Apenas unas horas antes de que Carles Puigdemont acentuara su reto a la Justicia española con su viaje exprés a Dinamarca, a Jordi Évole le pareció buen momento de publicar en ‘El Periódico’ una sentimentaloide carta al preso preventivo Jordi Cuixart. [EN DIRECTO] El prófugo Carles Puigdemont aterriza en Copenhague ante gran expectación.
Tiene esa habilidad Évole, al que los independentistas llaman ‘equidistante’, de acercarse a los de los lazos amarillos cuando nadie lo espera y hacerles así un guiño público para seguir echando leña al fuego. Este 21 de enero de 2018 hizo lo propio en su artículo semanal, con una epístola totalmente evitable al exportavoz de Ómnium Cultural ahora en la cárcel acusado de un delito de sedición.
Aún recuerdo el desayuno en una cafetería de la Diagonal, quince días antes del 1 de octubre. Era la primera vez que quedábamos después de meses intentándolo. Nuestros mensajes cruzados habían empezado en febrero. Fue justo el día después del concierto en el Sant Jordi a favor de acoger a los refugiados, donde yo dije aquello de que «la acogida no era solo un problema de competencias sino también de incompetencias», una frase que provocó la reacción en tromba de consellers, diputados y eurodiputados independentistas. Aquel día que una parte ruidosa del independentismo decidió que había que linchar a Évole, tú no solo no te sumaste al linchamiento si no que me hiciste llegar tu cariño. Luego me enteré que también paraste la iniciativa que tuvieron algunos de ir a la mani a favor de la acogida con pancartas en contra de mis palabras.
En la cafetería de la Diagonal discrepamos de cómo se estaban haciendo las cosas en Catalunya y en el resto de España. Pero era una discrepancia cómplice, donde no nos costaba a ninguno de los dos reconocer los errores que creíamos que se estaban cometiendo tanto en un lado como en el otro. Ni se nos pasó por la cabeza que al cabo de una semana se producirían los hechos de la Conselleria de Economia que hoy te han llevado, desde mi punto de vista injustamente, a la prisión preventiva. Yo no es que te conozca mucho, pero qué poco te conocen los que durante estos tres meses de prisión te han calificado de persona violenta. Qué poco te conocen. […]
Cinco años después, algunos pueden decir que se ha votado, pero nadie ha reconocido los resultados excepto los organizadores. Y no sé si hemos llegado a una situación de ruptura, pero está claro que bandos hay. Lo que tengo muy claro es que lo que no podemos abandonar ahora es la seducción. Sin seducción la ruptura se consumará. Y con gente como tú en la cárcel eso será mucho más fácil. Por eso, deseo que pronto volvamos a desayunar en la Diagonal, que discrepemos. Pero que no nos abandone ni la complicidad ni la seducción que nos ha acompañado hasta ahora. Una abraçada, Jordi.
Quizás Évole debería dejarse de tanta carta y contarle al Tribunal Supremo lo de la seducción, a ver qué le dicen.