Viernes Santo y seguimos a vueltas con el frenopático catalán. Las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 30 de marzo de 2018 siguen a vueltas con los disparates que siguen proponiendo los separatistas. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar?
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, detalla cuál es el régimen que los separatistas quieren cargarse y además con la connivencia pasiva de Mariano Rajoy:
Ese régimen de 1978, triunfante en 1981, es el que quieren destruir los golpistas atrincherados en otro Parlamento, el regional catalán, en 2018. La diferencia es que, ahora, son los diputados del cuarticiclo -la mitad del hemiciclo- los que interrumpen el desarrollo de la representación popular, amenazan a la otra mitad de los diputados, atacan a las FAS e insultan al Rey y al Estado mismo por defender el orden constitucional. Ahora, además, la izquierda -socialistas y comunistas- y la televisión apoyan a los golpistas presos frente a la ley. Y Rajoy dice que se ha ido de vacaciones. No sabíamos que hubiera vuelto.
Santiago González se mofa de Roger Torrent y sus deseos de proponer un candidato golpista y encausado como presidente de la Generalitat de Cataluña a sabiendas de que no puede hacerlo:
La propuesta que llevaba Torrent al pleno, reivindicar el derecho de los encarcelados a afrontar la investidura, era puro acto de melancolía. Como el transexual de La vida de Brian, Puchi no puede parir porque no tiene matriz. De nada vale reivindicar su derecho a ser madre, vale decir investirse, sobre todo cuando la reclamación parte de la autoridad legitimada para proponerlo.
Raúl Del Pozo alaba la figura del socialista José Luis Ábalos por decir sobre el separatismo catalán lo que muchos en su partido no se atreven:
No todos los políticos son ineptos o lilas. Los hay, como José Luis Ábalos, del PSOE, que tratan de propagar el relato real. El secretario de organización de Ferraz, un tipo sólido, leal e inteligente, acusa al independentismo de no entender cómo funciona la ley, se burla de la falsa equidistancia de los Comunes y aconseja a los perdidos en el laberinto gótico elaborar una alternativa viable que asuma la legalidad: «Los independentistas hablan mucho de democracia y sus propuestas son profundamente antidemocráticas». En estos instantes de confusión, cuando unos bribones se están jugando España a los dados, son necesarios los hombres leales de la izquierda, que les digan a esos alucinados que un Parlamento no puede coaccionar o perseguir a los jueces.
El editorial de ABC es claro a la hora de afirmar que el separatismo se ha cargado de raíz la estabilidad económica en Cataluña y el último ejemplo es la suspensión de la vuelta al mundo en vela que partía y llegaba a Barcelona:
La profunda crisis que sufre Cataluña por culpa del independentismo se cobró ayer su última pieza, el patronato de la Barcelona World Race suspende su próxima edición . Cataluña ha pasado de liderar el crecimiento y la creación de empleo en España, siendo, además, uno de los grandes referentes internacionales en materia de inversión y turismo, a experimentar un preocupante declive tanto a nivel económico como reputacional en menos de un año, como consecuencia del proceso separatista. Lejos queda ya la confianza que inspiraba esta región a empresarios y patrocinadores a la hora de instalar nuevas compañías o bien organizar todo tipo de eventos, especialmente tras los Juegos Olímpicos de 1992.
Hermann Tertsch recuerda en su tribuna que el carácter de los catalanes nunca ha estado impregnado ni por un sentido común ni un espíritu dialogante que los hicieran merecedores de los elogios que durante décadas han recibido:
Con el estandarte del «seny» traducido como «sentido común» y hasta «sabiduría» se ha atribuido durante cuatro décadas a la sociedad catalana un carácter reflexivo, una cultura de la tolerancia y un talante conciliador que en realidad jamás demostró ni tuvo. No habría hecho falta remontarse a siglos pasados ni al alarde del «buen golpe de hoz» de los segadores del himno tan poco conciliador. Con haber dado a conocer en Cataluña y el resto de España las realidades de la II República en la región, con su sanguinaria brutalidad desatada durante tres años de retaguardia en la guerra, su pistolerismo único en España y su extraordinaria crueldad en las checas y la calle habría sido suficiente. No se hizo. Igual que se practicó con alborozo el elogio del «oasis catalán» cuando ya era un fétido pozo negro de corrupción, se exaltó el «carácter dialogante» cuando es algo que los nacionalistas catalanes solo muestran cuando obtienen lo que querían.
José María Carrascal apunta que Puigdemont ha terminado de quedar retratado con el ‘ilustre’ visitante que ha recibido en prisión:
La noticia más importante sobre Puigdemont, ya que su detención sigue la predecible rutina alemana, es que ha recibido la visita del profesor Bernard Lucke, fundador de Alianza para Alemania, la extrema derecha germana, lo que desenmascara al preso en Neumünster y a su formación. Presumían de ser europeístas, y son antieuropeos. Alardeaban de demócratas, y están con los xenófobos. Creían contar con el apoyo exterior, y les detienen en Alemania.
Jorge M.Reverte, en El País, tacha de verdadera escatología querer comparar las trayectorias de Lluís Companys y de Carles Puigdemont:
No hay que extrañarse demasiado, pero la Semana Santa suele ser un tiempo propicio para que algunas personas de la esfera pública, como lo son los políticos, los periodistas y, muchas veces, los historiadores, arrojen obscenidades y escatologías para el consumo de los perros de la calle. Puede ser que los momentos de recogimiento de los creyentes exciten más los bajos instintos de esas gentes. Está de moda ahora, y no solo en Cataluña, buscar analogías históricas entre el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su antecesor en el cargo, Lluís Companys.
Alguna relación hay entre los dos, es cierto. Por ejemplo, que ambos fueron protagonistas de sendos golpes de Estado de escasísima duración. Uno, Companys, apoyado en la escasa fuerza armada de una compañía de Mossos frente a un ejército respaldado por una Constitución democrática; el otro, en la escasa mayoría de escaños contra la mayoría de los votos de los catalanes y contra unas minorías amparadas por el Estatut, la Constitución y las buenas maneras. Las similitudes en las trayectorias acaban ahí
Pedro Narváez, en La Razón, cree que a los catalanes sediciosos sólo les falta tener un muerto para poder ‘completar’ el cuadro de su victimismo más falsario:
A la rebelión catanofacistoide le falta el muerto sobre la mesa para ser ya sangre de infamia. Los pacíficos soberanistas sabían también que llegaría el día (y mucho ha tardado) en que los ánimos se calentarían tanto que costaría respirar con una tranquilidad suficiente como para no quemarse. El ardor de estómago es ya incendio de fuego sin combustión, ese que aguarda un futuro de cenizas, atento a dirimir hacia dónde enfila sus lenguas. Algunos preferirían incluso que el muerto fuera de su bando para así enervar al otro y cargarse de razones.