¿Cuánto tiempo esperará la oposición para lanzarse al cuello del nuevo Fiscal General del Estado? Esta es la pregunta que este 25 de noviembre de 2017 podrán hallar en alguna que otra tribuna y editorial de la prensa de papel. Si el fallecido Maza fue acosado hasta límites insospechados, a Sánchez Melgar no le queda, precisamente, un camino de rosas:
Salvador Sostres, en ABC, asegura que la única manifestación que les queda a los separatistas sería la de pedir perdón a todos aquellos a los que han engañado vilmente:
La única manifestación sincera que a los independentistas les queda -y que tendría que ser la más masiva, la más apabullante- es la que encabezara una gran pancarta pidiendo perdón a los que tanto han engañado y estafado. Podrían aprovechar para disculparse, también, con la mayoría de catalanes que nunca les votó y cuyos derechos y tranquilidad han pisoteado sin el menor escrúpulo y con una chulería y un sectarismo totalitario del que más temprano que tarde se avergonzarán recordándolo.
Ramón Pérez-Maura le avisa a Sánchez de los peligros que tiene pastelear con los independentistas:
Sánchez haría bien en recordar que una de las principales razones por las que ha conseguido dejar atrás la amenaza de sorpasso por parte de Podemos ha sido precisamente por el lenguaje componedor de Pablo Iglesias y los suyos con quienes quieren romper España. ¿A quién interesa que Sánchez cometa el mismo error de Iglesias? A él menos que a nadie.
ABC da por hecho de que al nuevo Fiscal General del Estado le estarán esperando con los cuchillos preparados:
Lamentablemente, no tardarán en aparecer iniciativas políticas contrarias al nombramiento de Sánchez Melgar, del mismo modo que en su día se impulsó en el Congreso la reprobación de Maza, o se lanzaron falsas acusaciones de que el fiscal general fallecido había pertenecido a la extrema derecha. En ocasiones, la incapacidad de la oposición por distinguir entre el sentido de Estado y el juego irresponsable de la demagogia populista conduce a poner en entredicho, de modo sistemático, todas las instituciones. Es la costumbre y sin duda Sánchez Melgar vivirá episodios similares.
Para El Mundo, el Gobierno debía haber comunicado al PSOE el nombre del nuevo Fiscal General del Estado, máxime cuando se supone que debe de existir la máxima comunicación entre fuerzas constitucionalistas:
Redactor de la doctrina Parot y autor de un voto particular contra la doctrina Botín, Melgar cuenta con el apoyo de la carrera fiscal y continuará, casi con toda seguridad, la línea marcada por su antecesor en el cargo. Ha acertado el Gobierno en esta difícil decisión, aunque quizá, tal y como ha sugerido la número dos del PSOE, Adriana Lastra, debió haber comunicado al principal partido de la oposición el nombre del nuevo Fiscal General. Es cierto que la elección corresponde en exclusiva al Consejo de Ministros, pero es necesario que se instale una política de comunicación institucional permanente entre las formaciones constitucionalistas, en un momento en el que su unión es necesaria para hacer frente al desafío secesionista.
Alfonso Ussía, en La Razón, señala que los Tous y los Carulla (Gallina Blanca) pagan a base de bien el precio de haberse echado en manos del separatismo y de haber insultado a sus mejores clientes, los propios españoles:
Los Tous y los Carulla son quizá, los tenderos más significativos. Pero hay otros, muchos, con los mostradores de sus tiendas poco frecuentados. El cliente necesita cariño y atención, no insultos y desprecios. Es de esperar que todo pase y vuelva la normalidad en la relación. No puede quejarse con lloriqueos victimistas el dueño de la tienda. Cuando se insulta al cliente, éste busca otras opciones. Y en el resto de España hay muchas, muy buenas, muy competitivas y bastante más amables.