El enojo es con Mas y el PDeCAT, pero también con ERC: algunos cargos de la CUP sospechan que existen contactos para apartarlos
Si este 12 de octubre 2017, día de la Fiesta Nacional, se le ocurre buscar claves políticas en la prensa nacional, le aviso que las pero a cuenta gotas. Los columnistas están con la vena patriota inflamada tras el sainete de ‘Puchi’.
Este es el quid de la cuestión. «Puigdemont y Junqueras sacrifican a la CUP para incorporar a su cruzada al pelotón pro derribo en tonos blanco y pastel de Iglesias y Colau», dice Javier Redondo en El Mundo.Los golpistas ganan la batalla de la comunicación gracias a la desidia de Moncloa y las trolas de la CNN
«En su imaginario, comparten objetivos complementarios: liquidar el régimen (constitucional) de 1978, expulsar al PP de las instituciones y proclamar la independencia. Sin el respaldo de Rivera y Sánchez, el margen de maniobra de Rajoy era estrecho: optar entre caer antes de la ruptura -por acción y con honra- o después -por inacción y sin decoro-«.La mayoría silenciosa clama por la unidad de España mientras Rajoy insiste en dialogar con los golpistas
.@Tonicanto1 hablando alto y claro sobre la manipulación en TV3 y la vergonzosa aparición del terrorista Otegi…?️?#ActualidadCs pic.twitter.com/ZIe1Qtddp9
— Jorge Oliveri (@GeorgeOliveri) 11 de octubre de 2017
Daniel Sastre tiene información de primera mano: Los antisistema, acostumbrados a salirse con la suya en todos los momentos clave del procés, vieron cómo Carles Puigdemont cambiaba a última hora de discurso y no declaraba explícitamente la independencia de Cataluña. ¿La culpa? Una venganza de Artur Mas.
«Los dirigentes de la CUP ven una sombra detrás de esa decisión: la de Artur Mas, el presidente catalán al que ellos mismos se jactaron de haber descabalgado después de las elecciones plebiscitarias de 2015». Mas estuvo pegado a ‘Puchi’ durante toda la jornada del 10 de octubre 2017 en la que se bajó los pantalones como buen ‘caganer’.
El hostiazo de Rivera a Iglesias se ha escuchado en la Complutense. pic.twitter.com/DWQGSHWBMJ
— El Aguijón ? (@Elaguijon_) 11 de octubre de 2017
La CUP creía, porque así lo había negociado con Puigdemont, que el presidente de la Generalitat iba a leer en el Pleno la declaración de independencia solemne que después del acto del martes firmaron, de tapadillo y con nulos efectos legales, todos los diputados independentistas. Los antisistema amenazaron enseguida con abandonar el Parlament y ayer ese enfado seguía en aumento. El enojo es con Mas y el PDeCAT, pero también con ERC: algunos cargos de la CUP sospechan que existen contactos para apartarlos del protagonismo que han tenido hasta ahora en el procés.
Sobre las medidas que se tomarían, desde Ciudadanos se ha reclamado que el Gobierno de Rajoy pueda disolver el Parlamento autonómico y convocar elecciones en Cataluña. Fuentes de La Moncloa apuntan –según ABC– a un relevo del presidente de la Generalitat y de todos sus consejeros, y una hipótesis es que podrían ser sustituidos por el delegado del Gobierno y por la Comisión de Subsecretarios y Secretarios de Estado.
La CUP esperando la respuesta de Puigdemont pic.twitter.com/rVN1flIixT
— Willy Tolerdo (@WillyTolerdoo) 11 de octubre de 2017
De momento, el Gobierno quiere esperar y no adelantar la respuesta que pueda dar Puigdemont. Más que una oferta, fue casi un ruego. Los grupos nacionalistas del Congreso -ERC, PNV, PDECat, Compromís y Bildu- reclamaron ayer al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no active el artículo 155 de la Constitución en Cataluña y recoja el guante de Carles Puigdemont para negociar una salida pactada a la crisis institucional.
Rajoy dio réplica a la oferta de diálogo de los independentistas: «Ustedes no quieren hablar, lo que quieren es imponer. No puedo aceptarle ninguna lección de diálogo ni de democracia mientras usted y su partido no actúen en consecuencia. Tienen una magnífica oportunidad», concluyó. Los golpistas piden tiempo muerto: si Rajoy los deja irse vivos, habrán ganado.