En la lista de graciosillos en nómina de TV3, uno de los más injustamente desconocidos es Jair Domínguez, co-presentador de ‘Está Passant’.
El autor de libros caracterizados por su tolerancia (‘Jesucristo era Marica’), que siempre ha mostrado una actitud relevante cuando sale ante las cámaras (pegando tiros a la imagen del Jefe del Estado o a las de periodistas con los que discrepa), y a mostrando temple en twitter (deseando que muriera toda la Roja), nos sigue mostrando una y otra vez que reúne las condiciones que precisa toda persona que trabaja en una televisión pública por dinero público.
Acaba de publicar en la revista ‘Esguard’ un artículo contra el ministro Zoido en el que dice:
«Quiero comerme la papada de Zoido, quiero cogerlo y atarlo, tumbarlo sobre una tabla de neurocirujano y estacarle la cabeza con todo de tornillos y cordeles para que no se mueva ni un milímetro».
Si su actitud antaño despertaba indignación, ahora casi despierta pena y ternura. El pobre está desesperado por llamar la atención provocando a la desesperada, querría ser una especie de Empar Moliner yogurín. Y logra que se le hace caso, pero sólo ser el co-presentador de Toni Soler (como Dani Mateo es a Wyoming).
Lo más triste es que se las pretende dar de trasgresor, cuando su labor no es más que hacer gracietas al servicio de los poderosos de la ‘élite’ audiovisual en Cataluña, siempre alineados con el victimismo/independentismo.
Si no quiere remar contracorriente – que sería defender la ley y el constitucionalismo, que sería lo verdaderamente trasgresor en la zona – que no lo haga, pero que no se las de de trasgresor, que entienda lo que es, y siga haciendo cuatro gracietas para los amos a los que sirve para que le echen unas monedas más… (de dinero público, claro).