El plan D de los separatistas ya tiene nombre, Quim Torra, un elemento xenófobo y con grandes habilidades para sembrar el odio. Este 11 de mayo de 2018 editoriales y tribunas de papel se centran en este sujeto que, en líneas generales, es definido como el títere y la marioneta de Carles Puigdemont.
El editorial de El Mundo es claro a la hora de definir el nuevo candidato que se propone para ocupar la presidencia de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra:
Es ex presidente de la asociación independentista Òmnium Cultural y separatista de acreditado fanatismo. Puigdemont, cada vez más imbuido de su propio caudillismo -ha tomado la decisión en solitario, sin consultar con ERC y ni siquiera con el PDeCAT-, aspira con esta elección a sentar en la presidencia de la Generalitat a un títere, un perfil manejable a distancia que se someta dócilmente a la voluntad del irredento prófugo de Berlín. Torra es un alter ego de Puigdemont, tan radical como él, es decir, impermeable a la sensatez y alérgico al cumplimiento de la ley.
Bieito Rubido, en ABC, mete el miedo en el cuerpo con el sujeto que Carles Puigdemont ha señalado para ser presidente de la Generalitat:
El caos está garantizado con este perfil de candidato a presidir el gobierno catalán. Tiempo al tiempo. Parece evidente que, con amplio consenso, el Estado deberá volver a intervenir esa autonomía para que, de una vez por todas, se logre restituir el orden y se evite la quiebra económica, además de restaurar la legalidad constitucional. De no ser así, auguro que, de la mano de este xenófobo que han colocado para reemplazar al liante prófugo, no vienen épocas de sosiego ni crecimiento para los catalanes. Amenazan días de furia.
El editorial de ABC asegura que con Torra se seguirá de disparate en disparate:
Con Torra hablamos del ala más dura del entramado separatista. La formación de un nuevo Gobierno catalán en estas condiciones no garantiza, desgraciadamente, la vuelta a la normalidad democrática. En todo caso, puede abrir un paréntesis de apaciguamiento que el separatismo aprovechará para reordenarse y perseverar en la confrontación con el Estado. El propio Puigdemont habló ayer de la apertura de un periodo de «provisonalidad», una especie de «canto del cisne», pues el huido sabe que su carrera política ha terminado.
Pedro García Cuartango prefiere centrarse más en los desvaríos de Puigdemont que, pese a todo, aún consigue sorprender con sus disparatadas ocurrencias:
Puigdemont comunicó ayer por sorpresa desde Berlín que un abogado y editor llamado Quim Torra será el candidato a presidir la Generalitat. Nadie contaba con él ni tiene una trayectoria política que le avale salvo haber dirigido Òmnium Cultural. Pero será presidente por el capricho del César, por el designio de un visionario que se cree por encima del bien y del mal y que no escucha ni consulta a nadie.
Puigdemont ha puesto además una serie de extravagantes condiciones como que su sucesor no ocupe su despacho en la Generalitat ni utilice el salón oficial de recepciones. Es el penúltimo de los disparates de este personaje, que lleva meses anteponiendo sus intereses personales a los de su partido, a los de la mayoría nacionalista y a los de todos los catalanes.
La Razón recuerda el odio a los españoles del tal Quim Torra (como si él no lo fuera)
El personaje, que ocupaba el puesto número 11 en la lista de Junts per Catalunya en los últimos comicios, nos lleva a las peores muestras del fanatismo y radicalidad del independentismo, rayanas en la obsesión xenófoba, que, desafortunadamente, han provocado la dolorosa fractura social en la propia región. Suyas son expresiones del jaez como «los españoles sólo saben expoliar», «vergüenza es una palabra que hace años que los españoles han eliminado de su vocabulario» o «lo que sorprende es el tono, la mala educación, la pijería española, sensación de inmundicia»