Dicen que no actúa porque no tiene al PSOE de su lado. Otros que no hace nada porque es lo que siempre ha venido haciendo, y mal no le ha ido. Lo cierto es que a horas de que se declare la independencia en Cataluña, Mariano Rajoy sigue sin dar señales de vida.–La mayoría silenciosa clama por la unidad de España mientras Rajoy insiste en dialogar con los golpistas–
Según las informaciones que llegan a PD, Rajoy no piensa tomar medidas contra los golpistas –el 155 le parece desproporcionado hasta que no declaren unilateralmente la independencia.–Jon Juaristi coge por la solapa a Rajoy y le exige que espabile a los ‘pelanas’ del separatismo catalán–
Puigdemont no ha concretado si proclamará una declaración unilateral de independencia o bien optará por la vía eslovena, que consiste en declarar la independencia y suspenderla un tiempo para sobrevivir en el poder y rearmarse.
En todo caso, cualquier anuncio que no pase por la renuncia a la secesión supondría un intolerable intento de liquidar la soberanía nacional. Ningún Gobierno puede negociar nada mientras la Generalitat siga vulnerando la Constitución.–Carlos Herrera advierte a Rajoy de que ni se le ocurra traicionar al millón de personas que abarrotaron Barcelona–
Este 9 de octubre de 2017 en las filas del PP decidieron dar un golpe de mano, sacudirse los complejos y decirlo todo sin miedo. El encargado fue Pablo Casado en una rueda de prensa gloriosa.
«¡Qué no se repita la historia porque igual acaban como Companys!», ha avisado en referencia a la proclamación de la república catalana efectuada por el presidente de la Generalitat Lluís Companys el 6 de octubre de 1934. Companys fue detenido por orden del presidente de la II República en aquel momento, Niceto Alcalá Zamora, y encarcelado en un barco prisión frente a la costa de Barcelona.
Rajoy tiene el don de exasperar a los suyos. Dicen que después de las palabras de Casado respondió que ahora sí pensaba aplicar el 155.Su mente es un laberinto. Tomar decisiones le agobia.
Su prensa afín está desquiciada. El Mundo dice que el Gobierno debe aplicar un electroshock legal. Nos jugamos no sólo la segregación, sino la vigencia de la democracia española. No se especula con la defensa de la ley. Es hora de que el presidente del Gobierno asuma de una vez su propio discurso.
ABC le suplica al Gobierno, los órganos constitucionales y la Justicia que «deberían asumir que ya se han soportado hasta el límite las embestidas del independentismo».
En su delirio, a Puigdemont no le parece suficiente la condena económica a que aboca a Cataluña la fuga de las más relevantes empresas y multinacionales con sede allí. Del lado separatista, no cabe mayor irresponsabilidad. Pero del lado constitucional, ya no sería posible soportar en términos de imagen una ruptura internacional por ficticia que fuese.
Llegados a este punto, el diálogo y la mediación sobran porque Puigdemont no ha ofrecido ni un solo síntoma de querer pactar. La ley, sí, pero con todo su peso real si tiene la osadía de erigirse en un falso mártir.