbanización de rentables viviendas revendidas en Alcobendas.
Pedro Narváez destaca la nula originalidad del autobús podemita:
El autobús no da ni para un entremés. Ni una «matrimoniada». Es flojo. Conceptualmente banal, de diseño infantil, caca, pedo, pis. Argumentalmente ridículo.