Mariano Rajoy seguro que este 25 de mayo de 2018 es feliz únicamente leyendo el diario Marca. El resto de rotativos no le van a dar, precisamente, alegrías. Tribunas y editoriales de la prensa de papel le presentan columnas donde la palabra más repetida es la de la dimisión, bien por voluntad propia o bien por la vía de una moción de censura por mor de la sentencia de la Gürtel.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, compara la sentencia de la Gürtel con los arbitrajes de la UEFA, decisiones muy parciales y que siempre acaban aliándose con el poderoso:
Son tan tremendas las condenas al tesorero que el caponcito al que lo nombró resulta para la opinión pública casi un escarnio. Si se condena a Ana Mato por lucrarse con el atroz delito barcenil, es imposible suponer que sus íntimos amigos Rajoy y Arenas, que se lucraban mensualmente, no compartieran la misma ceguera y no compartan la misma pena. O mayor, porque eran los jefes. Y como en todo buen arbitraje uefo, ahora la responsabilidad se la endilgan al juez de línea, el colegiado Rivera.
El Mundo exige al PP que asuma responsabilidades y que caiga quien tenga que caer, pero que la sentencia de la Gürtel ha minado toda credibilidad:
La dirección del PP anunció que recurrirá la sentencia. Está en su derecho. Políticamente, Rajoy no puede seguir echando balones fuera sobre unos hechos que constituyen un oprobio para el primer partido de España. Al margen de los pasos de la oposición, haya o no moción de censura, la regeneración exige que el PP haga acto de contrición de sus actos y asuma sus responsabilidades.
Santiago González entiende que dos de los jueces de la Gürtel han intentado por activa y pasiva encausar a Rajoy o ponerle bajo los focos de la culpabilidad:
Los jueces de la mayoría son viejos conocidos de la afición. Su última performance fue convocar como testigo al presidente Mariano Rajoy, obligándole a asistir personalmente en persona, si me perdonan el pleonasmo, y descartando la posibilidad de tomarle testimonio por videoconferencia. Ya entonces el presidente Hurtado emitió un voto particular señalando que aquel mismo tribunal (ponente Julio de Diego) había admitido la videoconferencia para un procesado por las Herriko Tabernas. La Ley de Enjuiciamiento Criminal en sus artículos 412 y 731 b así lo permite y el PP publicó una lista de casi un centenar de testigos para quienes se dio por bueno el invento: Manuel Chaves, el ciclista Contador, Marta Sánchez, Carolina Bescansa, Errejón, Artur Mas, Núria de Gispert, Ramón Espadaler, Alberto Aza y 39 testigos del caso Nóos.
ABC se lo dice claramente a Rajoy, por no haber sabido limpiar a tiempo el partido, ahora le toca penar:
Tampoco es buena idea sembrar divisiones internas, distinguiendo quién era quién en la presidencia del PP en cada momento. Es un criterio erróneo y de doble filo, que la prudencia desaconseja. Sigue faltando en el PP una mejor y más creíble comunicación y una decidida voluntad de renovación y regeneración, con efectos catárticos, que debió haberse acometido en profundidad hace muchos años. Ahora le toca penar.
Ignacio Camacho asegura que la sentencia de la Gürtel es el regalado que Rajoy le ha hecho a Ciudadanos, la izquierda y a las televisiones del duopolio televisivo:
El veredicto de la Audiencia es un regalo en bandeja para Cs y la izquierda, dueña de la opinión pública desde que el Gobierno instituyó un duopolio televisivo contra el dictamen de la Comisión de Competencia. Rajoy resistirá el huracán todo lo que pueda pero esta vez tiene un problema: está en minoría parlamentaria, a merced de una oposición que puede presentarle otra moción de censura o abrasarlo a fuego lento en la hoguera. Y la perspectiva de unas elecciones anticipadas conduciría el conflicto separatista -¿sería posible un 155 en funciones?- a la tormenta perfecta.
