Día de fiesta, moderada y relativa, en las tribunas de opinión de la prensa de papel de este 9 de julio de 2017. La liberación, sólo a medias, de Leopoldo López, el principal opositor venezolano, hace albergar ciertas esperanzas de que algo cambie en Venezuela. Pero como bien reza Ignacio Camacho en ABC, no basta con ese gesto. Si la sociedad se conforma con ese pequeño paso, el régimen de Maduro se perpetuará hasta extremos insospechados.
El editorial de La Razón celebra la excarcelación de Leopoldo López pero recuerda lo evidente, que Venezuela sigue siendo una dictadura:
Venezuela necesita mucho más que gestos, demanda un giro de 180 grados. El país pide libertad, democracia, respeto a los derechos humanos y el fin de la reclusión de los presos políticos. Leopoldo López está en casa, y nos congratulamos por ello, pero Venezuela no ha dejado de ser una dictadura.
El Mundo va en la misma línea hablando de la liberación a medias de Leopoldo López:
Se trata de un primer «paso hacia la libertad», como reconoció el propio López en un comunicado leído en la puerta de su casa por Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional, pero insuficiente para lograr la democracia en Venezuela.
El editorial de El País entiende que Maduro debe de facilitar el cambio político, no conformarse con un gesto, la liberación ‘sui géneris’ de Leopoldo López:
Debería seguirle la liberación del resto de los presos políticos, la suspensión del proceso constituyente y el inicio de negociaciones con la oposición para abrir un proceso de profundo y auténtico cambio político que restaure la democracia en el país.
El diario ABC asegura que la medida de mandar a reclusión casera a López es tan arbitraria como haberle tenido todos estos años en prisión:
La decisión de poner al líder opositor Leopoldo López en arresto domiciliario -una excelente noticia, dado que estaba preso- es tan arbitraria como la de haberlo detenido y condenado a casi catorce años de cárcel, un acto que obedece a la voluntad y los estrafalarios planes de Nicolás Maduro y que nada tiene que ver con la ley o la Justicia.
Ignacio Camacho apunta una verdad como un templo, que si se produce un alborozo y satisfacción por el cambio de ‘cárcel’ de Leopoldo López Venezuela está sentenciada a una condena eterna:
El preso más famoso de América ya no duerme en Ramo Verde pero continúa, como todo su país, condenado. Y ambos, el político y el pueblo, sufrirán cadena perpetua si la opinión pública mundial se conforma con ver al dirigente desenjaulado.
Luis Ventoso apalea a Alberto Garzón por llamar, una vez más, golpista a Leopoldo López:
Un pequeño majadero, que ha diluido a su Partido Comunista en el magma de Podemos para seguir chupando del bote, celebra la nueva insultando a Leopoldo, al que llama «golpista». El CIS considera a esta eminencia «el político español más valorado».