Hermann Tertsch recuerda que el PP, al haber dejado en manos de la izquierda la agenda mediática cualquier caso, por nimio que sea, se magnifica y, por ejemplo, se obvian comparaciones que serían pertinentes:
Como la corrupción bipartidista y las mezquinas agendas privadas de dirigentes del PP han dejado en manos de fuerzas antiespañolas las televisiones, es muy difícil transmitir a la población esa escala elemental de valoración de los hechos. Un ejemplo, lo más escandaloso del caso de corrupción aun no demostrada del jubilado y enfermo Zaplana, de nula relevancia política, es que él fuera enviado ayer a la cárcel con la misma leucemia que sacó a un asesino múltiple como Bolinaga. Pese a ello, no puede ser difícil transmitir a la sociedad que no es lo mismo robar al Estado que destruir dicho Estado. Ni matar que robar. Algunos condenados de la trama Gürtel reciben mayor pena que los secuestradores y asesinos de Miguel Ángel Blanco. Casi todas son superiores a lo cumplido por los etarras por cada uno de sus asesinatos.
Luis Ventoso, sobre la sentencia de marras, extrae dos conclusiones:
El PP se financió en B y con comisiones (como todos los partidos: el PSOE fue condenado por lo mismo y Convergencia lo pagó con su desaparición). El PP no acometió en su debido momento la catarsis que requería su viscoso pasado y arrastrará la roña mientras no cambie su cúpula y ponga el marcador a cero.
El País da por liquidado a Mariano Rajoy y a todo el Gobierno tras conocerse el veredicto de la Gürtel:
La sentencia desnuda el poder del presidente del Gobierno, que debería ser capaz de reconocer, no ya el daño y el robo causado a la sociedad que gobernaba, sino el vaciamiento de los pilares sobre los que lo sigue haciendo. Esta sentencia deja a Rajoy en una posición incompatible con la autoridad política y moral que se requiere para el ejercicio de su cargo. El Gobierno estaba ya dañado por la gestión de la crisis independentista, por la debilidad de su situación parlamentaria y, desde ayer, lo está mucho más por una sentencia que señala negro sobre blanco la suciedad de las finanzas del partido que lo sostiene, de la gestión que ha hecho de ese problema y la nula ejemplaridad que hoy ofrece a la sociedad.
El editorial de La Razón entiende, sin embargo, que de la sentencia se deduce que Rajoy nada tiene que ver con esa etapa de corrupción:
Nos ha chirriado que la sentencia señalara al testigo Rajoy y cuestionara la «credibilidad» de su testimonio, lo que demuestra que la prueba testifical del presidente era innecesaria para el proceso y solo útil para generar un debate espúreo. La corrupción es una lacra transversal. El juicio del caso ERE o el escándalo de la financiación de los socialistas valencianos y de Compromís en estos días nos lo recuerda. Jueces, fiscales y policías hacen su trabajo y los políticos deben hacer el suyo que no puede ser, como hizo la oposición ayer mismo, actuar como agitadores ventajistas para alterar la estabilidad institucional a cuenta de una etapa que el PP dejó atrás hace años justo cuando Rajoy alcanzó el liderazgo del PP, como reconoce la sentencia.
Pedro Narváez prevé un futuro próximo lleno de inestabilidades en el PP y con un Albert Rivera que se sabe casi decisivo para esa posible moción de censura que le quieren presentar a Rajoy:
Por muy lejano que estuviera el diablo, toca sufrir la tortura del fuego a quienes se sientan en presente de indicativo en la boca del infierno. Los puñales se afilan sin disimulo. Amago de mociones, reflexiones declarativas, que llegarán a ser las canciones del verano de Rivera… ¿No sucederá algo semejante cuando termine el juicio de los ERE? Mientras, Rajoy abandera la inocencia que según su hoja de ruta penitente antecede al perdón. El destino no está escrito. Está censurado.